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Antes de empezar a usar prendas de lino tienes que saber estos consejos sobre cómo lavarlas, plancharlas y cuidarlas

Trucos de experta para mantener tu ropa impecable

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Si tenemos que hacer una lista de los tejidos estrella del invierno solemos tenerlo claro: pana, terciopelo o lana (o cashmere para las más afortunadas) son seguramente los favoritos para la mayoría de nosotras. Materiales que consiguen protegernos del frío y las bajas temperaturas a la vez que tienen un punto especial de estilo. Pero, ¿y qué pasa con los del verano? Pues aunque no lo creas también tienen sus tejidos predilectos, y esta temporada todo apunta en concreto a dos: el crochet, cuyas prendas con vocación de virales ya se han dejado ver por Instagram, y el lino.

Es este último en el que queremos centrarnos hoy, pero no para hablar precisamente sobre cómo llevarlo o con qué combinarlo. Si no porque sabemos que el lino igual que estilos y elegante es seguramente uno de los materiales más difíciles de mantener impecables. Porque se arruga con solo mirarlo, porque limpiarlo puede ser una auténtica odisea para no estropear la prenda y porque para guardarlo y mantenerlo en condiciones óptimas requiere unos cuidados algo más especiales de los habituales.

A la hora de lavarlo, el primero consejo que debes tener en cuenta es leer la etiqueta propia que incluye cada prenda, donde las instrucciones de lavado son mucho más precisas. Aunque muchas de ellas te dirán directamente que recurras a tintorería o lavado en seco, lo cierto es que quizás otras puedas ahorrártelo lavadoras siempre en agua fría y a muy baja tempertatura, ya que al tratarse de una fibra natural de origen vegetal podría encogerse y deformarse. Si optas por el lavado a máquina, elige un ciclo corto y evita el centrifugado. Si lavas a mano, no exprimas más de lo estrictamente necesario. También es buena idea proteger la prenda con una bolsa o rejilla de tela, para que sufra menos en la lavadora durante el proceso. Utiliza productos que te ayuden a enjuagar y que elimine cualquier resto de jabón o suavizante depositado entre las fibras, es fundamental para evitar posibles manchas o decoloraciones.

Para secarla cuelga la ropa al aire y bajo ningún concepto uses secadora. Ponla lo más estirada posible para evitar arrugas, y mejor si no sujetas con pinzas, o usas un pañuelo entre la pinza y la prenda para no dejar marcas.

Y en cuanto a las arrugas, que son prácticamente inevitables con este tejido, prueba a colgar las prendas en el baño mientras te duchas para aprovechar la humedad y conseguir estirarlas. El vapor es sin duda el mejor aliado. Pero si das con una prenda en cuya etiqueta se permite el planchado usa siempre un paño fino y seco entre la plancha y la ropa. Por último, a la hora de guardar tus prendas en el armario, no las cubras con plásticos. Es preferible dejarlas al aire o bien protegerlas con una funda de algodón o papel de seda.