Francia
Los programas de Le Pen y de la izquierda alarman a los mercados
Los inversores avisan de que su prometido aumento del gasto disparará el déficit público y la deuda francesa
Las elecciones legislativas anticipadas en Francia y el escenario desconocido al que el país se ve arrastrado inquietan a los mercados. Desde que se conoció la decisión de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional, el terremoto político de alianzas también ha salpicado la economía. La prima de riesgo de Francia se ha ampliado hasta los mismos niveles que la de Portugal y hasta máximos de 2017, algo impensable en otros tiempos. La bolsa también está notando los efectos. La semana pasada perdió un 6%, borrando todas las ganancias conseguidas desde principios de año. Según los analistas, la principal preocupación de los mercados es la indisciplina fiscal y su sombra precisamente planea sobre los programas económicos tanto de la ultraderecha de Marine Le Pen, que encabeza los últimos sondeos con un 33% de intención de voto, como del Nuevo Frente Popular de izquierdas que le sigue con el 28%.
Tanto el programa del Reagrupamiento Nacional (RN) como el de la izquierda cuentan con varias propuestas que entrarían en choque con las reglas fiscales de la Unión Europea. Los analistas dan por sentado que, en caso de victoria, ninguno de los dos campos aplicaría sus programas al completo, ya que esto supondría un «big bang» presupuestario que Francia no podría aguantar.
El RN de Le Pen lleva días modulando algunas de sus propuestas iniciales calificadas de irrealizables por muchos economistas. A la supresión de la reforma de las pensiones de Macron del año pasado –que retrasaba de 62 a 64 la edad de jubilación–, se le une la bajada de impuestos en energía (el IVA pasaría del 20% al 5,5%) o las exoneraciones impositivas a industrias. Muchas promesas y vagas explicaciones de financiación. Los economistas coinciden en que todo ello haría dispararse el déficit.
Por su parte, el Nuevo Frente Popular promete un salario mínimo de 1.600 euros netos, un aumento de la masa de funcionarios del 10%, la indexación de las pensiones a los salarios o una progresiva ruta hacia la jubilación a los 60 años. Pero del lado de la financiación, la ecuación no parece equilibrada solo con el aumento de impuestos, especialmente a las clases altas como la recuperación del impuesto sobre la fortuna o un aumento sobre sucesiones.
El ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha calificado de «delirio» el programa del Frente Popular y que, en caso de realizarse tal y como está planteado, conduciría a «una salida de Francia de la UE». El diagnóstico de Le Maire coincide con el de la patronal francesa.
Hace tan solo un mes, el Gobierno de Macron anunciaba en una cumbre de empresas externas una inversión récord de 15000 millones de euros que mantenían a Francia como el más atractivo para inyectar capital en Europa. Según el Barómetro de Actividad Europea, Francia fue la nación europea que más proyectos de inversión obtuvo en 2023 con casi 1.200, unos 209 más de los logrados por Reino Unido y 461 más que Alemania. Todo eso parece ahora muy lejano. La volatilidad de la economía se ha pegado al tempo de la política y la perspectiva de un Gobierno extremista hace contener el aliento a los estamentos económicos. Ya a inicios de junio, la calificadora financiera Standard & Poor’s rebajó por primera vez desde 2013 la nota de la deuda soberana de Francia de AA a AA, tras la publicación del déficit público francés, que en 2023 se situó en 5,5%, frente al 4,9% esperado.
Pese a ser clara favorita, es complicado que la extrema derecha alcance una mayoría absoluta en la Asamblea francesa que le permita formar un Gobierno sólido, pero, al mismo tiempo, los comicios podrían terminar con un escenario de difícil gobernabilidad, que haría muy complicado llevar a cabo los recortes de gasto que se le van a exigir al país en los próximos años. Una victoria con mayoría absoluta del partido de Le Pen podría crear el caos en los bonos y varias acciones del parqué parisino, según advierten los bancos de inversión.
Muchas voces apuntan a que Francia podría revivir la crisis vivida por Reino Unido en 2022. Lizz Truss, la efímera primera ministra británica del Partido Conservador, propuso recortes fiscales masivos sin prever nuevos ingresos. En cuestión de días, los tipos de interés británicos se dispararon, la libra se desplomó y fue necesaria la intervención del Banco de Inglaterra y la dimisión de Truss para restablecer la calma. Lo que la City estaba castigando era el gasto sin financiación. Exactamente lo que hoy se critica de los programas de la ultraderecha y de la coalición de izquierdas francesas.
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