Elecciones en Estados Unidos
Un batacazo inesperado de la candidata sin carisma
En los próximos días se retirará a su casa de Chappaqua al norte del estado de Nueva York
Tocó la Presidencia con los dedos pero, considerada la más inteligente y preparada, Hillary Clinton fracasó en lo de siempre: falta de confianza y el lastre de la «casta».
Hubo momentos en los que pudo tocar la presidencia con los dedos. En cambio, considerada la más inteligente y preparada, Hillary Clinton fracasó en lo de siempre: falta de confianza. No llegó nunca a los votantes. Ya le pasó cuando se peleó en las primarias de 2008 con Barack Obama. Y ahora le ha vuelto a ocurrir con el candidato republicano Donald Trump. Aun así, si algo hará Clinton será levantarse después de este duro golpe. Ya le pasó cuando le tumbaron su reforma sanitaria durante la presidencia de su marido, Bill Clinton. Ya le ocurrió con el caso Monica Lewinsky. Con las primarias de 2008. Y ahora con la presidencia de 2016. Hillary Clinton siempre resurge de las cenizas. Como si nada hubiera pasado.
Ahora queda preguntarse si se presentará a las elecciones de 2020. Entonces, la ex jefa de la diplomacia tendrá 72 años. Su salud se convertirá en un asunto de campaña de nuevo. Sobre todo tras haberla visto desvanecerse en la ceremonia en honor de las víctimas del 11-S en la Zona Cero.
En los próximos días se retirará a su casa de Chappaqua al norte del estado de Nueva York, desde donde trabajará en causas humanitarias. Entre ellas, su favorita: la lucha contra la falta de igualdad entre hombres y mujeres junto con derechos humanos en la comunidad internacional. Volverá a visitar los grandes foros internacionales, donde dará charlas.
Sólo ella sabe si volverá a presentarse en 2020. Si lo hace, regresará de forma silenciosa. Y todo volverá a comenzar. Sus problemas para llegar a la gente. La falta de confianza. La falta de entusiasmo que genera. Conoce lo que puede cambiar y lo que no. Pero ha visto y sabe demasiado. Y eso no gusta al electorado harto de Washington.
A la vez, el «establishment» del Partido Demócrata deberá pensar si quiere a Hillary Clinton en su futuro. Con estas elecciones parece que están en paz.
La coalición demócrata de élite adinerada y votantes de clase trabajadora, la mayoría de color, sobrevive siempre y cuando el partido opositor sea más racista. Les votan en la mayoría de las ocasiones por descarte. No porque quieran.
Aun así, el partido tiene que analizar por qué se permitió a Hillary Clinton presentarse a pesar de que consideraban que no era una buena candidata. «Se lo ha ganado», se escuchaba justificar. Sin embargo, estas elecciones han demostrado que la clave ha sido lo contrario. Ha ganado lo impredecible. Quizá, después de todo, no sea el Apocalipsis sobre el que advirtió Hillary Clinton. Ahí estuvo su error: basar su estrategia en contra de Trump, y no en lo que podía hacer ella.
Sin romper el techo de cristal
Hillary Clinton ha hecho historia al convertirse en la primera mujer de uno dos de los dos grandes partidos estadounidenses en ser candidata a la Casa Blanca. Sin embargo, su proeza no pudo completarse por culpa del impujo del un «outsider» populista llamado Donald Trump que le arrabatado el sueño de de ser la primera presidente de Estados Unidos. Durante meses las encuestas le hicieron creer que acariciaba el sueño para el que se había preparado durante todas su vida. Pero, finalmente, el voto blanco ha querido castigar al «establishment», representando en la representante de una dinastía política que ha protagonizado la vida política de Estados Unidos durante las últimas tres décadas. Anticipando su derrota, la ex primera dama publicó en su cuenta de Twitter un mensaje acompañado de una foto junto a su hija Chelsea en el que da las gracias a su equipo de campaña por el trabajo de estos meses. «Este equipo tiene mucho de lo que sentirse orgulloso. Sea lo que sea que pase esta noche, gracias por todo», escribía la candidata demócrata en su perfil de la red social.
✕
Accede a tu cuenta para comentar