Crisis en Egipto
Los cristianos, en el punto de mira
El apoyo del Papa Tauadrus al Ejército vuelve a poner en la diana del odio islamista a coptos y católicos. Un joven sacerdote, primera víctima mortal
La minoría cristiana de Egipto se prepara para ser víctima, una vez más, de los conflictos políticos y la inestabilidad que vive el país, sobre todo después de que el patriarca de la Iglesia Copta tomara un papel activo en el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi. El pasado miércoles por la noche, el Papa Tauadrus II apareció en la televisión pública junto al ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, en el momento en que éste anunciaba el «golpe de Estado» contra el mandatario islamista.
Esto ha desatado la ira de sus seguidores, a los que a partir de ahora les será muy fácil responsabilizar y atacar a los cristianos por el derrocamiento de Mursi. De hecho, les han servido en bandeja la excusa perfecta para volver a adoptar represalias contra una comunidad que representa, entre católicos y coptos, cerca del diez por ciento de los 85 millones de egipcios.
«Es muy posible que los cristianos sean atacados para infundir el pánico y el miedo en toda la población, y esos ataques ya han comenzado», asegura a LA RAZÓN el portavoz de la Iglesia católica en Egipto, Rafik Grish. Ya en la madrugada de ayer, un joven sacerdote copto fue tiroteado en la ciudad de Al Arish, en el norte del Sinaí, muy cerca de la frontera con la franja de Gaza y donde los grupos islamistas radicales actúan libremente desde hace tiempo. No está claro si su asesinato está relacionado con la situación política, pero ya en días anteriores varios templos cristianos fueron atacados en la localidad de Qena y de Minya, y algunas casas de fieles de esta comunidad fueron incendiadas en Luxor (todas ellas localidades del valle del Nilo). Ayer, también, la Unión de Jóvenes de Maspero, una de las asociaciones anti Mursi, emitió un comunicado en el que denunció ataques de los Hermanos Musulmanes también en las ciudades de Towa, Sharm el Sheij y Marsa Matruh. «Demoled todas las iglesias; no va a detenernos en nuestra construcción de Egipto... Utilizaremos las piedras de nuestras iglesias para construir nuestra patria», añade la nota.
Grish explica a este periódico que se están tomando precauciones, como la clausura de algunas iglesias y colegios religiosos, pero advierte del peligro que conlleva que los propios líderes de los Hermanos Musulmanes estén promoviendo una «guerra civil».
El guía supremo del ya ex grupo gobernante, Mohamed Badie, atacó directamente al Papa Tauadrus ante centenares de miles de seguidores y dijo que éste no puede hablar en nombre de todos los cristianos de Egipto. Pero lo cierto es que esta comunidad apoyó mayoritariamente tanto el movimiento de protesta en contra de Mursi, como su deposición por parte de los militares. El propio Papa Tauadrus había elogiado al grupo Tamarrud cuando empezó la campaña de recogida de firmas y que acabó con el derrocamiento de Mursi. «Esto no es un golpe de Estado, es una revolución: el pueblo pidió al Ejército que apartara a Mursi del poder», asegura Grish, que comparte plenamente la posición de Tauadrus.
Los cristianos, al igual que el resto de los egipcios, son conscientes de que las cosas no serán fáciles ahora y de que será vertida más sangre. «Tenemos que pagar el precio para ser libres», asegura a LA RAZÓN Azmy, un hombre de mediana edad perteneciente a esa clase media-alta cristiana que vivía atemorizada bajo el Gobierno de los Hermanos Musulmanes. «Tenemos que ser pacientes y tener fe en nuestras fuerzas de seguridad. El Ejército y la Policía controlarán la situación y acabarán con ellos (los islamistas)», añade.
La minoría cristiana confía ahora en contar con el apoyo y la protección de los militares, después de haberse aliado con ellos, pero cuando éstos gobernaron el país entre la revolución del 2011 y la elección de Mursi, no evitaron los muchísimos ataques sectarios, que aumentaron en ese periodo. El propio Ejército perpetró la mayor matanza de cristianos a manos del Estado egipcio: más de 25 personas fallecieron, muchas de ellas aplastadas por los blindados que se lanzaron sobre una manifestación pacífica de activistas cristianos en octubre de 2011 en El Cairo. Los cristianos vuelven a ser rehenes de un Estado que jamás los ha protegido de verdad, y del miedo a los islamistas, para los que siempre han sido el blanco fácil.
Los coptos, los grandes olvidados
La minoría cristiana, que representa un 10% de la población, siempre se ha visto excluída de la vida política del país y nunca ha contado con representantes que defiendan sus intereses. El presidente Mursi prometió nombrar a algún asistente o ayudante copto, pero el único que aceptó acompañarle fue un miembro de su partido, de fe cristiana. En el actual proceso de transición, tampoco parece que la comunidad vaya a contar con representación, a pesar de que, por primera vez en décadas, la Iglesia Copta ha abandonado su postura neutral y ha entrado en la arena política.
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