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La mascarilla ayuda a tener aventuras extraconyugales

Además de proteger nuestra salud, se ha convertido en una solución para los encuentros de los infieles con sus amantes en lugares públicos.

Los besos pueden ser una auténtica droga
Los besos pueden ser una auténtica drogagleeden

En 1897, un cirujano llamado Johannn von Mikulicz Radecki describió la primera mascarilla quirúrgica compuesta por una capa de gasa. Quién le iba a decir al austríaco que poco más de un siglo después su invento se iba a utilizar no solo para salvar vidas sino para ligar con más comodidad.

Y es que además de ofrecernos protección contra la Covid-19, la mascarilla se ha convertido en la aliada perfecta para ir de incógnito. No se trata solo de las ventajas que ofrece a la hora de evitar saludar al vecino pesado sino, también, tal como reflejan los resultados del último estudio realizado por Gleeden (la plataforma de encuentros extraconyugales líder en Europa, pensada por y para mujeres) la mascarilla facilita enormemente las aventuras entre amantes.

Realizado entre más de 3.600 usuarios y usuarias de Gleeden, el estudio expone que, para el 77% de ellos, la obligatoriedad del uso de la mascarilla supone una bendición a la hora de encontrarse con sus amantes de manera discreta. Y es que, el 72% de los/las encuestados/as ha afirmado que la mascarilla les ofrece la oportunidad de moverse de incógnito sin que nadie les reconozca.

Por este motivo, más de la mitad de los infieles consultados afirman que ahora es más fácil encontrarse con su amante en un lugar público. El 51% incluso se atreve a tener una cita cerca de su lugar de trabajo y el 32% cerca de su domicilio… No es de extrañar que a los infieles les parezca de maravilla esta normativa, de hecho ¡el 34% de los encuestados incluso admite que le gustaría que la obligación de usar una máscara se prolongara el próximo año!

¿Podría la mascarilla ser la ayuda que necesitan muchos matrimonios para devolver la pasión a su relación? Cuando la monotonía se instaura en una pareja, aunque esté bien avenida, pueden surgir problemas como depresión, falta de deseo o indiferencia por el cónyuge. Muchas parejas no quieren separarse porque se quieren, pero plantean la “canita al aire” como la solución perfecta para volver a sentirse deseados sin renunciar a la estabilidad de su relación en casa. Pero esta descarga de endorifnas, serotonina y aumento de la autoestima es beneficioso a nivel psicológico, sino que también podría tener ventajas para nuestro cuerpo.

La psicóloga estadounidense Deborah Taj Anapol, defensora del poliamor, llegó a la conclusión de que la ausencia de sexo en la relación acaba acelerando el envejecimiento y perjudicando la salud, ya que, según sus conjeturas, la acumulación de tensión sexual debilita las defensas del sistema inmunológico. Para ella, el matrimonio no es más que una simple institución reproductiva “sin cabida para experimentar el lujo del romanticismo y la pasión”.

Desde luego vivir una doble vida es un hecho moral reprobable y que cada persona tiene que plantear antes de dar ese paso. Cometer una infidelidad daña para siempre la estructura de honestidad y lealtad en la que se basa cualquiera pareja, pero para algunas personas es un peaje a pagar que merece la pena pues da estabilidad a su matrimonio. ¿Irónico? Seguramente, pero sobre todo ahora en tiempos de pandemia, muchos matrimonios se han visto fortalecidos por estas “escapadas” discretas que no afectan a la rutina diaria de casa- familia-vida en común.

No nos llamemos a engaño. Nadie nace infiel, es más, la infidelidad surge para el que la busca. Lo que nadie se esperaba, seguramente, es que el odiado tapabocas se fuera a convertir en un aliado perfecto de aquellas personas que tenían en su imaginario el look del infiel con sombrero, gafas de sol y abrigo largo. Es más, según un estudio reciente del Centro de Investigación de la Visión de la Universidad de York (Toronto, Canadá), publicado por The New York Times, la mascarilla dificulta enormemente la capacidad de reconocer rostros y, a veces, incluso hace que sea imposible de identificarlos. Hasta para los más fisonomistas, este pequeño trozo de tela que camufla la mitad del rostro es suficiente para confundirlos. Corren malos tiempos para la fidelidad… y para los detectives matrimoniales.