Adiós a Mandela
Un testamento de más de 35 páginas irrita a la familia Mandela
Dos de sus hijas quieren vender copias de su huella por 24.000 euros
Herencia, testamento, empresas y beneficios. Mientras los surafricanos rezan por Nelson Mandela en todos los rincones, el clan del líder «antiapartheid» piensa en cómo repartirse su legado, pero no el ideológico, ético o intelectual, sino el material. Ahora, sus hijos y nietos se encuentran en la recta final de una ambición que no entiende de lazos sanguíneos. «Todo lo que puedo decir sobre el testamento de Mandela es que es un texto muy exhaustivo, no tiene dos páginas, sino más de 35», asegura a «The Sunday Times» Wim Trengove, abogado del ex presidente suraficano y su hombre de confianza. «No sé si a la familia le gustará o no cuando lo vea», añade.
Por si acaso, las más «peleonas» de la saga, su hija mayor, Makaziwe, y Zenani, la hija mayor de su segundo matrimonio, ya se cubren las espaldas y preparan una estrategia judicial para reclamar lo que consideran que les pertenece en caso de no conseguirlo. Lo más probable es que, si no les gusta lo que ven, aleguen que su padre había perdido facultades mentales cuando lo escribió. Makaziwe, de 59 años, y Zenani, de 55, ya visitaron los juzgados a principios de este año para pedir la gestión del fondo que el patriarca había abierto para gestionar los beneficios obtenidos con la comercialización de sus huellas impresas, a cuyo cargo estaban amigos de Madiba, algo que las hijas consideraban intolerable. Además, mientras que él aseguraba que las huellas impresas serían una edición limitada, sus descendientes no lo veían igual. De momento, las hermanastras piensan ya en aumentar su producción y vender cada pieza por 20.000 libras (24.000 euros). Así vive la familia Mandela el cuarto día sin el «padre», apenados, pero mirando más allá también. Según su entorno, a todos ellos les está costando mucho asimilar la pérdida del patriarca. «Sí, Tata [papá] se ha ido. El pilar de la familia se ha marchado», declaraba el general Temba Matanzima, portavoz de la familia. Él era el punto de apoyo, el pilar, la pieza que cohesionaba a la familia. Tanto es así que el general lo calificó como «un baobab que nos daba una sombra reconfortante y nos aportaba seguridad y protección». «La muerte no nos pilló por sorpresa, pero sigue siendo muy dolorosa», dice otro miembro de la familia.
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