Asia
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, renuncia sacudido por escándalos y los desafíos económicos
Su popularidad ha caído fuertemente en las encuestas debido a los altos precios que afectan a los japoneses
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció el miércoles que no se presentará a la reelección como líder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD). Esta decisión, que supone el final de su mandato de casi tres años, se produce en medio de una caída en picado de los índices de aprobación pública, la creciente presión interna del partido y los continuos escándalos políticos que han minado su autoridad.
«No tengo reparos en asumir la responsabilidad de los problemas causados por miembros de mi partido», declaró Kishida el miércoles en rueda de prensa. «Ahora, como hay un breve hueco en mi agenda diplomática, quiero hacer borrón y cuenta nueva dimitiendo, y proceder a la votación de un nuevo liderazgo». Según el propio líder, hace tiempo que barajaba su posible dimisión, pero ha esperado hasta poder encarrilar algunas de sus políticas clave, como el retorno a la energía nuclear, el refuerzo militar para hacer frente a las amenazas a la seguridad regional y la mejora de los lazos con Corea del Sur, así como algunas reformas políticas.
Su repentina e inesperada renuncia al liderazgo del PLD parece haber desencadenado una sacudida en la escena política japonesa. Tras décadas de dominio del PLD, ahora se ha abierto una carrera interna dentro del partido para elegir a su próximo líder. Las especulaciones sobre los posibles candidatos se han centrado en varios altos cargos del PLD, como el secretario general del partido, Toshimitsu Motegi, el ministro de Asuntos Digitales, Taro Kono, la ministra de Seguridad Económica, Sanae Takaichi, y la de Asuntos Exteriores, Yoko Kamikawa. El ganador será refrendado como nuevo primer ministro en una votación parlamentaria poco después. Se espera que los ejecutivos del PLD decidan la próxima semana la fecha de las elecciones del partido.
Las presiones dentro de la facción para que Kishida dé un paso al costado se intensificaron en las últimas semanas, por el temor a que el desgaste acumulado pueda comprometer seriamente sus posibilidades de éxito en las próximas generales. La carrera interna determinará quién será el próximo primer ministro, en un esfuerzo por revitalizar al partido que ha visto erosionada su legitimidad en los últimos meses. El mandatario debutante deberá definir una política exterior y de defensa coherente que le permita a Tokio salvaguardar su seguridad en este entorno geopolítico cada vez más volátil. La agresiva postura de China y los recientes ensayos nucleares de Corea del Norte han incrementado las amenazas a la estabilidad y los intereses nacionales japoneses.
El drama político sacudió a la administración Kishida cuando tan sólo llevaba un año en el cargo, con el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe el 8 de julio de 2022. Esto fue solo la punta del iceberg de la crisis que sacudió los cimientos del poder en Japón. Revelaciones destaparon una alarmante red de conexiones entre miembros clave del grupo gobernante y la controvertida Iglesia de la Unificación, comúnmente conocida como la "secta Moon". Según informes, al menos 32 integrantes del segundo gabinete de Kishida, incluyendo destacadas figuras como el ex ministro de Transformación Verde Koichi Hagiuda, mantenían vínculos estrechos con dicha organización religiosa. Acusada de prácticas depredadoras, la secta habría logrado coaccionar a miles de sus seguidores para realizar cuantiosas donaciones, dejando arruinadas a innumerables familias.
Con una membresía estimada en 56,000 seguidores a nivel nacional, el alcance de esta siniestra organización y su impacto financiero sobre los círculos políticos fue motivo de profunda preocupación. Quizás el caso más emblemático sea el del propio Abe, víctima de un hombre que buscaba vengarse después de que las donaciones de su madre a la secta llevaran a su familia a la ruina. Asimismo, otro de los episodios más polémicos fue la decisión de organizar un elaborado funeral de Estado para Abe. Muchos cuestionaron que se optara por una ceremonia tradicionalmente reservada a los monarcas, en lugar de una conmemoración más modesta.
En el plano internacional, Kishida cosechó amplios elogios por su firme posicionamiento en apoyo a Ucrania tras la invasión rusa de 2022. Recibió al presidente Volodymyr Zelensky en una cumbre del G7 en Hiroshima y también visitó personalmente Kiev, demostrando un claro compromiso con la defensa de la soberanía ucraniana. Asimismo, su gobierno se comprometió a incrementar el gasto militar de Japón, una medida bien acogida por Estados Unidos en su estrategia de contención frente a China y logró mejorar las relaciones con Corea del Sur, antaño congeladas. No obstante, en el ámbito doméstico, adoptó una postura más conservadora en cuestiones sociales sensibles, mostrándose reticente a avanzar en el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por otro lado, su administración sí logró aprobar nuevas regulaciones para impulsar una mayor participación de mujeres en los consejos de administración empresariales.
Alta inflación y un yen débil
El panorama económico del país asiático ha agravado aún más sus problemas. La creciente inflación y el debilitamiento del yen han provocado un creciente descontento entre la opinión pública, afectando su popularidad. Los mercados financieros reaccionaron el miércoles con volatilidad ante el anuncio de la renuncia. Aunque el yen se fortaleció ligeramente un 0,3% frente al dólar tras la noticia, el índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cayó levemente un 0,2%. Los inversores parecen mostrar cautela ante la perspectiva de cambio en un momento tan delicado, con presiones inflacionarias persistentes y una moneda nacional débil.
La incapacidad de Kishida para hacer frente a la subida de los precios al consumo y a los escándalos en los que están implicados su partido y su familia se tradujo en una caída de los índices de popularidad del PLD, que ha gobernado Japón casi ininterrumpidamente durante décadas. Desde el pasado otoño, una serie de escándalos sobre la recaudación irregular de fondos políticos por parte de facciones internas del PLD salieron a la luz pública. Ante esta situación, Kishida reconoció la necesidad urgente de restaurar la confianza de la ciudadanía en la política nacional, emprendiendo una serie de medidas drásticas dentro de su propio partido.
En primer lugar, trabajó para eliminar las facciones que se vieron involucradas en estas prácticas cuestionables, por lo que varios legisladores y sus asistentes relacionados con estos escándalos fueron castigados, incluyendo acusaciones penales en algunos casos. Asimismo, impulsó una revisión profunda de la ley de control de los fondos políticos, con el fin de endurecer los requisitos de transparencia y rendición de cuentas para los partidos y sus representantes.
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