Crisis política en Francia

Lombard y Faure, favoritos para suceder al primer ministro francés Bayrou

Las quinielas para la sucesión se han activado en los últimos días

Francia.- Francia se encamina a una nueva crisis política con Macron cada vez más debilitado
Francia se encamina a una nueva crisis política con Macron cada vez más debilitadoEuropa Press

La anunciada caída de Bayrou ha tenido por consecuencia la apertura de las quinielas para buscar su sucesión. El hecho de que Macron esté valorando la opción de un primer ministro socialista condiciona los nombres que aparecen estos días en la prensa francesa como favoritos para el recambio. Hay dos nombres que suenan con fuerza, los del actual ministro de Economía, Eric Lombard y el actual secretario general del PS, Olivier Faure. A ojos de Macron, el perfil de Lombard convence por su conocimiento del mundo económico y por ser el autor del borrador de los presupuestos. Pero justo esa condición es la que podría provocar reticencias en sectores socialdemócratas donde algunos le apodan «el hombre de los 44.000 millones» según fuentes consultadas por la cadena BFM. Lombard es un gran experto en banca. Trabajó durante casi dos décadas en BNP Paribas llegando a triplicar la filial aseguradora de dicho grupo bancario. Y aunque su pasado está vinculado al PS, no es «el típico perfil de izquierdas que piensa que la banca y los ricos sean el origen del mal», según cuenta un consejero ministerial a la misma cadena. Lombard contaría en su activo con el beneplácito de la derecha moderada.

Sin embargo, la mayoría de diputados socialistas se muestran claramente favorables a la opción de Olivier Faure, el actual líder del partido que fue reelegido antes de verano a la cabeza del PS. Faure es un moderado que lleva militando en el PS desde joven, donde comenzó en las filas del rocardismo —el contrapunto socialdemócrata del exprimer ministro Michel Rocard al «monarquismo» republicano de Mitterrand— y ha trabajado con varios gabinetes ministeriales. Hijo de un francés y una vietnamita, criado en Orleans, educado fuera de los circuitos de la élite francesa, a diferencia de otros consagrados líderes socialistas, Faure ha apostado siempre por una voz propia de izquierdas europeísta en años díficiles para una formación que tuvo que abandonar su histórica sede en la calle Solferino. Durante la larga travesía en el desierto que ha tenido el PS desde que Hollande abandonase el poder, Faure ha intentando ampliar ese espectro fagocitado entre Macron (por su derecha) y Mélenchon (por la izquierda).

Un difícil equilibrio en el que ha intentado que la socialdemocracia francesa no desapareciese definitivamente del mapa político, más allá de la alcaldía de París, que durante este tiempo ha conservado Anne Hidalgo. La jugada estratégica de pactar con el resto de la izquierda la coalición del Nuevo Frente Popular en las pasadas legislativas permitió al PS duplicar su número de escaños hasta 66, pero desde entonces sus disputas con Mélenchon han evidenciado la fragilidad del bloque de izquierdas, sobre todo a partir de las derivas antisemitas del líder de la izquierda radical y sus posiciones cada vez más mesiánicas. La entrada del PS en el gobierno supondría ya no sólo una ruptura total con La Francia Insumisa, prácticamente consumada, sino incluso la apertura de una guerra dentro de la izquierda de cara a las municipales de 2026 y probablemente finiquitaría la posibilidad de presentar un candidato único de izquierdas a las presidenciales de 2027. Faure ya ha señalado que no ha hablado con Mélenchon desde hace dos años, lo que prueba la ruptura de sus relaciones.

Hace diez días, Faure presentaba un plan de presupuestos alternativo al de Bayrou, queriendo demostrar una vía constructiva frente al resto de la oposición que se concentra en repetir las consignas contra Macron. El líder socialista presentó un plan que permite 21.600 millones de ahorro, la mitad del de Bayrou y que según sus propias palabras permite “reducir la deuda y relanzar la actividad”. Faure ha hecho notar que su intención sería aplicar el llamado ‘impuesto Zucman’ que supondría un gravamen del 2 % a los patrimonios superiores a los 100 millones de euros.