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¿De verdad el ser humano está diseñado para correr?

Nuestro cuerpo es ideal para la carrera de fondo. Esta habilidad fue imprescindible para sobrevivir en nuestros primeros pasos por la sabana.

¿De verdad el ser humano está diseñado para correr?
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Nuestro cuerpo es ideal para la carrera de fondo. Esta habilidad fue imprescindible para sobrevivir en nuestros primeros pasos por la sabana.

Sí. Pero no para correr a gran velocidad, sino maratones. Al menos para correr a ritmo más o menos sostenido durante mucho tiempo. El cuerpo humano presenta algunas peculiaridades interesantes: tenemos un tendón de Aquiles extensible que actúa como un muelle recogiendo la energía del impacto del pie en el suelo y devolviéndola a las piernas para ahorrar esfuerzo. Carecemos de pelo en buena parte de la piel, pero sudamos y eso permite mantener la temperatura de manera constante, sin desgastes inútiles en refrigeración o calefacción. Contamos con algunas de las articulaciones más poderosas y anchas del reino animal. Además, poseemos un aparato vestibular en el oído inusitadamente grande que permite mantener el equilibrio en carrera. En él se encuentran los líquidos que nos ayudan a no perder el equilibrio especialmente cuando corremos y nuestros dos puntos de contacto con la tierra firme están en el aire. Por último, contamos con las posaderas más grandes y musculadas de todos los primates. La culpa la tienen dos grupos de músculos (el glúteo mayor y el glúteo menor) excepcionalmente desarrollados. Ellos nos ayudan a mantener la postura sin esfuerzo recogiendo la energía del trote y compensando el balanceo de la carrera. Los monos, cuyas nalgas son escuálidas, apenas mantienen sus carrera unos minutos sin desfallecer. Sin embargo, se sabe que el ser humano tiene mayor resistencia aeróbica en carrera que un caballo. Si pudiéramos equiparar nuestro trote al suyo, nosotros resistiríamos más tiempo.

Esta habilidad fue imprescindible para sobrevivir en nuestros primeros pasos por la sabana. Allí, nuestros ancestros debían competir con la hienas (grandes corredoras de fondo) por la carroña. Un Homo Sapiens ancestral observaba a lo lejos un festín de buitres. No era capaz de determinar con exactitud la distancia, pero sabía que bajo la barahúnda de aves carroñeras tenía que haber comida. Así que, sin pensárselo dos veces echaba a correr confiado en que llegaría antes que las hienas. No en vano sabía que era uno de los mejores corredores de fondo de la sabana. En otras ocasiones, su comida y la de su familia dependería de su capacidad de perseguir a una presa hasta que ésta cayera extenuada. Aquellos antecesores de nuestra especie sabían que en primera instancia la presa iba a escapar por velocidad. Pero cualquier animal necesitaba descansar a cada corto trecho, era incapaz de mantener la carrera sostenida. Porque sí, nuestro cuerpo es ideal para la carrera de fondo.

¿PODEMOS SENTIR FÍSICAMENTE EL DOLOR DE OTRA PERSONA?

Se ha comprobado científicamente que hay algunos individuos que tienen cierta capacidad de experimentar en sus propias carnes el dolor físico ajeno. A este fenómeno se le conoce como dolor especular y tiene que ver con el funcionamiento de las neuronas espejo. Éstas se activan cuando vemos a un congénere realizar una acción común. Si vemos a una persona dar de comer a un bebé, nuestras hormonas espejo se activan y tenemos el impulso de abrir nosotros la boca. El problema surge cuando esta pulsión se vuelve patológica y el sentido de la vista produce interferencias en el tacto. Así, si una persona con esta patología ve a alguien retorcerse de dolor, sentirá también físicamente el sufrimiento.

¿Los pájaros están dotados del sentido del olfato?

Sí pueden y, además, algunas aves migratorias lo utilizan con la intención de orientarse. De hecho, algunos estudios científicos llevados a cabo en las Islas Baleares consistieron en desactivar el sentido del olfato a un grupo de pájaros mediante técnicas tanto físicas como genéticas. Como resultado de la investigación , los pájaros sin olfato encontraron su destino en la Península Ibérica, pero tardaron mucho más de lo que venía siendo normal para ellos y tuvieron que dar bastantes rodeos antes de hallar el camino adecuado.