Política

Represión en Venezuela

Venezuela pierde a sus hijos

LA RAZÓN habla con las familias. El hospital JM de los Ríos de Caracas es el nuevo símbolo de la crisis del país: los niños fallecen por falta de medios tras meses de angustia.. Geraldine Labrador: "Me dijeron que no podían mandarlo a Italia por culpa del bloqueo a petrolera estatal"

Entierro de Erick Altuve, otro de los niños fallecidos en el Hospital JM de los Ríos el pasado mes de mayo / Ap
Entierro de Erick Altuve, otro de los niños fallecidos en el Hospital JM de los Ríos el pasado mes de mayo / Aplarazon

El hospital JM de los Ríos de Caracas es el nuevo símbolo de la crisis del país: los niños fallecen por falta de medios tras meses de angustia. LA RAZÓN habla con las familias.

En mayo, seis de los pacientes del JM de los Ríos murieron. Cuatro de ellos ocuparon la misma sala de hematología, donde esperaban un trasplante de médula que nunca llegó. Es el principal hospital infantil de Venezuela. El régimen de Maduro acusa a las sanciones de EE UU de no haber podido hacer las operaciones en Italia, al no poder pagar un convenio. Pero la situación del recinto desmiente al poder. Faltan el 80% de medicamentos y el 85% del instrumental quirúrgico; funciona sin rayos X desde hace tres años y sin resonancias magnéticas desde hace siete. LARAZÓN habla con las familias.

Yeiderbeth Requena:

Esperaba desde 2017 un trasplante. Murió con ocho años

«Mi hijo tenía ocho años. Estaba hospitalizado en el hospital JM de los Ríos desde 2016. Su patología era una leucemia mieloide aguda». Wendy Requena se convirtió en una experta de la terminología médica después de tres años acompañando a su hijo Yeiderbeth desde que le fue diagnosticada la enfermedad. La mujer, habitante de una favela en el estado de Vargas, a unos 20 kilómetros al norte de Caracas, es una de las cuatro madres que vieron morir a sus hijos el pasado mes de mayo con una realidad transversal: esperaban un trasplante de médula que nunca llegó. Les falló el sistema público nacional de salud.

Cuenta que al pequeño se le procuró un primer ciclo de quimioterapia en 2016, gracias a que ella misma consiguió los medicamentos pidiendo en redes sociales, luchando para encontrar alternativas a la ausencia de las productos dentro del hospital, que desde hace más de una década sufre escasez de suministros. Hubo remisión y tranquilidad, poca. Entonces los médicos le indicaron a Robert la necesidad de hacerle un trasplante de médula. «Desde 2017 lo estábamos pidiendo y esperando. Entramos en una lista, hicimos todo el papeleo», dice su madre.

En Venezuela solo se hacen trasplantes de médula en Valencia, al oeste de Caracas, y cuando se tiene donante compatible. De no tenerlo, las alternativas se achican y se hacen fuera. Desde hace más de una década, Petróleos de Venezuela cuenta con un programa para financiar viajes a Italia, donde hay 101 unidades de trasplante que permiten incluso realizar con donantes no familiares. «En nuestro caso, la compatibilidad era del 50% y nos dijeron que así no podían hacerlo. Nosotros insistimos en que probaran. Además, había que poner todo, hasta los guantes, porque allí no hay nada», añade.

Llegado 2019, Yeiderbeth sufrió una recaída que obligó a un nuevo ciclo de quimioterapia, que según su madre no dio resultados pero sí ocasionó efectos secundarios: «Tenía las plaquetas bajas y dificultad respiratoria». Entonces vinieron las horas más duras. Ingresó en Emergencias, sufrió malestar estomacal, sentía dolores abdominales fuertes, no tenía apetito y comenzó a retener líquido. «La doctora le puso sueros y le calmó la diarrea, pero no el dolor porque no había nada que ponerle para eso. Tampoco había los antibióticos necesarios y salimos corriendo a buscarlos, a pedirlos, en redes sociales. Él me gritaba que tenía mucho dolor. Luego tuvo convulsiones y no lo oí más».

Yeiderbeth Requena quedó atado a un respirador artificial, mientras los médicos, cuenta su madre, ya no sabían qué más podían hacer vistas la precariedad del centro y, también, el deterioro del paciente. «Me pidieron albúmina humana, corrimos hasta que alguien la donó, pero ya era tarde. A mi hijo le dio un paro. No soportó tanto», llora Wendy. Su muerte se registró el 25 de mayo en el JM de los Ríos, el principal hospital infantil del país, de referencia nacional, y en otra época el más avanzado de toda Latinoamérica.

Vietnam Vera es médico de la UCI y recuerda que ya en 2006 un informe oficial daba cuenta de las precarias condiciones del lugar por deficiencias en cantidad de medicamentos, suministros y materiales, de mantenimientos correctivos y preventivos, de dotación de alimentos y de disponibilidad de personal. «Nada de esto es de ahora. Pero las respuestas siempre han sido las mismas, excusas. Ahora hablan de que todo es consecuencia del supuesto bloqueo de EE UU», asegura.

Yeiderbeth Requena cumplió años el día de su entierro. Sobre el ataúd fueron puestos varios regalos y también una tarta. Antes de sepultarlo, le cantaron.

► Robert Redondo:

Falleció en apenas doce horas tras complicarse su neumonía

«Mi hijo tenía una leucemia linfoblástica aguda de alto riesgo, diagnosticada en 2017. Este año lo hospitalizaron porque tenía todos los valores muy bajos, como plaquetas y hemoglobina, y se decidió que era urgente hacerle un trasplante de médula hace más de tres meses». Geraldine Labrador habla de su hijo Robert Redondo con la misma rapidez con la que se produjo su desenlace.

Este niño de siete años murió el 23 de mayo en el JM de los Ríos, después de una complicación producida a partir de una neumonía en el pulmón derecho. «Todo ocurrió en poco más de doce horas. Los doctores ayudaron pero no pudieron hacer más. Allí trabajan con las uñas», dice su madre a LA RAZÓN.

Geraldine escuchó que su pequeño necesitaba ser trasplantado y supuso inmediatamente que lograrlo no sería fácil. Otros niños en el mismo hospital llevaban al menos dos años esperando el suyo. «Fui a la fundación del Estado que se encarga de eso y me dijeron que no podían mandarlo a Italia por culpa del bloqueo a PDSVA–la petrolera estatal–, y si éramos compatibles se le podía hacer en Valencia, tras cumplir con una lista grandísima de insumos porque el Gobierno no pone nada de lo que hace falta en estos casos», recuerda.

Sus palabras se asemejan a las de Jennifer Guerrero, mamá de Erick Altuve, el cuarto niño en morir en mayo en esa sala del hospital. Esperaba trasplante desde 2013 y murió el pasado 26 de mayo. La mujer ha denunciado que incluso medicamentos que sí están en las instalaciones del centro les son negados a los pacientes. Su niño murió sin recibir el propofol que la dirección del hospital mantenía bajo llave.

Por eso Geraldine es aguerrida y no se cree la posición oficial de culpar a las sanciones. «Todo está en decadencia, tú vas a los servicios del hospital de niños y todo está por el piso. Eso no es culpa del bloqueo, es culpa de ellos mismos por su negligencia, por su falta de conciencia».

También afirma que no se le facilitaron medicinas como la vancomicina que le habían recetado. «En este momento además no hay quimioterapias porque no hay aire acondicionado en las salas. La terapia intensiva solo tiene cupo para dos pacientes (deberían ser 14). Si vas a pedir sangre, no hay reactivos para hacer la serología y todo lo tiene que poner uno pagando en dólares. Por eso tuve que pedir ayuda y donaciones».

Katherine Hernández, de la ONG Prepara Familia que trabaja en ese hospital, recuerda que el convenio para trasplantes con Italia comenzó en 2006 y comenzó a decaer en 2015. «En 2017 se suspendió el Programa de Procura de Órganos y Trasplantes del Estado y el oficio que lo anuncia dice que en el país no hay inmunosupresores y por tanto no se puede garantizar que se pueda paliar el protocolo necesario». Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Pediatría, ratifica que el Estado dejó en el aire a todos los pacientes que requerían trasplantes de todo tipo hace dos años, mucho antes de las sanciones de Estados Unidos.

En el servicio de hematología aún hay 26 niños esperando trasplantes de médula. Algunos aún no han podido siquiera determinar si tienen familiares compatibles, pues el Estado ya no hace los estudios necesarios y son muy caros para que las familias los paguen. «Hay unos 20 niños en riesgo que deberían salir pronto a Italia porque tienen hasta donante esperando», informa Hernández. Pero Huníades Urbina no es optimista. «Están condenados si no se operan», lamenta.