Política

Adiós a Mandela

Sin sucesor para Mandela

La Nación del Arcoiris busca una figura capaz de capitalizar el liderazgo de Madiba. La credibilidad del poderoso CNA, su partido, está dañada por los casos de corrupción. Suráfrica pone en riesgo su estatus de potencia regional si no resuelve la desigualdad

TRIBUTO GLOBAL. Varios ciudadanos marchan frente la casa de Mandela en Soweto, Johannesburgo
TRIBUTO GLOBAL. Varios ciudadanos marchan frente la casa de Mandela en Soweto, Johannesburgolarazon

«¿Quién va a cuidar de nosotros?», es lo que se pregunta Molly Makhado. «No era el momento para que se fuera», dice Motsewa Magawe. Es la pregunta que ronda la cabeza de miles de surafricanos. Adivinar qué va a pasar a partir de ahora en Suráfrica es difícil. Lejos de los festejos de estos días, para celebrar la vida del símbolo de la paz, está la incertidumbre de qué ocurrirá en el país más potente del continente, que desprende unas cifras que preocupan. El 25,6 por ciento de la población está desempleada según las cifras oficiales del Gobierno de Suráfrica y casi el 40 por ciento está por debajo del umbral de la pobreza. Unos números difíciles de digerir en un país en el que el alto índice de desigualdad, crimen, violaciones y pobreza asusta.

La figura que hacía olvidar estos desalentadores datos se acaba de marchar. Era Nelson Mandela (1918-2013). Pero una vez desaparecido, el país tiene que seguir adelante por sí solo, sin el pilar que les ha sostenido durante décadas. Encontrar el equilibrio entre el crisol de ricos y pobres, blancos y negros no es tarea sencilla. Es difícil resolver esta incógnita a sólo tres días de la desaparición de Tata Madiba –como le llaman cariñosamente en Suráfrica (Padre Mandela)–. Habrá que esperar que el país se reconforte de la triste noticia para que sus nueve provincias interioricen lo que ha ocurrido, tomen las riendas del país y lo encaminen hacia la dirección adecuada. Pero, ¿cuál es el camino que tiene que tomar? Las elecciones en 2014 podrían ser la clave para ver qué va a ocurrir en este país situado en la África austral.

El Congreso Nacional Africano (ANC) lleva en el Gobierno desde que Nelson Mandela se alzó con la victoria en las primeras elecciones democráticas en 1994 y se enfrenta en los próximos comicios, entre otros, a la Alianza Democrática (DA), actualmente en la oposición. La DA pretende acabar con los episodios de corrupción que se suceden en el país con el nombre del presidente, Jacob Zuma, como protagonista, pero sólo forman el 20% del Parlamento. Las voces más críticas atacan al Gobierno actual de no haber mantenido las bases del partido con el que Mandela hizo historia y a través de cuyo mensaje logró reconciliar a blancos y negros. Pero la realidad es que todos los sondeos electorales en este país apuntan a que en 2014 Zuma seguirá en el poder. Es complicado para una minoría surafricana imaginar a Jacob Zuma como sucesor de Mandela cuando su nombre aparece con frecuencia en la prensa por asuntos relacionados con corrupción, pero no hay que olvidar que de los 52 millones de personas que habitan en este país sólo el 10% es de raza blanca y, por tanto, son una minoría a la hora de elegir a un sucesor.

«Las opciones políticas que tenemos en Suráfrica son buenas, pero son directamente proporcionales al bajo porcentaje de población que representamos», comenta preocupado Morne Gouwns, «afrikáner» –como se denomina a los surafricanos de raza blanca– trabajador de SARS. «Creo que va a volver a ganar el CNA con sus nuevas ideas, sea con Jacob Zuma al frente o no», explica Morne. El régimen del «apartheid», derrocado en 1990, no es agua totalmente pasada y en esta zona del continente africano la diferenciación racial y económica es una realidad que no se puede obviar.

Buscar un sucesor, un heredero de su palabra, es complicado. Nelson Mandela era un hombre con un carisma difícil de volver a encontrar. Pocas personas tienen un carácter que aplaque hasta la mayor de las luchas sólo con sus palabras. «Desprende paz, es un hombre sabio», nos cuenta Rui Nozes, personal de la Embajada de la Unión Europea en Suráfrica, «muy pocas personas tienen ese aura», añade mientras relata una de las dos ocasiones en las que pudo ver a Mandela en persona. Hurgar en su familia para encontrar a un heredero que le suceda en la tarea de hacer de nexo de unión entre razas y culturas no parece ser la solución. De sus tres parejas, seis hijos y una veintena de nietos, ninguno parece perfilarse como la continuación de Madiba. Unos han tenido problemas con la Justicia, como Mandla Mandela; otros han intentando rentabilizar su fama incluso antes de morir Mandela como Swati y Zaziwe, que fueron las protagonistas del reality show llamado «Being Mandela», que fue emitido en Estados Unidos.

Y es que la fortuna del recién desaparecido de más tres millones de dólares es demasiado jugosa para no tratar de sacar tajada de ello en una familia en la que se les ha ido también su referente.

Suráfrica tiene un largo camino por recorrer y tiene que demostrar que su incorporación en 2010 en los BRICS es merecida y que la imagen de país fuerte y unido que dio al mundo en el Mundial del Fútbol de 2010 es una realidad y no un espejismo.