Turquía
Erdogan pide la pena de muerte al Parlamento
Una concentración de más de un millón de turcos «bendice» la deriva autoritaria del presidente, que promete nuevas purgas
Una concentración de más de un millón de turcos «bendice» la deriva autoritaria del presidente, que promete nuevas purgas.
Más de un millón de personas inundaron ayer las calles del centro de Estambul para apoyar al presidente turco, Recep Tayip Erdogan, después del fallido de golpe de Estado el pasado 15 de julio. La multitudinaria marcha antigolpista «por la democracia y los mártires» ha sido el colofón de una serie de protestas callejeras que se han sucedido cada noche desde que hace casi un mes un grupo de militares «rebeldes» intentara sin éxito derrocar al mandatario turco. Para los opositores de Erdogan, la fallida asonada ha sido el último empujón para otorgarle el poder absoluto. El «sultán» turco se ha hecho con el control militar, judicial y de los medios de comunicación críticos. La masiva purga se ha saldado con unas 60.000 destituciones y detenciones, sobre todo en el Ejército, la Justicia, la Prensa y la Educación. Ahora desde su tribuna observa henchido cómo un grueso grupo de la población turca le sigue dando la razón a sus políticas autoritarias y al atropello de las libertades democráticas.
De hecho, durante su intervención aseguró que defenderá la restauración de la pena de muerte en Turquía, «dado que se utiliza en la mayor parte del mundo» y es una demanda del pueblo. «El Parlamento debe decidir sobre la pena de muerte. Si lo aprueba, yo lo firmaré», afirmó. Erdogan reiteró así una posición que ya expresó varias veces en las últimas semanas, aduciendo que «el pueblo lo pide» y, subrayó que «si la gente lo quiere, los partidos deben respetar su voluntad». Argumentó que la pena capital «se utiliza en Estados Unidos, en Japón, en China... Se utiliza en la mayor parte del mundo, y se ha utilizado en Turquía hasta 1984». Las últimas ejecuciones en el país tuvieron lugar en 1984, cuatro años después del golpe militar de 1980 que hizo un amplio uso de esa condena, pero la abolición legal de este castigo sólo llegó en 2004.
Sin duda, ayer fue un día de gloria para Erdogan. Un mar de banderas turcas cubrió el recinto Yenikapi de Estambul. Era tal la multitud congregada que muchos de sus acólitos tuvieron que hacer cola para poder entrar en el espacio habilitado para la marcha. Cerca de 15.000 policías fueron desplegados para proporcionar seguridad en el evento. También se establecieron baterías antiaéreas para proteger el recinto, mientras dos helicópteros daban pasadas desde el aire. Miles de autobuses y más de 200 barcos se encargaron de llevar a los asistentes a la zona, donde pasaron a través de 165 detectores de metales antes de recibir gorras y banderas nacionales para la ocasión.
Los manifestantes antogolpistas enarbolaban la insignia roja y blanca, mientras otros asían pancartas en las que se podía leer: «Erdogan es un regalo de Dios» o «Moriríamos por el presidente», así como fotografías del jefe del Estado y del fundador de la república, Mustafa Kemal Atatürk. El mitin masivo, organizado por el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), por primera vez en muchos años contó con el apoyo de los dirigentes de los partidos de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu (CHP) y el nacionalista Devlet Bahçeli (MHP), exceptuando a Selahattin Demirtas, presidente del partido izquierdista y prokurdo HDP, que no fue invitado.
La ceremonia comenzó con el himno nacional, seguido de una lectura del corán y una oración en memoria de las 240 víctimas del golpe, entre civiles y fuerzas leales al Gobierno. En el lugar del evento se encontraban el ex presidente Abdulá Gul, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Hulusi Akar, secuestrado momentáneamente por los golpistas la noche de la fallida asonada, y el director de la Oficina de Asuntos Religiosos de Turquía, Mehmet Grmez, así como el primer ministro del país, Binali Yildirim, quien prometió llevar al opositor Fetullah Gülen ante la Justicia. «No será un acto de venganza: será un acto legal», aseguró. El Gobierno de Turquía responsabiliza al clérigoexiliado en Estados Unidos del intento de derrocarlo y exige su extradición. El sábado por la noche Erdogan dijo que «la amenaza del golpe no se ha superado aún», y prometió continuar sin descanso las purgas en la Administración para apartar a simpatizantes de la cofradía islamista de Gülen. Hasta ahora, unas 18.000 personas han sido detenidas por supuestos lazos con esta secta.
Las cifras de la represión tras el golpe
Muchas han sido las víctimas de la purga llevada a cabo en Turquía a raíz del golpe de estado fallido. Menos de un mes después del levantamiento militar, los números hablan por sí solos. No ha trascendido la cifra oficial, pero la prensa calcula que más de 60.000 personas habrían sido ya investigadas por su relación con el suceso. Muchos han sido suspendidos de empleo, o despedidos, pero no son pocos los que han sido detenidos, o los que permanecen arrestados: casi 18.700 en el primer caso, 10.137 en el segundo, según cifras ofrecidas por el mismo presidente Erdogan. Se les ha cancelado el pasaporte a casi 50.000 personas. Esta purga ha afectado especialmente al Ejército, pero también al sector judicial, al docente y al periodístico, entre otros. De hecho, unos de los últimos en ser objetivo de órdenes de captura han sido 89 informadores.
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