Violencia criminal

Más de 200 niños son secuestrados por hombres armados en una escuela de Nigeria

El estado de Kaduna, donde se registró el secuestro masivo, es conocido por la proliferación de bandas criminales dedicadas a los secuestros, el tráfico de drogas y el asalto de carreteras

People gather around an area were gunmen kidnapped school children in Chikun, Nigeria, Thursday, March 7, 2024. Gunmen attacked a school in Nigeria's northwest region Thursday morning and abducted at least 287 students, the headteacher told authorities, marking the second mass abduction in the West African nation in less than a week. (AP Photo)
Residentes de Kuriga tras el secuestro de 200 niñosASSOCIATED PRESSAgencia AP

Más de 200 alumnos fueron secuestrados por hombres armados que irrumpieron en una escuela de la localidad de Kuriga, en el estado de Kaduna, Nigeria. El secuestro, que tuvo lugar durante la mañana del jueves, se considera el más numeroso en Nigeria desde 2021: según los primeros datos ofrecidos por las autoridades escolares, 187 niños fueron secuestrados en la sección de secundaria y otros 40 se contabilizaron desaparecidos en primaria.

Aunque la policía local todavía no ha querido pronunciarse al respecto, los padres afectados han criticado ante los medios de comunicación la falta de seguridad que se vive en el país y pidieron al Gobierno que estreche las medidas de seguridad. Los testigos de lo sucedido afirmaron que los atacantes secuestraron inicialmente a 100 niños en primaria, muchos de los cuales escaparon; volviendo a por ellos, regresaron a la escuela y se enfrentaron a los vigilantes locales, que no fueron capaces de repeler el ataque ni de evitar que decenas de alumnos de secundaria fueran igualmente secuestrados en esta segunda incursión.

Una de las mayores incógnitas del proceso consiste en conocer el número exacto de estudiantes desaparecidos. Uba Sani, gobernador del estado de Kaduna, acudió al lugar de los hechos para mostrar su apoyo a las víctimas, pero omitió comentar cuántos niños habían sido secuestrados. La policía tampoco ha arrojado cifras. Únicamente se conocen los números estipulados por los padres y las autoridades escolares.

Los secuestros en el estado de Kaduna, Nigeria, son un mal habitual. La zona vive afectada por la violencia generada a partir del conflicto entre pastores fulani y agricultores locales, que ha derivado con el curso de los años en nuevas dinámicas violentas que se vinculan a la proliferación de bandas criminales. Éstas se dedican al asalto de carreteras y caminos, al tráfico de drogas y al secuestro de ciudadanos por los que pedir un rescate. Los rescates no son demasiado elevados en la mayoría de los casos y dependen directamente del poder adquisitivo de la víctima y de su familia. Este periodista entrevistó en el mes de octubre a supervivientes de secuestros en Zaria (ciudad más poblada del estado de Kaduna) y narraron el mismo modus operandi en cada una de las ocasiones:

Los secuestradores acceden a sus víctimas, armados y utilizando la intimidación antes que la violencia para llevárselas consigo. Después de abandonar la localidad de turno y de caminar durante horas (algunos hablaron de dos días de marcha) atravesando bosques y cruzando de forma intermitente comunidades rurales, los bandidos y los secuestrados concluyen el viaje en los estados de Níger o Zamfara. Son ocultados en un bosque y atados a los árboles durante el tiempo necesario hasta que se pague su rescate. Y son los secuestradores quienes animan a las víctimas a llamar a sus propias familias para discutir el dinero que pueden pagar y encargarse ellos mismos de la negociación por su pellejo. A veces, las mejores de las veces, son 10.000 euros de rescate. Otras, cuando el secuestrado pertenece a una familia humilde, no pasa de 70 euros. En algunas zonas de Nigeria, lamentablemente, pueden secuestrarte para llenar el depósito del coche.

De hecho, la localidad de Kuriga, que es donde se ha registrado este último secuestro masivo, se encuentra ubicada en la frontera entre los estados de Kaduna y Níger. Es muy probable que los niños hayan sido llevados a Níger (no confundir con la nación que lleva el mismo nombre), donde serán retenidos en pésimas condiciones de salubridad y alimentación hasta que se pague su rescate. Si se paga. Los trabajos forzados y la muerte son alternativas factibles para quienes no tengan esa suerte.

Docenas de mujeres secuestradas en Borno

Aunque no deben confundirse este tipo de secuestros con los sucedidos en el norte de Nigeria, especialmente en el estado de Borno, donde los miembros del grupo yihadista Boko Haram secuestran habitualmente a niñas o mujeres para convertirlas a punta de pistola en “bush-wives”, esposas del bosque. Los objetivos del secuestro y la naturaleza de los grupos armados difieren cuando se mencionan las bandas criminales que proliferan en Kaduna y otras zonas del centro de Nigeria. Un ejemplo reciente de los secuestros perpetrados por los yihadistas podría encontrarse en el campamento de desplazados de Gamboru Ngala, estado de Borno, donde viven miles de familias que fueron previamente expulsadas por Boko Haram de sus hogares: docenas de mujeres fueron secuestradas aquí durante la mañana del pasado domingo.

Son docenas porque, otra vez, los números bailan inexactos como producto de la catastrófica gestión de las autoridades del Estado. Un coordinador local de Naciones Unidas aseguró que fueron 200 mujeres secuestradas. Los desplazados hablan de 113 desparecidas. Un líder local, conocido como Shehu Mada, afirmó a la agencia de noticias AFP que 47 mujeres fueron secuestradas y que el resto consiguió escapar a tiempo de sus captores. Igual que ha ocurrido con el secuestro de la escuela de Kuriga, las autoridades policiales no han ofrecido un número exacto al que agarrarse. Aseguran que el 95% de los combatientes de Boko Haram están muertos o encarcelados, y no se explican cómo puede el grupo yihadista acometer acciones de semejante envergadura.

Son habituales las agresiones de yihadistas o de pastores fulani contra campamentos de civiles desplazados y que fueron previamente atacados y expulsados de sus hogares. Es como un golpe de gracia, definitivo. Atacan sus hogares y se los roban, obligándoles a vivir durante lustros entre los charcos de las tiendas de desplazados; el Estado no reacciona; y los yihadistas y los pastores fulani radicalizados, a sabiendas de su impunidad, atacan también los campos de desplazados (en Kaduna, Plateau, Borno, Benue, etc.) para llevarse a las mujeres y abusar de ellas entre los arbustos. Todo esto forma parte de una epidemia de secuestros en Nigeria, donde sólo en 2023 fueron abducidas hasta 3.600 personas. El número no considera, sin embargo, los secuestros que no son denunciados a la policía o que directamente no se han contabilizado, tal y como ha ocurrido en los dos últimos casos expuestos. Quien dice 3.600, dice 4.000 o 4.600. Números al azar que, antes de enfrentarse al silencio mediático internacional, chocan desagradablemente con la indiferencia de sus propias autoridades.