Cierre del Gobierno

Trump impone su poder en Washington y doblega al Partido Demócrata tras 41 días de crisis

Ocho demócratas han provocado una crisis interna en el partido al respaldar una propuesta republicana que no incorpora los subsidios médicos reclamados por el sector liberal

Donald Trump
Donald TrumpAgencia AP

Por primera vez en más de cuatro décadas, Estados Unidos ha vivido el cierre de gobierno más largo de su historia. Han sido 41 días de parálisis institucional, crisis política y un costo humano y económico que aún se mide en cifras y desconfianza. Este lunes, el Senado estadounidense aprobó un paquete de medidas de financiación que desbloquea la vía para poner fin al bloqueo, en una votación marcada por el desgaste político y una fractura sin precedentes dentro del Partido Demócrata.

Todo comenzó el 1 de octubre, cuando el Congreso no logró aprobar a tiempo los doce proyectos de gasto que mantienen en funcionamiento al Estado. Los republicanos, con mayoría en la Cámara de Representantes, propusieron una resolución temporal para financiar el Gobierno hasta noviembre, pero los demócratas la rechazaron, exigiendo la extensión de los subsidios del seguro médico bajo el Affordable Care Act (Obamacare).

El desacuerdo derivó en un cierre parcial del Gobierno federal, que dejó sin salario a unos 750.000 empleados, paralizó servicios públicos esenciales y provocó pérdidas estimadas en más de 14.000 millones de dólares. Aerolíneas, parques nacionales y programas sociales —como el WIC, que asiste a mujeres y niños de bajos recursos— quedaron suspendidos o al borde del colapso.

Durante semanas, el país vivió un ambiente de tensión creciente. Los trabajadores públicos protestaron frente a edificios federales y los sindicatos exigieron una solución inmediata. El presidente Donald Trump, lejos de moderar su tono, generó controversia al exigir en redes sociales que los controladores aéreos “volvieran al trabajo inmediatamente” y al prometer bonos de 10.000 dólares a quienes siguieran trabajando sin sueldo, a quienes llamó “verdaderos patriotas”.

La grieta en el Partido Demócrata

El acuerdo aprobado este lunes en el Senado fue posible gracias al apoyo de ocho senadores demócratas —entre ellos Tim Kaine, Dick Durbin, Maggie Hassan, Jeanne Shaheen, Jacky Rosen, Catherine Cortez Masto, John Fetterman y el independiente Angus King— quienes rompieron la disciplina de su partido y votaron junto a los republicanos.

El paquete permite financiar al Gobierno federal hasta el 30 de enero de 2026 y garantiza el pago retroactivo de salarios a los empleados afectados. También incluye fondos para Defensa, Agricultura, el Legislativo y Asuntos de Veteranos, además de autorizar la reincorporación de más de 4.000 empleados federales despedidos durante el cierre.

Sin embargo, la votación provocó un terremoto político entre los demócratas. El senador progresista Bernie Sanders calificó la decisión de sus compañeros como “una muy, muy mala elección” por “incrementar las primas de los seguros médicos para más de 20 millones de estadounidenses”. Aún más duro fue el congresista Ro Khanna, quien pidió abiertamente la dimisión del líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, a quien acusó de haber “perdido el contacto con la base del partido” y de no estar “a la altura de las circunstancias”.

Pese a las críticas, Schumer cuenta con el respaldo de su par en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, quien defendió su liderazgo y elogió el esfuerzo de los demócratas por resistir durante siete semanas las presiones republicanas.

Reacciones republicanas y el rol de Trump

Del lado republicano, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, celebró la aprobación del paquete: “Agradecemos a los demócratas que hicieron lo correcto. Eligieron el principio sobre la política personal”. Prometió además convocar de inmediato a la Cámara Baja para votar el texto definitivo y enviarlo a la mesa del presidente. “Nuestra larga pesadilla nacional está llegando a su fin”, afirmó.

Mientras tanto, Trump aprovechó el cierre para reforzar su imagen de liderazgo firme frente a lo que describió como la “incompetencia del Congreso”, insistiendo en que la crisis demostró “quiénes realmente trabajan por el país”. El cierre de 2025 no solo superó el récord de 2019 —cuando el Gobierno estuvo paralizado 35 días—, sino que dejó cicatrices más profundas. Esta vez, el enfrentamiento no se centró en el muro fronterizo o la política migratoria, sino en el modelo de Estado: cuánto debe gastar el Gobierno y en qué debe hacerlo.

Los efectos fueron visibles: el PIB del cuarto trimestre podría contraerse, según el Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, y el índice Nasdaq cayó un 3 % durante octubre. El dólar se debilitó frente al euro y al yen, reflejando el nerviosismo de los mercados ante un Estado capaz de detenerse por completo.

Las repercusiones también se sintieron más allá de Washington. La USAID y otros programas de asistencia internacional vieron retrasadas sus transferencias, afectando proyectos en América Latina y África.

Aunque la reapertura parece inminente, los analistas advierten que el conflicto no ha terminado. La extensión presupuestaria solo durará hasta enero de 2026, y el desacuerdo sobre los subsidios de salud y la política fiscal podría reavivar las tensiones en los próximos meses.

El cierre ha dejado al descubierto la fragilidad institucional estadounidense y la creciente polarización de su sistema político. Como resumió un editorial del Washington Post: “El Gobierno más poderoso del mundo ha demostrado que puede detenerse no por falta de recursos, sino por exceso de división”.

Client Challenge