Elecciones en Japón

Japón vota en las elecciones más inciertas de los últimos 15 años

El Partido Liberal Democrático del primer ministro Shigeru Ishiba podría perder la mayoría absoluta, según los sondeos

Iwaki (Japan), 15/10/2024.- Japanese Prime Minister Shigeru Ishiba (C) delivers a stump speech for a ruling Liberal Democratic Party (LDP) candidate during an election campaign rally at Onahama Fish Market in Iwaki, Fukushima prefecture, northeastern Japan, 15 October 2024. Prime Minister Ishiba made his first speech at the kick-off of the official campaigning for the 27 October general election in Fukushima prefecture. (Japón) EFE/EPA/FRANCK ROBICHON
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, pronuncia un discurso en el inicio de la campaña oficial para las elecciones a la Cámara de Representantes en JapónFRANCK ROBICHONAgencia EFE

Las elecciones japonesas de este domingo se perfilan como un examen crucial para el primer ministro Shigeru Ishiba, que enfrenta una creciente presión para afianzar su liderazgo ante la posibilidad de que el Partido Liberal Democrático (PLD) pierda su mayoría. Las encuestas recientes revelan un clima de escepticismo entre los votantes, en gran parte debido al escándalo de los fondos para sobornos que ha empañado la reputación del partido, por lo que el líder debe demostrar su capacidad para restaurar la confianza pública y cumplir con las promesas electorales en un contexto político adverso.

Japón, históricamente considerado un bastión de estabilidad en una región marcada por tensiones geopolíticas, ha estado bajo el dominio del PLD desde 1955, con solo dos breves interrupciones (1993-94 y 2009-2012). Ishiba asumió el liderazgo tras cuatro intentos el mes pasado, y convocó elecciones con el objetivo de consolidar su posición ante el electorado y mitigar las divisiones internas.

Sin embargo, los sondeos sugieren que esta contienda podría ser una de las más inciertas en la historia reciente del país, con el PLD en riesgo de perder su mayoría. El panorama es complicado, ya que muchos sectores de la oposición han expresado su reticencia a actuar como apoyo del partido gobernante, llegando incluso a presentar una moción de censura contra Ishiba y su gabinete a principios de este mes.

La reputación de esta coalición quedó seriamente dañada por casos de corrupción, y la combinación de una economía estancada y el aumento del costo de vida ha generado un creciente descontento entre la población. El ex primer ministro Fumio Kishida se vio obligado a renunciar tras la exposición de irregularidades financieras que involucran la desviación de fondos recaudados hacia un esquema secreto de sobornos. Este escándalo causó una grave pérdida de confianza en el sistema político japonés y llevó a la destitución de 12 legisladores de su partido.

Al frente de la nación de 125 millones de habitantes, Kishida promovió un incremento en el presupuesto de defensa y buscó reparar las relaciones históricas con Corea del Sur, un aliado clave de Estados Unidos en el contexto asiático. Sin embargo, estos avances quedaron opacados por la profunda crisis de legitimidad que enfrenta su formación política.

Con todo, un sondeo publicado esta semana por el diario Asahi advirtió que el partido gobernante podría perder hasta 50 de sus 247 escaños en la cámara baja, mientras que su socio de coalición, el Komeito, podría obtener menos de 30, lo que dejaría a ambos por debajo de los 233 escaños necesarios para mantener la mayoría. Este escenario abriría la puerta a un periodo de incertidumbre política no visto desde 2009, así como a negociaciones complejas sobre la distribución del poder entre facciones con visiones divergentes sobre cómo Tokio puede preservar la paz y la seguridad frente a la creciente beligerancia de vecinos como China, Rusia y Corea del Norte.

Ishiba se presenta como un líder con credenciales sólidas y una postura crítica en el panorama político japonés. Su carrera política despegó tras la muerte de su padre, quien fue legislador y miembro del Gabinete, después de una breve experiencia en el sector bancario. Se distingue por su distancia con respecto a la facción derechista del PLD que giraba en torno a Shinzo Abe, el primer ministro más longevo de Japón, asesinado en 2022.

Esta separación del legado de Abe ha sido un factor clave en su ascenso, especialmente en un contexto donde sus colegas han admitido la necesidad de un cambio tras el desprestigio asociado, particularmente por sus vínculos con la controvertida Iglesia de la Unificación y la mala gestión de fondos políticos. La postura abierta de Ishiba sobre la necesidad de investigar irregularidades y llevar a cabo reformas para restaurar la confianza pública ha resonado positivamente entre el electorado.

El actual jefe de Gobierno es reconocido como un experto en cuestiones de seguridad, habiendo ocupado el cargo de ministro de Defensa de Japón. Así, ha establecido como prioridad profundizar en la salvaguarda nacional a través de una red de alianzas bilaterales en la región, con la ambición de crear una «OTAN asiática» que contrarreste la creciente amenaza de China. Para impulsar estas iniciativas, está formando su Gabinete con figuras prominentes del ámbito de la defensa.

Además, Ishiba ha subrayado la necesidad de una disuasión nuclear, una postura que genera controversia en esta nación que sufrió ataques nucleares. Durante el reciente debate de liderazgo, planteó la posibilidad de considerar el intercambio de armas nucleares con Estados Unidos, o incluso la introducción de tales armas en la región. Además, ha propuesto reformas radicales en la alianza con Washington, como la gestión conjunta de las bases estadounidenses en territorio nipón y la enmienda constitucional que permitiría al país poseer capacidades militares ofensivas.

En el ámbito interno, defiende un aumento en el gasto en defensa hasta el 2% del PIB nacional y la creación de una «ley básica sobre seguridad nacional», que simplifique y unifique la legislación vigente para permitir una respuesta ágil ante crisis geopolíticas. Para implementar estas ambiciosas propuestas, Ishiba necesita obtener una victoria contundente, lo que le proporcionaría el capital político necesario para avanzar en sus objetivos militares.

Estas elecciones parlamentarias serán un barómetro clave para evaluar la fortaleza política de Ishiba y su capacidad para implementar las ambiciosas agendas fiscal y de defensa acordadas por su partido. Apenas días después, las elecciones presidenciales en Estados Unidos definirán al próximo líder del país, lo que podría llevar a Tokio a confrontar una posible segunda Administración de Donald Trump, conocida por su escepticismo hacia las alianzas.

Independientemente de quién triunfe en las elecciones a la Casa Blanca, algunas de las propuestas de Ishiba podrían generar tensiones en las relaciones internacionales. En este contexto, tanto el –o su eventual sucesor en caso de que su mandato sea breve– deberá convencer a la opinión pública sobre la imperiosa necesidad de realizar inversiones significativas en la defensa nacional, todo ello mientras enfrenta la competencia de otras prioridades sociales y económicas.