Persecución
Rusia recurre al envenenamiento para acallar a periodistas exiliados en el extranjero
Natalia Arno, Irina Babloyan o Elena Kostyuchenko presentan los mismos síntomas corporales
El régimen de Vladimir Putin continúa persiguiendo a los disidentes en el extranjero, según una investigación de "The Insider" que reveló una serie de potenciales envenenamientos dirigidos contra periodistas rusas que han huido del país desde el año pasado, en el marco de los ataques contra la prensa crítica con la invasión a Ucrania.
La pesquisa arroja luz sobre los inquietantes casos de Elena Kostyuchenko, periodista asociada a Novaya Gazeta y Meduza, Irina Babloyan, conocida periodista del respetado medio Ekho Moskvy, y Natalia Arno, directora de la Fundación Rusia Libre.
Normalmente prudente en su enfoque, "The Insider", un medio de investigación colaborativa, ha optado por desviarse de su práctica habitual de no publicar investigaciones hasta que se identifique a los autores y acusados. Dada la gravedad de estos casos y con el consentimiento explícito de las víctimas, el medio optó por revelar la información para alertar a activistas y periodistas que han decidido buscar refugio fuera de Rusia, salvando potencialmente vidas.
Elena Kostyuchenko, experimentada periodista famosa por su valiente labor informativa, emprendió un peligroso viaje que la llevó al corazón de Europa. Tras haber informado desde regiones asoladas por la invasión y crímenes de guerra, Kostyuchenko no era ajena a los peligros que suelen correr los periodistas. Su denuncia de presuntos secuestros y torturas a manos de soldados rusos había atraído una gran atención, tanto a nivel nacional como internacional.
Los malos presagios comenzaron cuando recibió amenazas alarmantes en relación con sus planes de viajar a Mariupol. Preocupada por su seguridad, se apresuró a salir de Ucrania con destino a Alemania, en busca de refugio para evitar posibles daños.
“No puedes volver a Rusia. Aquí te matarán”. La advertencia provino de Dmitri Muratov, redactor jefe de "Novaya Gazeta", según pudo reconstruir The Insider.
Seis meses después, Kostyuchenko se encontraría aquejada de un dolor agudo en el abdomen, ansiedad, insomnio y náuseas. Se le hinchaban la cara, los dedos de las manos y de los pies; las palmas de las manos se enrojecían y aumentaban de tamaño antes de volver a la normalidad. Le pasaba algo grave, pero no sabía qué. “Era muy probable que Kostyuchenko se hubiera envenenado”, indicó The Insider.
Irina Babloyan, una respetada periodista de "Ekho Moskvy", sufrió una experiencia similar a la de Kostyuchenko. El exilio a Georgia en octubre de 2022 debería haber marcado un nuevo capítulo en su vida, lejos de las amenazas y la vigilancia que sufría en Rusia. Sin embargo, el peligro la persiguió.
Con síntomas alarmantemente parecidos a los de Kostyuchenko, como mareos, debilidad y sabor metálico en la boca, el caso de Babloyan añade otro motivo de preocupación.
La noche del 25 de octubre se sintió indispuesta, luego débil y mareada. Un día después, las palmas de las manos se le pusieron moradas. Viajó a Ereván, donde le dolía el estómago, tenía náuseas e insomnio, y sentía un sabor metálico en la boca. Los síntomas desaparecieron al cabo de dos días, pero la periodista sigue presentando enrojecimientos repentinos en la piel.
Unos meses más tarde, la periodista se trasladó a Berlín y donó sangre para análisis toxicológicos en la Charité. Más tarde, los médicos le comunicaron que las muestras de sangre se habían perdido.
La similitud de los síntomas en estos dos casos sugiere un esfuerzo calculado y orquestado para silenciar las voces disidentes, en particular las que tienen el valor de expresar sus opiniones desde el extranjero.
Natalia Arno, figura destacada como directora de la Fundación Rusia Libre, ha sido durante mucho tiempo una firme crítica de las acciones del Kremlin. Su intrépida defensa de los derechos humanos y la democracia en Rusia le granjeó tanto admiradores como adversarios. A principios de mayo de 2023, Arno se convirtió en la última víctima de la aparente oleada de envenenamientos, planteando nuevas preguntas sobre el alcance de la amenaza a la que se enfrentan quienes desafían el statu quo.
La escalofriante experiencia de Arno se desarrolló en Praga. Tras asistir a un evento, regresó a su habitación de hotel y encontró la puerta entreabierta y un extraño olor en el aire. A la mañana siguiente, se despertó con un dolor insoportable en la boca, que pronto se extendió por todo el cuerpo. Los expertos han expresado su preocupación por que la naturaleza de sus síntomas indique el uso de un agente nervioso, posiblemente perteneciente a la clase Novichok, conocida por su uso en anteriores incidentes de envenenamiento.
Aunque las investigaciones siguen su curso y aún no se conocen los detalles exactos, los expertos en toxicología se han pronunciado al respecto. Señalan que los síntomas mostrados por las víctimas coinciden con los asociados al envenenamiento con agentes nerviosos, en particular los observados en los infames envenenamientos con Novichok. La aparente continuidad de estos síntomas en los casos de Kostyuchenko, Babloyan y Arno plantea serias dudas sobre los medios y motivos de estos envenenamientos.
Las investigaciones han tropezado con importantes obstáculos. En el caso de Elena Kostyuchenko, al parecer se perdieron muestras de sangre cruciales, lo que dificulta aún más la determinación concluyente del veneno utilizado. La incapacidad para identificar rápidamente a los autores plantea interrogantes sobre la rendición de cuentas y la justicia en estas graves violaciones de los derechos humanos.
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