Elecciones

Putin hace de Rusia el bastión del odio contra las minorías

Activistas distribuyen en Moscú material electoral del candidato Putin para las elecciones de este domingo
Activistas distribuyen en Moscú material electoral del candidato Putin para las elecciones de este domingolarazon

Si en el principal de canal de televisión estatal de España una niña de doce años es insultada y humillada por las presentadoras de un «reality show» debido a sus opiniones feministas es muy probable que estalle un escándalo nacional y los responsables del espacio sean sancionados. Pero en la Rusia de Putin eso nunca ocurrirá. Más bien lo contrario, esa niña se llama Anastasia Guzeyeva y tuvo que sufrir no sólo los ataques de los presentadores, sino de muchos rusos a través de las redes sociales, donde aparecieron mensajes como «Si yo hubiese tenido una hija así, la hubiese estrangulado hace mucho tiempo»; «Sáquenle los dientes» o «Zorra juvenil».

En los últimos años, varias ONG y organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado que durante el Gobierno de Putin Rusia ha iniciado un retroceso en lo que libertades se refiere. La vuelta a los «valores tradicionales», como lo llama la élite político-religiosa, se ha traducido en persecuciones, juicios amañados, agresiones e incluso atentados físicos contra cualquiera que se atreva a hacer activismo a favor de las minorías sexuales, religiosas o a defender valores liberales como la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Basta con mirar el alarmante saldo de la violencia doméstica en Rusia para darse cuenta de que el país tiene un serio problema. Según el propio ministerio ruso del Interior, cada año en el país mueren unas 14.000 mujeres por este motivo. Sin embargo, el año pasado el Parlamento aprobó una ley que reduce el castigo para los hombres que golpean a sus mujeres de dos años de prisión a 15 días, 360 horas de servicio comunitario o multa de 500 dólares.

El argumento esgrimido por los diputados es que el Estado no debe inmiscuirse en los asuntos privados de una familia. La senadora conservadora Yelena Mizulina incluso llegó a decir que «un hombre golpeando a su esposa es menos ofensivo que una mujer humillando a un hombre». Leyes como éstas no sólo son promovidas y apoyadas por los políticos conservadores, sino también por la iglesia Ortodoxa que durante el Gobierno de Putin ha aumentado su influencia en las decisiones legislativas y en la sociedad en general. Según el Centro Levada, la cantidad de rusos que se identifican como cristianos pasó del 31% en 1991 a casi 70% en 2011. Tal vez por esto el jefe de la iglesia ortodoxa rusa, el Patriarca Kiril, llegó a decir que Putin «es un milagro de Dios». Fue el poder de la iglesia ortodoxa también lo que motivó la prohibición de la actividad de los testigos de Jehová, una minoría de 170.000 personas que palidece frente a los diez millones de musulmanes que hay en el país.

Sin embargo, no todo parece estar perdido en Rusia. Un mes después de haber sido humillada en el principal canal de la televisión pública rusa, la niña Anastasia Guzeyeva publicó un vídeo en Youtube en el que denuncia varios casos de agresiones contra niños y mujeres en los medios estatales.

Su valentía y elocuencia la han convertido en una especie de símbolo para las feministas de Rusia. Alena Popova, una de las principales figuras del incipiente movimiento feminista en el país, dijo en una entrevista que Anastasia Guzeyeva podría convertirse en una figura principal del feminismo en Rusia. «Es importante que las chicas tengan un modelo a seguir como Anastasia en lugar de sólo chicas de Instagram».

Anastasia Guzeyeva agradece las muestras de apoyo y asegura que «es agradable ver que hay gente en Rusia que tiene un punto de vista contemporáneo». Y es que en la Rusia de Putin lo normal se va haciendo cada vez más extraordinario.