Catástrofe natural
¿Por qué no hubo un megatsunami en el Pacífico tras el terremoto de Rusia? Esto responden los expertos
La naturaleza permitió volver a la normalidad sin que se produjeran víctimas mortales ni daños catastróficos
Esta semana, un potente terremoto de magnitud 8,8 sacudió la península de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia. Las alarmas de tsunami se activaron en todo el Pacífico, provocando la evacuación de miles de personas en lugares como Japón, Hawái o la Polinesia Francesa ante el temor de olas devastadoras. Sin embargo, la realidad fue muy distinta a la esperada: la amenaza de un megatsunami se disipó y los daños costeros fueron mucho menores de lo que inicialmente se temía.
El evento sísmico, uno de los más fuertes jamás registrados en la región (y el sexto más potente del que se tiene constancia global desde 1900) tuvo su epicentro frente a la costa de Kamchatka, a unos 130km de tierra firme y a una profundidad de alrededor de 19km bajo el lecho marino, según los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos. Este parámetro fue clave para entender por qué, pese a la magnitud, el tsunami consiguiente no arrasó las costas del océano.
Cómo se genera un tsunami
Tal y como argumentan expertos en tectónica y sismología, no basta con que un terremoto bajo el mar sea intenso: el riesgo real de un gran tsunami depende de múltiples factores:
- Magnitud del seísmo: Cuanto mayor es la energía liberada, mayor es el potencial para desplazar grandes masas de agua.
- Profundidad del hipocentro: Cuando el terremoto es superficial, el desplazamiento vertical del fondo marino suele ser mayor y más propicio para generar tsunamis importantes. En el caso de Kamchatka, la profundidad fue lo suficientemente baja para generar olas, pero no tanto como para producir un megatsunami.
- Forma y posición del epicentro: Es clave el tipo de movimiento y el lugar exacto de la ruptura, así como la topografía marina circundante.
El seísmo de Kamchatka, pese a su violencia, no generó un desplazamiento vertical tan abrupto en el fondo netamente superficial como otros eventos históricos. Además, la topografía local del fondo marino y su morfología ayudaron a amortiguar la transferencia de energía hacia la masa de agua, limitando la altura de las olas.
Otra razón destacada es la precisión de los modelos de alerta de tsunamis. En situaciones de riesgo, los sistemas suelen utilizar estimaciones conservadoras sobre profundidad y desplazamientos, lo que lleva a dar la alerta automáticamente aunque el escenario más grave termine por no materializarse. En este caso, como señalan varios sismólogos, que la alerta se emitiera y la población actuara con rapidez es en sí un éxito de los sistemas de prevención, aunque la amenaza fuese menor.
La costa y la llegada de las olas
Cuando una ola de tsunami avanza en mar abierto puede resultar casi indetectable. No es hasta que interactúa con las aguas bajas y la morfología de la costa cuando verdaderamente se hace destructiva. En este episodio, en algunas costas las olas apenas superaron los 3 o 4 metros como máximo en Kamchatka, lejos de los más de 10 metros que sí han alcanzado otros tsunamis recientes.
Países como Japón, Estados Unidos, Chile y diversas islas del Pacífico permanecieron en alerta durante horas, movilizando a la población para evacuar zonas costeras y tomar refugio en áreas elevadas. Finalmente, la naturaleza permitió volver a la normalidad sin que se produjeran víctimas mortales ni daños catastróficos, gracias en buena parte a la combinación de un terremoto profundo y la morfología marina de la zona.