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Los claroscuros del «último rey» de Francia

Hollande homenajea a Mitterrand en medio de la crisis del socialismo francés y europeo

Hollande, junto a los hijos del ex presidente Mitterrand, ayer, en el cementerio de Jarnac
Hollande, junto a los hijos del ex presidente Mitterrand, ayer, en el cementerio de Jarnaclarazon

Hollande homenajea a Mitterrand en medio de la crisis del socialismo francés y europeo.

Se cumplen 20 años de la muerte de François Mitterrand y su figura sigue generando más adhesiones que rechazos en la Francia de Hollande. Múltiples biografías y documentales sobre su vida aparecerán durante 2016, año por excelencia del mandatario, ya que también será el de su centenario. Con raíces conservadoras, la gran figura del socialismo francés en la V República posee tantas contradicciones como secretos de Estado. Como Luis XIV tuvo su Versalles, Mitterand, el «último monarca» de la V República francesa, –como le llaman muchos en Francia–, tuvo su Elíseo. En el vigésimo aniversario de su muerte (8 de enero de 1996), la Francia de su heredero político, François Hollande, le rendide tributo. 2016 es el «año Mitterrand». En octubre, se conmemorará además el centenario de su nacimiento con un acto especial en su amado Museo del Louvre, al que consagró tiempo y esfuerzo. Durante los próximos doce meses, un sinnúmero de biografías, libros y documentales recorrerán su vida e inundarán tiendas y medios de comunicación.

Cosas del destino, la efeméride coincide con otra en la que Francia vive envuelta estos días. El año que se cumple del enero negro por los atentados del semanario «Charlie Hebdo» y el supermercado judío, han eclipsado en cierta forma el tributo de Francia a Mitterrand. Sin embargo, el afecto persiste y dos décadas después de su muerte, un 60% de los franceses considera que Mitterrand fue un buen presidente según un sondeo publicado esta semana. Porcentaje que se dispara si hablamos de su implicación en política europea.

Tan cínico como erudito según sus próximos, muchos se preguntan qué queda de Mitterrand en la Francia del estado de emergencia que vive sumergida en continuos debates de identidad y con la omnipresente creencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No hay tribuna mediática estos días que no haga una comparativa más o menos acertada entre Mitterand y Hollande. Sorprenden algunas similitudes no tan evidentes: ambos se enfrentaron a periodos de pujanza del ultraderechista Frente Nacional (FN). A la formación de los Le Pen siempre le fue mejor con los socialistas en el Elíseo. Los dos también consiguieron anular al espectro político que existía a su izquierda: en 1981 los comunistas aún contaban con el 15% de los votos, para pasar a tan sólo el 6% en las siguientes elecciones presidenciales. Evolución similar ha tenido la izquierda radical con Hollande en el poder. Los dos tuvieron que superar críticas dentro de sus filas por acometer reformas poco ortodoxas dentro del socialismo para adaptarlo a la mundialización: las privatizaciones de Mitterrand, especialmente tras su primer mandato, tienen su eco en las reformas del ministro de economía actual, Emmanuel Macron, un socio-liberal que tiene de uñas a los sectores más izquierdistas del PS y que es el miembro del gabinete mejor valorado por los votantes de derechas.

Pero las similitudes entre Mitterrand y el actual jefe del Estado francés no están sólo en sus mandatos, también en sus raíces conservadoras. Mitterrand, de familia burguesa y católica, estuvo relacionado con movimientos de derecha en su juventud. Uno de los puntos controvertidos que siempre ha perseguido al ex mandatario estuvo en sus relaciones con la Francia de Vichy durante la ocupación, especialmente con René Bousquet, secretario general de la policía del régimen de Pétain. Su gusto por el secreto y la gestión de sus vidas privadas también son objeto de comparativa estos días, si bien conviene considerar el contexto temporal de cada uno: Mitterrand instaló un sistema de escuchas ilegales para proteger su poder y convirtió su vida privada en una cuestión de Estado. Ocultó un cáncer de próstata que arrastró durante sus 14 años en el Elíseo y del que murió pocos meses después de abandonar el poder. La recta final de su mandato estuvo protagonizada por la enfermedad y por la publicación de las fotografías con su hija secreta Mazarine en «Paris Match». Una hija reconocida legalmente en 1984, una década antes de que la opinión pública viera por primera vez su rostro.

Mazarine, escritora de 41 años en la actualidad, ha sido una de las invitadas este viernes a una cena en el Elíseo en la que Hollande ha reunido al círculo más próximo de Mitterrand. Allí se han juntado el ex ministro Jack Lang, Pierre Bergé, cofundador de la marca Yves Saint Lauren o la ex patrona de la nuclear Areva, Anne Lauvergeon. Hollande acudió a la tumba de Mitterrand en Jarnac, su pueblo natal cerca de Burdeos, junto a los hijos del ex presidente socialista. En la ceremonia varias rosas rojas fueron depositadas por anónimos así como una gran bandera europea. Dos símbolos imprescindibles para recordar a Mitterrand.