Rusia

Salvar al soldado Lavrov, el jefe de la diplomacia de la guerra en Ucrania

La cancelación de la cumbre de Budapest con Donald Trump ha supuesto un revés para el Kremlin

MOSCOW (Russian Federation), 27/10/2025.- A handout photo made available by the Russian Foreign Ministry Press Service shows Russian Foreign Minister Sergei Lavrov during his meeting with North Korean Foreign Minister Choe Son Hui (not pictured) in Moscow, Russia 27 October 2025. (Rusia, Moscú) EFE/EPA/RUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS SERVICE HANDOUT MANDATORY CREDITHANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES
Minister of Foreign Affairs of North Korea Choe Son-hui visits RussiaRUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS SERVICE HANDOUTAgencia EFE

El Kremlin dedica desde hace días grandes esfuerzos a refutar cualquier insinuación sobre la caída en desgracia del jefe de la diplomacia rusa desde 2004, Serguéi Lavrov, que reapareció hoy en público tras dos semanas de ausencia. Con todo, cada reacción de los portavoces de la Presidencia y del Ministerio de Exteriores no hace sino alimentar la maquinaria de la especulación, ya que son respuestas nerviosas y poco convincentes. Los posos de café de las tazas del Kremlin son más insondables que nunca, pero es indiscutible que hace mucho que en Rusia la diplomacia ha cedido su protagonismo al arte de la guerra.

La reaparición de Lavrov

Lavrov, de 75 años, que no comparecía ante la prensa desde su viaje a Minsk el pasado 28 de octubre, ofreció este martes una inesperada rueda de prensa por videoconferencia. El acto no había sido convocado y sólo pudieron participar los medios oficiales. El ministro mostró un tono mucho más conciliador de lo habitual, especialmente hacia la Casa Blanca.

Los rumores sobre su posible renuncia se dispararon cuando el ministro no participó hace una semana en la reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de Rusia para hablar de la reanudación de ensayos nucleares. Además, se supo que Lavrov no encabezará la delegación rusa en la cumbre del G20 que se celebrará a finales de mes en Sudáfrica. En los últimos años el jefe de la diplomacia rusa acudía siempre a los eventos internacionales, incluido la reciente Asamblea General de la ONU, en sustitución del presidente, Vladímir Putin.

Buscar culpables

La realidad es que Rusia aún no se ha recuperado del shock que supuso la cancelación de la cumbre de Budapest. Ni en sus peores pesadillas el Kremlin previó dicho escenario. Después de la victoria diplomática que supuso la cumbre de Alaska, con la que Putin rompió su aislamiento diplomático, Moscú pensó que había convencido a Donald Trump de que el alto el fuego está fuera de la agenda.

Al parecer, según la prensa local e internacional, el giro se produjo cuando Lavrov habló por teléfono con el secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio. Poco importa que el ministro no sea una figura autónoma desde que comenzó la guerra. El caso es que el secretario de Estado entendió el mensaje.

Justo después, Trump cambió de planes y anunció sanciones contra las dos mayores petroleras rusas, Rosneft y Lukoil. Fue un duro revés para Putin, que respondió con el último as que le queda en la manga, el órdago nuclear. Lavrov debía haber sido uno de los protagonistas de la reunión del Consejo de Seguridad de Rusia en la que Putin encargó a Exteriores y Defensa un "informe consensuado" sobre la necesidad de reanudar las pruebas nucleares.

Pero, incomprensiblemente, no estuvo presente. Nadie ha dado una explicación mínimamente concluyente. Ni hoy el interesado ni su portavoz, quien denunció una campaña informativa occidental en el marco de una guerra híbrida contra Rusia.

La caída en desgracia de la diplomacia rusa

Lo que ha caído en desgracia, más que Lavrov, es la diplomacia rusa, que está subordinada a las necesidades del ejército ruso y la conocida como 'operación militar especial'. Ha habido diplomáticos más o menos transigentes en la historia de este país -Andréi Gromiko fue mundialmente conocido como Míster Niet-, pero había una clara línea de separación entre los diplomáticos y los militares.

La prensa independiente mantiene que el diplomático no tuvo conocimiento de los planes de invadir Ucrania hasta pocas horas antes del 24 de febrero de 2022. Eso no le impidió cambiarse de chaqueta y pasar en poco tiempo de acusar a Occidente de histeria a asegurar que Rusia simplemente se estaba defendiendo de una agresión ucraniana. El desgaste físico y psicológico de promover durante los últimos cuatro años una postura indefendible parece haber hecho mella en el ministro.

Antecedentes incómodos

Los analistas independientes mantienen que si Lavrov ha caído realmente en desgracia, el mundo no se enterará hasta que Putin lo considere políticamente conveniente. En el caso del antiguo ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, los rumores comenzaron casi un año antes de su destitución en mayo de 2023 después de meses de duras críticas del fallecido empresario y jefe del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin.

Putin no es amigo de escándalos, por lo que Shoigú fue colocado como secretario del Consejo de Seguridad, desde donde ha ganado cierto peso en los últimos tiempos, especialmente por su relación con Corea del Norte. El Kremlin ya logró apagar el incendio que se declaró con la renuncia en septiembre de Dmitri Kozak, número dos de la Administración presidencia, por sus críticas a la guerra.