Casas reales
«El Duque de Toledo» o Alfonso XII
Alfonso XIII no disfrutó de un matrimonio estable. Sus infidelidades –que ya había practicado Alfonso XII con Elena Sanz y con Adelina Borghi «La Biondina» (la rubita)– fueron notorias e hicieron sufrir a Doña Victoria Eugenia, del mismo modo que las de su padre habían martirizado a Doña María Cristina. El soberano usaba el título de Duque de Toledo cuando iba por Madrid en busca de diversión nocturna.
Un biógrafo norteamericano le presentó el índice de un libro que escribía sobre él. Alfonso XIII reaccionó ante el capítulo: «Los amores del monarca». ¡Cómo! –exclamó–. El rey de España no tiene más amor que el de su esposa. El norteamericano sonrió maliciosamente. Y el rey... –Claro que si se trata del duque de Toledo... quizá haya tenido alguna aventurilla interesante. Así, el capítulo se tituló: «Las aventuras del duque de Toledo» .
El título lo usaba también para viajar de incógnito. En el verano de 1921, se encontró con su tía la infanta Eulalia en Deauville. Había viajado allí bajo el título de duque de Toledo. A la caída de la monarquía, se inscribió en el Hotel Savoy de Fontainebleau con el mismo título. En el Gran Hotel de Roma, donde Alfonso XIII falleció, preguntaron a Don Juan de Borbón qué título preferiría usar en adelante y él respondió que el de Conde de Barcelona. Estuvieron dándole muchas vueltas al asunto. Intervinieron el duque de Alba, el de Montellano, el de Sotomayor, el conde de los Andes,... Después de una discusión bastante ardua, alguien dijo: «¿Por qué no vuelve a llamarse duque de Toledo, como se llamaba el rey?» Otro de los presentes repuso que ese era un título privado y que habría que buscar uno soberano. Se dudó entre Navarra y Barcelona, que finalmente resultó el ganador.
Alfonso XIII tenía una yeguada, con la que competía, bajo el nombre de Duque de Toledo. Hoy existe el Memorial Duque de Toledo, que con sus 40.000 euros de premio y 2.400 metros de recorrido constituye la cita estelar del otoño hípico. Se fundó en 1930 con el nombre de Premio Albano o Gran Premio de Otoño. En 1941, año de la muerte del rey, se empezó a llamar Gran Premio Memorial Duque de Toledo.
Pero si su marido había utilizado el título de duque de Toledo para diversos lances amorosos, la reina Victoria Eugenia usó ese nombre para fines muy distintos. En 1936, navegó a Nueva York para visitar a su hijo el Conde de Covadonga, ingresado en el hospital. El conde de Mora, portavoz de la soberana, dijo a los periodistas que la reina creía en el retorno de la familia real a España. «No», fue su respuesta a un reportero que preguntó si la reina esperaba ocupar de nuevo el trono, «se supone que la Duquesa de Toledo no volverá, pero el Príncipe Juan, actual heredero del Rey Alfonso, sí se convertirá en Rey de España».
El 15 de septiembre de 1972, se redactó un dictamen por el que se solicitaba un título para don Alfonso de Borbón y Dampierre. Se hablaba de los de duque de Toledo y de duque de Borbón. Ninguno fue usado por el Duque de Cádiz.
Su carácter
Alfonso XIII era gran aficionado al motor y la ingeniería. La Ciudad Universitaria madrileña es obra suya. De carácter abierto y avanzado para su tiempo, aficionado a cierto cine que luego se haría habitual. Mujeriego y algo frívolo según algunos, decía en el exilio mientras se tentaba la barriga: «Lo peor del exilio es que se engorda mucho». Rey desde su nacimiento, era campechano y se autocalificaba durante ese exilio de «rey en paro». Otras veces decía: «Estoy pasado de moda. A la larga, los reyes exiliados aburrimos». Gran patriota, se sentía como un enamorado a quien su novia abandona sin ninguna razón.
✕
Accede a tu cuenta para comentar