México
López Obrador vende el acuerdo con Trump como una victoria de México
El presidente mexicano acepta militarizar la frontera con Estados Unidos para evitar que el vecino del norte le imponga aranceles de hasta un 25%
El presidente mexicano acepta militarizar la frontera con Estados Unidos para evitar que el vecino del norte le imponga aranceles de hasta un 25%
Lo que iba a ser un acto para defender la dignidad de México acabó convirténdose en una fiesta. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, mantuvo la convocatoria en Tijuana, pensada inicialmente como un acto de solidaridad ante la amenaza arancelaria de Estados Unidos y lo recicló en celebración una vez logrado el acuerdo.
López Obrador sacó pecho y ante los entusiasmados asistentes dijo que estaba dispuesto a responder con aranceles a productos estadounidenses si las negociaciones no hubiesen fructificado. Minutos antes, su Secretario de Exteriores, Marcelo Ebrard, había destacado que México salió del trance con “la dignidad intacta”. Según el canciller, México logró un buen acuerdo porque Estados Unidos quería imponer inicialmente condiciones más duras.
El clima de triunfalismo en el acto de Tijuana contrasta con la realidad. “Ahora sí se puede decir que México cedió ante Estados Unidos”, señala a este diario Mirsha Saynes, profesor de estudios regionales de Norteamérica del Instituto Polítécnico Nacional, en referencia a las condiciones del acuerdo por el que México se compromete a reforzar el control migratorio, a desplegar 6.000 elementos de la Guardia Nacional para este propósito y transige con recibir a la totalidad de los solicitantes de asilo en Estados Unidos mientras se resuelven sus trámites.
En primera instancia serán 8.000 los enviados, que se sumarán a los más de 10.000 que ya esperan en suelo mexicano, según confirmó Ebrard, pieza clave en las negociaciones y quien más reforzado sale de la crisis, junto al presidente de Estados Unidos Donald Trump.
Pocos en México se toman esta victoria en serio. Ciertamente lograron salvar el “matchball”, pero no salió gratis. Por el camino quedó la llamada política de puertas abiertas definitivamente enterrada, con la que la administración mexicana inició su mandato hace seis meses. La presión estadounidense ha obligado a dar un viraje total en la gestión migratoria de los centroamericanos que cruzan México hacia la frontera e imponer un modelo similar al de sus antecesores.
Las medida recuerdan al Plan Frontera Sur que aplicó el ex presidente Enrique Peña Nieto en 2014. En aquella ocasión también se reforzó la presencia policial y se clausuraron las principales rutas que seguían los migrantes, donde se había tejido una red de albergues y asistencia. El resultado fue un camino más peligroso y expuesto a la delincuencia.
El acuerdo firmado este viernes deja muchas incógnitas sobre su aplicación real y una gran sorpresa, según la última serie de tuits de Trump en la mañana del domingo, donde afirma que una parte importante del acuerdo “no fue mencionada en el comunicado de ayer” y “será anunciada a su debido tiempo”.
A pesar de los vítores a López Obrador y Ebrard en Tijuana, muchos en México han criticado el acuerdo. Amnistía Internacional denunció que de forma simbólica “México extendió el muro de Estados Unidos a la frontera sur” con la militarización de la frontera sur.
Esta crisis se ha superado, pero nada asegura que sea la última, como se encargó de recordar el propio Trump en su red social favorita, donde expresó que si México no coopera en asuntos fronterizos “siempre podemos volver a nuestra posición anterior, muy rentable, de tarifas
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