Cuarentena

Descálzate en casa (y descubre que es buenísimo para tu salud)

Caminar descalzo puede convertirse durante esta cuarentena en un hábito saludable para tu salud física y mental.

Descálzate en casa (y descubre que es buenísimo para tu salud)
Descálzate en casa (y descubre que es buenísimo para tu salud)larazon

Si en algo estamos todos de acuerdo es que nuestra rutina doméstica ha cambiado durante este confinamiento. Después de estar semanas encerrados en casa hemos adoptado pequeños gestos casi sin darnos cuenta que hacen nuestra vida más confortable. Y no, no nos referimos a cortarnos el flequillo ni hacer pan, sino cosas más naturales como vestir ropa cómoda (no tiene que ser un pijama por fuerza), nos maquillamos menos, hacemos vino-llamadas con nuestros amigos y caminamos con los pies desnudos.

Al crecer se nos olvida ese consejo que dan siempre los pediatras cuando los niños empiezan a caminar y es dejarles descalzos el máximo tiempo posible para ayudar al completo desarrollo muscular del pie del bebé. Y es que esta actitud tan simple, nos devuelve a la infancia y al placer de descubrir nuevas sensaciones al pisar hierba, arena o escalar rocas. Parece que solo nos acordamos de este gesto tan natural cuando llegamos a la playa y las chanclas se convierten en un estorbo. Para los adultos se puede traducir además en múltiples ventajas como eliminar estrés y dolores en el cuello, la espalda y las piernas.

Nuestro pie es un gran olvidado que consta de 33 articulaciones, 26 huesos y más de cien ligamentos, tendones y músculos. Tenemos que aprovechar este periodo para mimar una de las partes de nuestro cuerpo que más castigamos en el día a día, ya sea con los zapatos de tacón que comprimen y deforman el pie o con zapatillas deportivas que lo vuelven menos elástico y fuerte.

Hay mujeres que afirman no poder caminar sin stilettos de 8 centímetros como mínimo, o que creen que la belleza es sufrimiento, pero luego en las bodas uno de los regalos más apreciados por todas las invitadas son las bailarinas para poder seguir disfrutando de la fiesta sin dolores. Con tacones el pie se apoya mal, nuestro equilibrio se resiente y las consecuencias la paga la columna vertebral; así nos quejamos de esguinces, dolor de cervicales y hasta de rodillas dislocadas.

Así que este tiempo sin obligaciones de llevar zapatos incómodos nuestro pie aprende a respirar, a caminar de una manera diversa, incluso a estirarse como nunca tenemos tiempo de hacer en el día a día. Aprovecha también para cuidarlos dándote un masaje relajante mientras ves una serie hidratándolo con manteca de karité o acciete de almendras.

Beneficios de caminar descalzos

Es sano. Lo primero que hacen los orientales al llegar a casa es descalzarse y es que en los zapatos se pueden encontrar más de mil tipos diferentes de bacterias en la suela. Esas bacterias se transfieren al suelo de la casa, y si en ella viven niños pequeños, la probabilidad de que se infecten es alta.

Muchas veces por llevar zapatos de plástico, la humedad hace que tengamos enfermedades como mal olor u hongos en las uñas. En nuestra casa, con los suelos limpios y secos, no vamos a tener riesgo de infecciones de este tipo.

Refuerza las defensas. Caminar descalzos nos vuelve más resistentes a los constipados, porque los estímulos que nos llegan del suelo frío incentivan la producción de calor corporal reforzando nuestro sistema inmunitario.

Quitarse los tacones al llegar a casa, ese gran placer
Quitarse los tacones al llegar a casa, ese gran placerlarazon

Corrige los defectos estéticos. Muchas veces, tacones y zapatos estrechos producen rozaduras, callos, dedos martillo, durezas o deformidades varias que caminando descalzos se pueden corregir. Según un estudio de la New York State Podriatic Medical Association, el 99% de las personas nace con los pies perfectos, pero a los 20 años tienen problemas de algún tipo (ya sea pisada o estético) el 80% de la población.

Mejora la estructura musculo- esquelética de los pies y los tobillos y puede prevenir algunas patologías del pie. Desde el punto de vista óseo, mejora la estructura anatómica del cuerpo.

Da fuerza a los músculos de las caderas y las piernas, mejora el equilibrio y hace que nuestra manera de andar sea más ágil.

Menos cansancio. Al cambiar nuestra pisada, evitaremos sobrecargas en algunos músculos y nos cansaremos menos. Al apoyar el peso en el talón en vez de en la punta de los dedos (como pasa al usar tacones), el impacto de nuestro peso estará más repartido y se evitarán lesiones.

Bebés y tercera edad. Los niños pequeños encuentran estabilidad para dar sus primeros y las personas mayores consiguen entrenar sus piernas.

Una mujer pega a su bebé en un bar de Zaragoza para "que aprenda de la vida". Imagen de archivo
Una mujer pega a su bebé en un bar de Zaragoza para "que aprenda de la vida". Imagen de archivolarazonLa Razón

Piernas menos hinchadas. Caminar descalzos reactiva la circulación y el retorno venoso, esto es, la sangre que corre de las extremidades al corazón. De esta manera, se favorece la oxigenación por todos los miembros y ayudamos a nuestro sistema linfático.

Es relajante. Caminar sin zapatos permite relajarse a las venas y a los músculos.

Anti estrés natural. Las plantas de los pies contienen más terminaciones nerviosas sensoriales por centímetro cuadrado que cualquier otra parte del cuerpo. Con los pies descalzos, la presión que hacemos con nuestro peso hace que se masajeen todas esas terminaciones nerviosas como si estuviéramos haciendo un masaje. Al activar el sistema nervioso parasimpático, reducimos además los síntomas de ansiedad, la tensión arterial y la secreción de hormonas estresantes como la adrenalina y el cortisol.

Sensación de libertad. A nivel psicológico, estar con los pies descalzos nos aporta un importante (ahora más que nunca) bienestar mental.

Tonificar y quemar calorías. Si además de todas estas ventajas quieres aprovechar para hacer deporte, un buen ejercicio es caminar de puntillas y luego sobre los talones. Si además lo hacemos al ritmo de la música, fortaleceremos nuestro cuerpo y elevaremos nuestros niveles de endorfinas, la hormona de la felicidad.