Represión en Venezuela
Tiempos dispares
«Nadie está hablando de medidas militares estadounidenses (...) He dejado claro repetidamente que nuestra política es: presión diplomática, política, económica y financiera; lograr una transición democrática y pacífica en Venezuela (...) El presidente Trump siempre dice que ´todas las opciones están sobre la mesa´ porque todas las opciones siempre están sobre la mesa, y eso es cierto en este caso. Pero ese no es el camino que hemos elegido», ha afirmado el halcón norteamericano Elliott Abrams, y actual encargado del conflicto venezolano por parte de los Estados Unidos.
EEUU y la región latinoamericana han decidido una ruta común para el cese de la usurpación de Maduro, para un gobierno de transición y finalmente para unas elecciones libres en Venezuela: cerco diplomático y reconocimiento del gobierno de Juan Guaidó. Ambos actores confían en la implosión del régimen madurista y donde los propios militares, único sostén del inquilino de Miraflores, sean quienes fuercen la salida del dictador.
Sin embargo, esta no es la posición de la mayoría de los venezolanos ni tampoco la postura que sostienen y alientan la mayoría de los líderes políticos alrededor de Guaidó. En este sentido, la disparidad recae en un problema de tiempos. Es decir, los tiempos de la comunidad internacional, no son los mismos que los tiempos de los venezolanos. Apaliar la crisis resulta una tarea de emprendimiento urgente, inmediato. La debacle económica con una inflación que roza 2.000.000% y una contracción del 15%, destruye la capacidad de compra del ciudadano de a pie. La muerte de niños por falta de alimentos y la pérdida de vidas humanas producto de la carestía de medicinas, marca un tiempo que al parecer la comunidad internacional está dispuesta a supeditar con el propósito de evitar salidas abruptas y baños de sangre.
Tanto los Estados Unidos, como Colombia y Brasil, sobre todo estos últimos por ser países fronterizos, desean que este avión en picada pueda aterrizarse de la mejor manera posible. Sin embargo, la estrategia emprendida por Abrams corre el riesgo de que el régimen chavista y sus líderes terminen por acomodarse, aclimatarse. Por ejemplo, Rusia y China podrían estar dispuestos a ofrecer los salvavidas necesarios que suplan de alguna forma, lo que Estados Unidos bloquea o limita. Cuba es un ejemplo de ello.
Guaidó nada en dos aguas: por un lado la presión interna, incluso de su propio círculo, de los propios ciudadanos quienes le piden que autorice el ingreso de fuerzas extranjeras a territorio nacional. Por otro lado, la petición externa de construir paso a paso un camino seguro para que la pesadilla concluya pacíficamente. Ambas posturas, legítimas al fin, le exigen al Presidente (E) de Venezuela replantear una estrategia distinta para los próximos días y que le permita mantener el apoyo de casi 70% de los venezolanos y de sus vecinos regionales que ya lo recibieron con honores presidenciales. La lucha continúa y tal parece que los tiempos se siguen diltando.
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