
Sudán
Más de 460 muertos por ataques a una maternidad de El Fasher (Sudán)
Desde el estallido del conflicto en 2023, la OMS ha constatado más de 1.200 muertos por 185 ataques contra objetivos médicos

Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) capturaron el domingo el cuartel de la 6ª División del ejército sudanés, en la ciudad de El Fasher. Con esta última acción, y tras más de 500 días de asedio, la capital de Darfur Norte cayó en manos del grupo paramilitar financiado por Emiratos Árabes Unidos y se desató el horror. Y las FAR hicieron como en Geneina en 2023, como hacían cuando formaban parte de las milicias janjaweed en 2003, como todos los expertos y analistas avisaron que harían en cuanto El Fasher cayera en sus manos.
Pronto empezaron a difundirse los vídeos de la masacre. En ellos aparecen hombres que suplican por sus vidas antes de ser ametrallados por un crío, prisioneros que no emiten una queja cuando son ejecutados, mujeres que chillan, cuerpos amontonados en zanjas, jovencitos riendo mientras disparan a los cadáveres, pedazos de carne que saltan por los aires, posturas grotescas e inmóviles, carreras en zigzag para salvar la vida, música que acompaña al jolgorio de los genocidas en su fiesta de la muerte, que recuerda a las barbaries que la civilización juró que nunca volverían a ocurrir y que siempre vuelven.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos habla de "informes múltiples y alarmantes" de atrocidades cometidas por la FAR: ejecuciones en grupo, violencia sexual, ataques deliberados contra civiles y hospitales, y un patrón que, en palabras del propio organismo, apunta a motivaciones étnicas. Las llamadas Fuerzas Conjuntas, aliadas del ejército regular, acusaron a las RSF de haber "ejecutado a más de 2.000 civiles desarmados" en cuestión de horas, en operaciones casa por casa y a plena luz del día.

La última de las masacres para la ignominia, confirmada este miércoles por la Organización Mundial de la Salud, ha ocurrido en el Hospital Materno Saudí de El Fasher. Aproximadamente 460 personas han sido asesinadas por los paramilitares, incluyendo médicos, pacientes y sus familiares y acompañantes. Esa misma tarde circuló en redes un vídeo posterior a la matanza y donde aparecen como una única alfombra los cadáveres que dificultan las pisadas a sus asesinos.
Por otro lado, imágenes de satélite de la Humanitarian Research Lab de la Universidad de Yale muestran evidencias de posibles ejecuciones masivas alrededor del hospital y en otros puntos de la ciudad.
Aunque no es la primera vez que las FAR atacan hospitales. En junio de 2024, combatientes de la milicia abrieron fuego dentro del Hospital del Sur de El Fasher y lo saquearon; en enero de 2025, la OMS ya denunció la matanza con drones de más de 70 personas en el mismo Hospital Materno Saudí que es hoy noticia; y en mayo, otro ataque con dron en un hospital de El Obeid dejó seis víctimas fatales.
Son patrones que se repiten mientras que apenas Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido y Canadá han ejecutado tímidas sanciones contra los responsables de la barbarie. El resto del mundo las ignora. Y la desproporción entre la magnitud del crimen y la tibieza internacional revela hasta qué punto ha quedado Sudán fuera del mapa moral y estratégico del mundo.
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