Elecciones en Afganistán
Los afganos desafían a los talibanes y acuden a votar
Más de 9 millones de ciudadanos han sido llamados a votar en todo el país, pero no todos pudieron hacerlo porque más de un tercio de los colegios electorales no abrió
Kabul se blindó esta mañana para poder elegir a su próximo presidente, en una votación marcada por el terror de los talibanes y el espectro del fraude electoral. Tal y como habían prometido, los insurgentes intentaron boicotear el proceso electoral y aunque no se lamentaron víctimas mortales, dos bombas explotaron en el centro de Kabul y hubo otras explosiones en la sureña ciudad de Kandahar, así como en la oriental Jalalabab y Ghazni.
Según las autoridades afganas, se han registrado esta mañana una decena de ataques de baja intensidad que causaron una veintena de heridos. Además, en Kandahar, las fuerzas de seguridad desactivaron en la vigila de las elecciones un total de 31 artefactos explosivos improvisados (IED, en inglés) y varias minas.
Más de 9 millones de ciudadanos han sido llamados a votar en todo el país, pero no todos pudieron hacerlo porque más de un tercio de los colegios electorales no abrió por problemas de seguridad.
Ante el miedo de atentados suicidas y la desconfianza del electorado hacia unos dirigentes que no cumplen sus promesas de combatir la corrupción ni la inseguridad la participación se esperaba baja. Así que no le quedó otra a las autoridades afganas que invocar a la población a que fuera a votar, y retrasar dos horas más el cierre esta tarde de los colegios electorales para conseguir afluencia.
“Venid y votar”, afirmó la jefa de la Comisión Electoral Independiente de Afganistán (IEC, en inglés), Hawa Alam Nuristani, en la apertura oficial de los colegios. Su voto tiene doble lectura: animar a los electores, en general, y como mujer, animar al electorado femenino que aunque es poco decisivo, es una manera de demostrar al mundo que Afganistán está luchando por cambiar su situación.
Para garantizar que no haya episodios de fraude como en las anteriores elecciones, un total de 150,000 observadores afganos e internacionales se han acreditado ante la Comisión Electoral Independiente para velar por la transparencia de las votaciones y legalidad de los resultados. “En general está yendo muy bien y no tenemos grandes problemas”, afirmó en una rueda de prensa la jefa de la IEC.
Aun así, se registraron cientos de quejas de votantes que denunciaron que sus nombres faltaban en las listas electorales o en el dispositivo biométrico utilizado para prevenir el fraude.
Para aplacar el descontento de los electores, la Comisión Electoral suavizó las restricciones, permitiéndoles votar si tienen pegatinas electorales en sus tarjetas de identidad nacionales.
Muchos afganos desafiaron a los talibanes y fueron a votar, incluso, arriesgando su vida. Éste ha sido el caso de Safiullah Safi, ex portavoz del presidente y candidato, Ashraf Ghani, a quien los insurgentes le impidieron votar en las presidenciales de 2014 y, como advertencia, le cortaron la falange del dedo índice. Sin embargo, Safi participó en la jornada electoral de ayer y colgó en su cuenta de Twitter una fotografía mostrando su índice de la mano izquierda machado de tinta, y el amputado de su mano derecha.
Estos comicios se celebran en un momento clave para el país centroasiático, ya que se espera que con el nuevo gobierno surja una nueva oportunidad para alcanzar un acuerdo de paz con los talibanes si Estados Unidos saca sus últimas tropas de allí. Este año se dio un gran paso en la nueva ronda de diálogos en Qatar entre Washington y los dirigentes talibanes que casi culminó con un acuerdo, pero en el último momento la administración de Donald Trump decidió suspender las negociaciones de paz.
Ahora más que nunca Afganistán necesita reanudar las conversaciones entre el talibán y Estados Unidos para cerrar el ciclo de la violencia y poder seguir adelante para formar un gobierno inclusivo con los insurgentes que traiga la tan necesaria paz a este país que ha vivido 40 años de ininterrumpida guerra.
El futuro de Afganistán está en manos del nuevo presidente salido de las urnas, ya sea este el actual dirigente, Ashraf Ghani; el jefe del Ejecutivo, Abdulá Abdulá, o el antiguo “señor de la guerra” Gulbuddin Hekmatyar. El problema, sin embargo, es que los talibanes no han elegido ni a este presidente ni a los anteriores, por lo que consideran ilegítimo el proceso. Solo con una ronda de negociaciones tripartita, en la que se incluya al ejecutivo afgano, podrá prosperar la hoja de ruta de paz de Afganistán.
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