Atentado en Nairobi
Refugiado en Noruega, terrorista en África
La historia empieza a ser frecuente. Y la repetición es lo que ha alertado a los gobiernos de ambos lados del Atlántico: joven con pasaporte europeo se radicaliza, se convierte en miembro de grupo islamista y comete un atentado atroz. Cuando las imágenes se muestran en el barrio donde creció, los vecinos aseguran que «alguien debió de lavarle el cerebro». El caso de Hassan Abdi Dhuhulow cumple religiosamente todos los parámetros.
El joven de 23 años fue identificado ayer por la BBC como el noruego de origen somalí que investiga la Policía de Oslo con relación al sangriento ataque perpetrado en Nairobi. La milicia radical islámica Al Shabab tomó el centro comercial Westgate de la ciudad el pasado 21 de septiembre. Los terroristas mantuvieron retenidas a las personas que estaban en su interior durante cuatro días y mataron sin recelo a quien se les antojó. Al terminar el secuestro, se confirmaron al menos 72 muertos (61 de ellos civiles), pero el número crece conforme pasan los días y se van encontrando restos humanos, consecuencia de las diferentes explosiones que tuvieron lugar en el edificio durante el rescate.
De hecho, las autoridades kenianas encontraron el jueves los cuerpos calcinados de dos personas más. Tal y como señala la BBC, es «muy probable» que uno de ellos corresponda a Dhuhulow, aunque aún hay que esperar a los análisis forenses para determinar la identidad.
Aunque haya pasado un mes, todavía quedan muchos frentes abiertos. No está claro si algunos de los asaltantes consiguieron huir en medio de la confusión cuando entraron miembros del Ejército para salvar a los rehenes y tampoco se sabe cuántas fueron las personas –y cuántos «occidentales»–perpetraron el ataque. Inicialmente, se habló de entre diez y quince hombres implicados, pero las imágenes de las cámaras de seguridad sólo han mostrado a cuatro milicianos. Uno de los individuos que aparece en el vídeo es casi con seguridad el sospechoso.
Un reportero del programa «Newsnight», uno de los más reputados de la cadena británica, viajó a la ciudad noruega de Larvik, donde vivió la familia de Dhuhulow. Al enseñar dichas imágenes a uno de los familiares, éste señaló: «No sé qué siento o creo. Si es él, deben de haberle lavado el cerebro». Por otro lado, uno de los vecinos recordó que «era bastante extremista, no le gustaba la vida en Noruega, se metía en problemas y peleas y su padre estaba preocupado».
Dhuhulow nació en Somalia, pero sus padres se trasladaron con él y sus hermanos como refugiados a Noruega en 1999. El joven vivió en la ciudad de Larvik, al sur de Oslo, pero regresó a su país de origen en 2009. Uno de sus familiares recalcó que realizó alguna llamada a su casa y recordó que la última se produjo durante el pasado verano para comunicar que tenía problemas y quería regresar.
Stig Hansen, experto en seguridad y el islam, aseguró a la BBC que no se sorprendió al enterarse de que un ciudadano noruego era sospechoso de haber participado en la masacre de Nairobi. El especialista matizó que entre 20 y 30 noruegos habían ido a Somalia para inscribirse como militantes en grupo radical Al Shabab. «El mayor problema es la llamada generación 1.5, es decir, aquellos que no han nacido en Noruega, pero que llegaron tan jóvenes que siempre se sintieron a caballo entre dos culturas», señala.
«[Al Shabab] necesita personas que sean muy ignorantes sobre Somalia. Eso les beneficia porque les aporta una agenda más internacional y les garantiza que estos individuos sean aún más peligrosos cuando regresan a sus países de origen», añade.
Al respecto, la cadena pública británica recalca que diversos informes apuntan a que un líder del grupo radical, que logró huir de una emboscada de comandos estadounidenses en Somalia el pasado 5 de octubre, podría haber pasado un tiempo en Noruega. La cadena TV2 informó de que Abdukadir Mohamed Abdukadir, también conocido como Ikrima, había viajado al país y pidió asilo en 2004, pero se marchó en 2008, antes de que hubiera una decisión sobre su solicitud. Las autoridades de Oslo se negaron ayer a hacer comentarios al respecto.
Actualmente hay alrededor de 23.000 somalíes viviendo en Noruega. Se trata de la comunidad más amplia de refugiados. La gran mayoría no tiene vínculo alguno con el terrorismo. Con todo, las autoridades estiman que al menos entre 20 y 30 han abandonado el país con destino a Somalia para luchar junto a los grupos radicales. Esto supone uno de cada mil. Los expertos aseguran que Al Shabab mantiene con Noruega más vínculos que con cualquier otro país de Europa.
El grupo extremista cada vez cuenta con más adeptos y nadie está a salvo de convertirse en su objetivo. De hecho, el Gobierno de Uganda elevó ayer la alerta terrorista al máximo –la primera vez desde 2010– ante los indicios tanto de sus servicios secretos como de los de Estados Unidos de la posibilidad de un atentado inminente de Al Shabab con el mismo patrón del de Nairobi. Las autoridades ugandesas han ordenado volver a sus puestos al personal de seguridad de vacaciones y han desplegado a miles de agentes adicionales en la capital, Kampala.
En 2010 al-Shabab cometió un atentado en Kampala dirigido contra las personas que estaban viendo la final del Mundial de Fútbol en represalia por la participación de Uganda en la fuerza de la Unión Africana desplegada en Somalia. Murieron 79 personas.
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