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Donald Trump

¿Qué son las «challenge coins» que Trump luce en el Despacho Oval?

Los asesores de imagen del presidente Donald Trump no dejaron ni un sólo detalle al azar en su primer discurso en «prime time» a toda la nación desde el Despacho Oval

El presidente de EE UU, Donald Trump, durante su discurso en el Despacho Oval. Foto: Reuters
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante su discurso en el Despacho Oval. Foto: Reuterslarazon

Los asesores de imagen del presidente Donald Trump no dejaron ni un sólo detalle al azar en su primer discurso en «prime time» a toda la nación desde el Despacho Oval.

Los asesores de imagen del presidente Donald Trump no dejaron ni un sólo detalle al azar en su primer discurso en «prime time» a toda la nación desde el Despacho Oval, una ocasión marcada por la solemnidad en la cultura política estadounidense. Entre los detalles simbólicos del escenario llamó especialmente la atención una colección de medallas que aparecían a la izquierda del presidente. ¿Qué son estos vistosos trozos de metal y cuál es el significado que quería lanzar Trump?

Muchos comentaristas en redes sociales han interpretado incorrectamente que se trata de condecoraciones militares. En realidad se trata de «challenge coins», medallas que militares de alta graduación, presidentes y funcionarios de primer nivel de la administración norteamericana regalan como prenda de amistad y reconocimiento a soldados y civiles. A lo largo de su carrera, los miembros de las fuerzas de seguridad van acumulando una colección de estas medallas que muestran en vitrinas como la de Trump. Se trata, por tanto, de un guiño a los militares, a los funcionarios de la administración del Estado (muchos de ellos afectados por el cierre del Gobierno) y a los miembros de las fuerzas de seguridad... incluidos las diversas agencias que se encargan de vigilar las fronteras.

La tradición, arraigadísima a todos los niveles de las Fuerzas Armadas, tiene su origen en varias leyendas y anécdotas soldadescas que se remontan, en algunas ocasiones, hasta a la Primera Guerra Mundial. El origen remoto se encuentra en una costumbre instaurada por los pontífices romanos de la antigüedad clásica y de sus sucesores eclesiásticos en el Renacimiento: cuando un Papa quería dar una señal imperecedera de amistad a cambio de un servicio realizado a la Santa Sede, el sucesor de Pedro regalaba al agraciado una medalla de bronce con su escudo papal y una inscripción conmemorativa. Estos trozos de metal pasaban de padres a hijos cómo reliquias dentro de las familias. En el Ejército y en la Armada estadounidense se comenzó a hacer lo mismo, parece ser, durante la Primera Guerra Mundial, también cómo método para certificar a qué unidad militar se pertenece más allá de las medallas identificativas que todo soldado lleva al cuello.


Sea como fuere, hoy todo general, comandante de portaaviones, jefe de agencia gubernamental o de servicio de seguridad o de un departamento de la Administración paga de su propio bolsillo una medalla conmemorativa con su nombre y su cargo para regalarlas a las personas a las que quiere agradecer un servicio o, sencillamente, subir la moral. Hoy en día suelen estar hechas de ferro níquel (igual que las monedas corrientes) y se encargan por Internet a varias empresas especializadas. Suelen costar, dependiendo de la calidad y la cantidad que uno quiera comprar, entre 2 y 10 dólares. Lógicamente la «challenge coin» de una Jefe de Estado Mayor de la Armada tiene más «quilates» que la del responsable del servicio de vigilancia de un Parque Nacional perdido en Wyoming y, no hace falta ni decirlo, la más valiosa de todas, la joya de la corona, es la de POTUS, acrónimo del «President of the United States», que llegan a valer hasta mil dólares en eBay.

De hecho Trump escandalizó bastante a la opinión pública estadounidense cuando presentó sus «challenge coins» que, como no podía ser de otra manera, estaban fundidas en oro puro y sustituían el lema del Sello del Presidente «E Pluribus Unum» («De muchos, uno» en referencia a la federación de Estados soberanos) por su lema personal de campaña «MAGA: Make America Great Again».

Existe además una pequeña ceremonia que hay que observar obligatoriamente según la tradición a la hora de dar y recibir «challenge coins». El que la da debe ponérsela en la mano derecha y estrechar la mano de la persona que la recibe por lo que es posible pasar la medalla de metal en un discreto «apretón de manos secreto». Aquí podemos ver un vídeo del presidente Obama entregando una «challenge coin» a la hermana de un veterano de guerra fallecido en la guerra de Afganistán. El presidente llama a alguien de su equipo para que le traiga una «coin» y luego se la pasa con un apretón de manos a la hermana del soldado: con ese sencillo gesto se ha establecido un vínculo de agradecimiento y respeto entre el presidente y la familia del veterano.

 

Muy probablemente la familia lucirá la «challenge coin» del presidente en un cuadro en un lugar privilegiado de su casa. Durante sus 8 años al frente de la Casa Blanca, Bush hijo solo entregó sus «challenge coins» a veteranos heridos en combate.

¿Pero por qué se llaman «challenge coin»?

Todo soldado u oficial de cualquier cuerpo, unidad o buque de las Fuerzas Armadas en cualquier base o destacamento del planeta lleva siempre en el bolsillo su «challenge coin» más valiosa. Esto es así porque la asentadísima tradición obliga a que en cualquier momento en la cantina un soldado puede estrellar la moneda en la barra del bar y retar («challenge») al resto de los presentes a que enseñen sus «challenge coins». El que tenga la medalla de menos graduación (o el que haya cometido el imperdonable error de dejársela en la taquilla) está obligado a pagar una ronda a todos los presentes. Y en estos frecuentes «retos», cada vez más numerosos a la vez que va avanzando la noche, la «challenge coin» del POTUS certifica que su poseedor no pague ni una sola ronda. Por lo que se puede decir que valen su peso en oro... aunque no lo sean literalmente como las de Trump