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Más autonomía para Escocia tras una gran campaña del «Sí»

Pese al triunfo del «no» en el referéndum, el líder independentista Alex Salmond sale victorioso al haber conseguido más autonomía para Escocia y más poderes fiscales y de gestión de los servicios públicos.

Pese al triunfo del "no"en el referéndum, el líder independentista Alex Salmond sale victorioso al haber conseguido más autonomía para Escocia y haber orquestado un ejercicio de democracia ejemplar.

Aun teniendo que encajar el revés del resultado, Salmond, posiblemente el político más habilidoso del Reino Unido, sabe que se ha labrado un lugar en la historia por ser quien por primera vez dio al pueblo escocés la oportunidad de decidir su futuro.

Además, el plebiscito en Escocia, que se desarrolló por consenso, sin incidencias y en un ambiente hasta festivo, es ya un referente sin parangón para procesos similares en Europa y en el resto del mundo.

Con el eventual beneplácito de Londres, el líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) cumplió la ambiciosa promesa electoral que hizo cuando, también marcando precedente, conquistó la mayoría absoluta en el Parlamento escocés en mayo de 2011.

Su primer gran logro fue conseguir que el primer ministro británico, David Cameron, firmara en 2012 el acuerdo de Edimburgo, que sentó las bases del referéndum, y que accediera además a rebajar la edad de voto de los 18 a los 16 años, otra novedad en este país.

Con los jóvenes ahora atentos, desde el primer día se esforzó por encabezar, con la ayuda de su mano derecha, la viceprimera ministra Nicola Sturgeon, una campaña positiva de esperanza y cambio que consiguió movilizar a una amplia masa social.

La campaña del "sí", de la que proliferaron multitud de asociaciones ciudadanas de diversa índole, contrastó con el negativismo de la del "no", que subrayó los riesgos, peligros y pérdidas que sobrevendrían con la independencia.

Aunque al final no trajo la victoria, el movimiento independentista hizo que la sociedad escocesa, y sobre todo los jóvenes desencantados con la política, se implicaran de nuevo y se plantearan con entusiasmo qué país querían, con la posibilidad real de cambiarlo.

Esta masa social ahora movilizada es la que puede pedirle cuentas en un futuro al ministro principal escocés si, pasado el furor del referéndum, no gestiona para su beneficio las competencias que ha conseguido para Escocia.

Y es que el otro gran logro de Alex Salmond es haber conseguido que, a última hora y presa del pánico, los tres principales partidos parlamentarios británicos se comprometieran a cederle competencias a Edimburgo.

Con un calendario acordado en vísperas del plebiscito, el Gobierno de Londres debe empezar desde hoy mismo a trazar el plan por el que el Parlamento de Holyrood recibirá más poderes fiscales y de gestión de los servicios públicos.

En los próximos días, Salmond deberá concentrar todo su empeño en obtener todo lo que pueda para Escocia, pues de ello dependerá su supervivencia en el poder cuando en 2016 vuelva a someterse al veredicto de las urnas.

Si una cosa quedó clara durante la campaña es que muchos escoceses vieron la independencia no como una expresión de su nacionalismo sino como una posibilidad de aplicar políticas distintas a las aplicadas desde Londres.

Otro reto a corto plazo para Salmond será restablecer la moral abatida de quienes soñaban con el autogobierno, así como recomponer la unidad de una nación algo tocada por las inevitables fricciones y divisiones que ha causado este debate.

Es previsible que Salmond, con su característico pragmatismo -combinado con el estoicismo de los escoceses-, lo conseguirá.

Ya durante la campaña, el líder del SNP consiguió lanzar un mensaje independentista sin caer nunca en el nacionalismo excluyente, sin duda otro precedente internacional.