Francia

Macron sacrifica a Borne para impulsar el resto de su mandato

El presidente francés ultima una remodelación del Gobierno de cara a las europeas y los Juegos Olímpicos de París

 Emmanuel Macron mueve ficha para relanzar su segundo quinquenio tras un año y medio de protestas en la calle, fisuras en su hipercentro parlamentario y muchas penurias para articular mayorías parlamentarias. La hasta ahora primera ministra, Élisabeth Borne, presentaba su dimisión en la tarde de este lunes que era “aceptada” por el presidente. Una forma elegantemente diplomática de explicar lo que en la práctica es al revés: Macron inducía la dimisión y con ella, una remodelación de gobierno que iremos conociendo en las próximas horas. Al cierre de esta edición aún no había sido oficializado el nombre del nuevo primer ministro, aunque durante toda la tarde varios medios franceses han repetido con insistencia el nombre del joven ministro de Educación, Gabriel Attal.

Los rumores sobre un eventual cambio de gobierno y de primer ministro venían reproduciéndose desde el pasado mes de diciembre con insistencia tras la crisis que la reforma migratoria había creado en el ala progresista del Ejecutivo. Macron logró salvar in extremis su ley migratoria tras un conato de rebelión en su Gobierno después de pactarla con la derecha de Los Republicanos que exigieron endurecer varios de sus puntos. Destacados diputados del bloque presidencial votaron en contra de la versión final del proyecto por considerarla demasiado derechizada. Varios ministros amenazaron con dimitir aunque finalmente sólo uno, el ex titular de Sanidad, Aurélien Rousseau, hizo efectiva la amenaza. El voto a favor de Le Pen fue un regalo envenenado para Macron que hizo explotar toda aquella crisis. Este capítulo volvió a poner de manifiesto la fragilidad parlamentaria con la que Macron está obligado a lidiar en este segundo quinquenio. La cantidad de veces que la hasta ahora primera ministra, Elisabeth Borne, había tenido que recurrir a gobernar a golpe de decreto -23- es el signo más visible de esa pérdida de mayoría que las legislativas de 2022 propinaron a Macron. Sin duda, la aprobación por decreto de la sensible reforma de las pensiones el año pasado y su fuerte contestación en las calles fue el episodio que más desgastó al gobierno de una Elisabeth Borne que ha estado en varias ocasiones al borde del precipicio, en cuanto a lo que mantenerse en el cargo se refiere.

La búsqueda de un perfil negociador como primer ministro se había convertido en una ardua tarea para Macron. Los analistas venían privilegiando para el cargo nombres con un peso más político y menos técnico que el de Borne. A todo ello hay que añadir una variable más: la personal. Entre Macron y Borne nunca hubo sintonía. El perfil técnico, austero, de trabajadora infatigable -reconocido por la opinión pública- poco amiga de la floritura de Borne poco casaba con la grandilocuencia del presidente. Los desacuerdos entre ambos han sido motivo de varias correcciones -algunas con un punto humillante- de Macron hacia Borne. Sin embargo, a Borne también se le había reprochado la falta de cintura política a la hora de alcanzar pactos en la Asamblea Nacional y cómo esto ha podido lastrar este arranque de segundo -y último- quinquenio macronista.

En su tradicional discurso televisivo de fin de año, Macron ofreció un breve balance de los meses transcurridos y subrayó que “el año 2024 debe ser, ante todo, un año de determinación”. Esa determinación le había sido exigida por algunos de sus socios parlamentarios con el objetivo de dar un impulso a su quinquenio tras el desgaste de las reformas del año pasado. Teniendo en cuenta el horizonte de los Juegos Olímpicos, cita marcada en rojo en el calendario de este año, éste era el momento para remodelar el gobierno. Ahora vendrá lo duro. Las fisuras existen, sobre todo dentro del propio bloque presidencial y el nuevo primer ministro tendrá que subsanarlas.

Attal es el nombre que más sonaba en las últimas horas para emplazar a Borne. Algunas televisiones como BFMTV apostaban por el joven ministro de Educación. A sus 34 años se convertiría en el primer ministro más joven de Francia, tras haber pasado por los ministerios de Cuentas públicas, Educación nacional y haber sido portavoz del gobierno entre 2020 y 2022. Militante del partido socialista entre 2006 y 2016, Attal es un apoyo fiel de Macron desde que el joven presidente francés decidiese lanzarse a la carrera al Elíseo desde el ministerio de Economía en tiempos del presidente Hollande. Sus posiciones contundentes en el ministerio de Educación en asuntos como la abaya o túnica islámica o sobre la mano dura con alumnos que se saltan principios laicos han hecho de Attal un ministro popular y al mismo tiempo, con fama de trabajador. Tanto como para llegar a ocupar el puesto número número en el ránking de popularidad del consejo de ministros.