Elecciones en Brasil
Rousseff: «Las élites estaban muy descontentas con nuestro proyecto»
Dilma Rousseff dejó ayer claro que no bajará los brazos. Un día después de ser suspendida por votación del Senado, la presidenta convocó a una treintena de periodistas de medios de comunicación internacionales –entre ellos LA RAZÓN– para criticar al nuevo Ejecutivo brasileño y reforzar su tesis de que es víctima de un «golpe» urdido por las élites políticas y económicas.
Serena y sonriente, pese a la trascendencia de los acontecimientos, Dilma Rousseff –que será juzgada políticamente durante seis meses– enfatizó que su «salida no es una cuestión jurídica, es también política. En su residencia oficial, el Palacio de la Alvorada, la mandataria estuvo flanqueada por su defensor en todo el proceso de «impeachment», el ex ministro de Justicia José Eduardo Cardozo.
Primera presidenta de la historia de Brasil, Rousseff criticó la ausencia de diversidad en el nuevo gabinete. «Lamento que después de mucho tiempo no haya mujeres ni negros. Porque la cuestión de género es democrática, fundamental, en un país en el que queramos o no más del 50 por ciento son mujeres», dijo Rousseff, que advirtió de que irá «allá donde la inviten dentro o fuera del país» durante estos 180 días de suspensión, y evocó la figura del Papa, que expresó preocupación recientemente por Brasil.
«Durante años llevábamos implementando programas de Gobierno con los que muchas personas en las élites estaban muy descontentas», dijo Rousseff, para encuadrar el «impeachment» en una mera estrategia o artimaña legal para acometer lo que a su juicio es un «golpe». «Es un intento de golpe para llegar a la presidencia de la República, porque no tienen condiciones de llegar por el voto directo. Hubo filtraciones selectivas [de los escándalos de corrupción]. Todo de lo que nos acusan a nosotros es aceptado, mientras que cuando se pide investigar a la oposición es recusado. A mí me intentaron investigar sistemáticamente, pero yo no tengo cuentas en el extranjero, no usé dinero público de forma indebida y no recibo propinas».
Rousseff calificó la composición del nuevo gabinete de «liberal en economía y extremadamente conservador en el área social y cultural». Y, ante las advertencias del nuevo Ejecutivo que deberá acometer recortes que pueden ser impopulares, la presidenta suspendida dijo que ella nunca reprimió las manifestaciones de 2013, dando a entender que el nuevo Gobierno podría hacerlo. «Un Gobierno ilegítimo siempre necesita mecanismos ilegítimos para mantenerse».
Cardozo, su abogado, dijo que peleará ahora durante el juicio político en el Senado para presentar pruebas de que Rousseff no es culpable de los cargos que se le imputan (usar artimañas contables por medio de bancos públicos para cuadrar las cuentas de 2014 y 2015 y poder así ganar las elecciones). Y advirtió de que habrá ahora quien quiera enterrar las investigaciones de corrupción, que podrían afectar a varios ministros de Temer. «Creo que habrá gente que intentará matar la Lava Jato, pero dudo que alguien lo consiga».
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