Crisis en Mali

París quiere evitar una «guerra colonialista»

Hollande niega intereses económicos en la misión de Mali, pese a actuar de forma unilateral, y espera el refuerzo africano

Soldados franceses se preparan para nuevas operaciones, ayer, en un hangar de la capital de Mali, Bamako
Soldados franceses se preparan para nuevas operaciones, ayer, en un hangar de la capital de Mali, Bamakolarazon

Si aún quedaban dudas sobre los porqués de la intervención francesa en Mali, François Hollande las despejó ayer todas, o casi. Mientras se espera el despliegue de las fuerzas africanas con cerca de 3.300 hombres, Francia continuará liderando la ofensiva que inició el viernes contra las milicias salafistas hasta que pueda pasar el testigo. «No tenemos vocación de permanecer en Mali», reiteró ayer el presidente francés desde Dubái tras recabar un velado apoyo de los Emiratos Árabes Unidos que podría traducirse en una potencial «ayuda militar». Aunque se ha puesto como compromiso que cuando su Ejército abandone Mali, haya «unas autoridades legítimas, un proceso electoral y no queden terroristas».

En cualquier caso, el socialista quiso dejar claro que la actuación militar gala se producía «dentro de la legalidad internacional», «en nombre de la ONU», «por un periodo excepcional y un tiempo limitado». Francia, que interviene como «país amigo», aseguró, «no tiene ningún interés» salvo sus propios nacionales, unos 6.000 en la región sur de Bamako.

Durante décadas, París ha ejercido de «gendarme» en África, defendiendo regímenes de dudosa democracia y grandes empresas con intereses muy particulares. «Esto nada tiene que ver con políticas de otro tiempo», dijo Hollande refiriéndose a su decisión de acudir al rescate de Mali tras la petición de ayuda expresa por parte de este país. La misión gala se resume en tres objetivos, según explicó ante la Prensa el mandatario: detener la agresión terrorista, proteger Bamako y permitir a Mali recobrar su integridad territorial, tarea que competerá a la fuerza de intervención africana con apoyo militar francés. «Son los africanos los que han de garantizar su propia protección», zanjó Hollande saliendo al paso de eventuales acusaciones de tipo «colonialista».

Sobre los terroristas, no pudo ser más explícito: «El objetivo es destruirlos. Atraparlos, detenerlos y tratar de que no puedan hacer más daño». Los yihadistas retienen a ocho rehenes franceses cuyas vidas peligran aún más desde que Francia lanzara la «Operación Serval». Sin embargo, para Hollande, que prometió hacer todo lo posible para liberarlos, «la intervención era la única solución». Y designó al terrorismo, «que amenaza Mali, África y Europa», como «único adversario».

Conforme avanza la operación sobre el terreno, donde los bombardeos selectivos se han intensificado en las últimas horas y se siguen concentrando en el centro-oeste de Mali para recuperar la ciudad de Diabali, los detalles operativos se van precisando. Ayer llegó a Bamako una columna de blindados franceses procedente de Costa de Marfil para completar un contingente de 800 hombres que progresivamente aumentará hasta los 2.500, según el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian. Las primeras incursiones terrestres se preparan ayer en la capital de Mali, desde donde partieron una treintena de blindados en ruta hacia el norte, ampliando los ataques, hasta ahora, exclusivamente aéreos.

En seis días de contraofensiva frente a los islamistas, las fuerzas franco-malienses han conseguido liberar ciudades como Konna y Douentza, y desmantelar bastiones como Goa, en el norte y este de Mali, donde facciones de Ansar al Din, AQMI y MUJAO se han replegado. Sin embargo, París reconoce que se enfrente a un adversario «ágil, determinado, muy bien equipado y entrenado y dispuesto a camuflarse en el relieve y la vegetación». La guerra ha provocado ya el éxodo de 150.000 personas, según ACNUR.

En Francia, el primer ministro se felicitaba de la unidad sin fisuras de los principales partidos sobre la intervención militar, que hoy será debatida en la Asamblea Nacional, aunque sin votación.

Homenaje al piloto fallecido

El jefe de batallón Damien Boiteux, de 41 años y piloto de helicóptero de las fuerzas especiales, ha sido la primera víctima francesa de la guerra en Mali. El primero en «morir por Francia» en este conflicto. Ayer, la nación le rindió un solemne homenaje en los Inválidos de París, donde el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, destacó «el compromiso de una vida consagrada a la defensa de nuestro país. Hasta el sacrificio último». El militar, que deja a una viuda y un hijo, fue investido caballero de la Legión de Honor. Sobre su féretro figuraba la Cruz de esta orden.