Macri remodelará su Gobierno antes de aplicar el ajuste del FMI

Un hombre sostiene una pancarta contra las políticas de ajuste del presidente Mauricio Macri, a la salida de una oficina de cambio de Buenos Aires.

Nuevos cambios que generan incertidumbre. La Quinta de Olivos –casa presidencial– es el agitado epicentro de un terremoto, una serie de encuentros del presidente de Argentina, Mauricio Macri, con sus colaboradores más cercanos con una conclusión: reducir drásticamente el número de ministerios y renacer de las cenizas como un ave fénix. La Administración pretende un gobierno muy acotado, con 13 ministros menos. Serían cesados de su actual función dos hombres que, sin cargo ministerial, han sido fundamentales en el Gobierno macrista: los vicejefes de Gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Fuentes de la Casa Rosada indican que «es casi un hecho» que en las próximas horas se aprobará la salida de ambos. En cambio, está confirmada la continuidad del jefe de Gabinete, Marcos Peña, el «número dos» del Gobierno y mano derecha de Macri.

La reestructuración interna obligará a fusiones (como Seguridad y Defensa) y la degradación a secretarías de Estado de algunos ministerios (Medio Ambiente, Cultura, Ciencia, Salud, Agroindustria, Energía o Transporte). Modernización podría unirse con Trabajo o convertirse en un apéndice de la Jefatura de Gabinete, indicaron las fuentes.

Macri mantendrá conversaciones en paralelo con su equipo para atar el paquete económico con el que responderá a la crisis cambiaria y que se llevará a Washington para renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se resolvió recurrir a la partida extra que ya se había negociado con el FMI para casos de necesidad, que representa unos 13.500 millones de dólares, un 0,2% del PIB. Esos fondos se aplicarán a un incremento de las partidas para la Asignación Universal por Hijo (AUH), una de las subvenciones principales heredadas de la era kirchnerista. También se evalúa congelar los precios para productos alimenticios básicos y un beneficio para el transporte. Básicamente todas las tarifas impopulares que implantó la nueva Administración. Supone, por tanto, un paso atrás, una especie de señal de arrepentimiento, lo que añade inestabilidad.

Por su parte el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, viajó ayer a Washington para acordar los términos de una nueva ayuda del FMI tras una semana de frenética caída del peso. La crisis cambiaria iniciada en abril llegó a su clímax la semana pasada, cuando el peso se derrumbó un 20% frente al dólar en dos días, para recuperarse tibiamente el viernes merced a subir al 60% los tipos de interés y millonarias ventas del Banco Central.

La moneda cayó en un precipicio después de que Mauricio Macri explicara que había solicitado el adelanto de desembolsos al FMI. La respuesta de los mercados expuso la magnitud de la crisis de confianza en el Gobierno y en su capacidad de pagar las deudas con el acecho de una nueva recesión descontada por los analistas.

Para apaciguar a los mercados, Macri solicitó al FMI que adelante «todos los fondos necesarios» del acuerdo de 50.000 millones de dólares acordado en junio. Espera así cubrir las necesidades financieras de 2019, cuando termina su mandato. Tras las palabras presidenciales se agudizó la depreciación y el peso se vendió el jueves a 41 pesos por dólar. Fue «un paso en falso de Macri», sostuvo el sociólogo Marcos Novaro, quien avisó de cambios en el Gabinete cuando las turbulencias financieras se hayan calmado.

Desde que asumió el poder en diciembre de 2015, el Gobierno de centro derecha impulsó un drástico recorte de gastos del Estado con la eliminación de subsidios, despidos y congelamiento de contrataciones en la administración pública, entre otras medidas de ajuste fiscal para reducir el déficit.