Radio
Carlos Alsina: «Más que de Madelman, yo era de Geyperman»
Luis del Olmo dijo que era su sucesor natural y también Gabilondo le ha ponderado, aunque, a sus 47 años, asegura que no es ninguna esperanza blanca del nuevo periodismo radiofónico
El programa matinal más personal de todo el dial radiofónico se llama «Más de uno». No en vano, el presentador del primer tramo no solo es un profesional multipremiado (Antena de Oro, Micrófono de Oro, Premio Ondas...), sino también uno de los mejores periodistas que, quien esto escribe, ha conocido. Ácido, crítico, inteligente, ponderado cuando es menester; con el verbo adecuado, la palabra precisa y la respuesta correcta. El político que se siente frente a él en su estudio de Onda Cero debe llevar la lección bien aprendida o corre el riesgo de salir escaldado. Con el auténtico «Anchorman» de la radio española, despojado de toda épica, pasamos una hora intentando que se rompa la camisa como Camarón. Tarea tan ardua como placentera, que redime a esta periodista de la insignificancia de muchas charlas frente a una grabadora. No hay ateos en la trinchera de su audiencia porque es de los pocos compañeros que merece ese levantamiento de cráneo del que hablaba Valle-Inclán en «Luces de Bohemia».
–¡Vaya añito! ¡No ha dejado a un entrevistado vivo! Eso sí, todo con mucha elegancia y mucha templanza...
–Le agradezco el comentario. Mucho.
–¿Es consciente de que Rajoy debe tener pesadillas con usted?
–En absoluto. A Rajoy solo le quita el sueño Bárcenas. Antes de que éste se rajara...
–En realidad, a casi todos los políticos, ahora que lo pienso, usted les mira con «cara de nada», pero les va arrinconando poco a poco, con periodismo a la americana... ¡Es Ana Pastor pero en persuasivo!
–Trato de poner a prueba la solvencia de sus argumentos a medida que los manifiestan. No hay trampas.
–¿Alguno se ha negado a ir o ha jurado no volver?
–Pedro y Susana hace tiempo que no vienen. Pero hay campaña electoral en 2019, quizá para entonces, ¿no cree?
–La enganchada con Pablo Iglesias también fue memorable. ¿Se le empieza a ver la mala uva al señor que besa a todo el mundo?
–Abusa del truco de atribuirle al entrevistador una opinión contraria a la suya, aunque éste no la haya manifestado o no la tenga. Tongo.
–Un poco «heavy», oiga, aunque, tal vez, debería hacérmelo mirar.
–Yo en su lugar lo haría (risas).
–También ha tenido para Pedro Sánchez. ¿Usted, de pequeño, no sería de los que ahorcaban lentamente a los Madelman?
–Yo era de Geyperman. Era el doble de alto. Y se liberaba con una soltura pasmosa de la soga, créame.
–También tuvo palabras para Quintero en el Congreso Internacional de Periodismo celebrado en Málaga. ¿Mucha tensión o se acabaron dando la mano?
–La mano, un abrazo y estuvimos comiendo juntos. «Cualquier tiempo pasado fue distinto, Jesús». Eso es todo lo que dije.
–Por no hablar de la entrevista con Cebrián. ¿Es verdad que luego recibió una misteriosa llamada o son leyendas urbanas?
–¿Sólo una? Hubo decenas, pero ninguna misteriosa. La primera fue de Raúl del Pozo. Quería saber cómo le había visto.
–De las «guerras carlistas» con Herrera (su competencia matutina en COPE), ni hablamos... ¿Dígame que se llaman con cierta frecuencia?
–No somos íntimos, pero nos tenemos gran aprecio. ¿De dónde ha sacado que haya guerras? ¿Qué digitales lee usted?
–¿Le hace vudú a la competencia para arañarle algún oyente?
–(Risas) ¿Me está diciendo que funcionaría?
–Y lo que es más importante, ¿cree que le hace vudú a usted Rubén Amón para quedarse con su silla?
–Aptitudes tiene. Para la silla, no para el vudú. Que yo sepa.
–Sr. Alsina, ¿hay «sangre opinológica» fresca?
–Sí, claro, escuche la radio, ponga la tele, lea la Prensa...
–Si un día le dice uno de sus tertulianos «de ese tema no tengo ni idea», ¿le pone un piso?
–Siempre que pruebe que de los demás asuntos sí tiene, me declaro dispuesto.
–Era seguidor de «Gomaespuma» y ahora tiene de colaborador a Fésser, ¿todo círculo se cierra?
–Las generaciones se solapan. Yo soy un fan con privilegios, ¿no se ha dado cuenta?
–¿A quién le gustaría tener como colaborador y no se deja?
–Se lo digo el día que se deje. Aún no me he dado por vencido. Contiene la letra erre, pero no me sacará ni una palabra más.
–Yo tendría cuidado. Rodríguez Braun está a un paso de cantar, después de explicar su «buenííííísima» viñeta diaria. Queda advertido.
–No lo hará, créame. Es un colaborador disciplinado, receptivo, leal. Sin oído.
–Profesionalmente todos somos «singles». ¿Nadie se casa con nadie, ni con cadena, ni con horarios...?
–Está hablando con uno que cumple ya 20 años de relación estable con su cadena.
–¿Planea muchos cambios para la temporada próxima?
–Evolución, más que cambios. «Y ahí lo dejo», que es lo que diría un tertuliano.
–Luis del Olmo dijo que era su sucesor natural y también he oído a Gabilondo ponderarle. ¿Es usted la esperanza blanca del nuevo periodismo radiofónico?
–A ver, tengo 47 años y 27 de oficio. La esperanza blanca está entre quienes han empezado este año sus prácticas.
–¿A quién, como Bartleby, «preferiría no hacerlo» (entrevistarle, me refiero)?
–Pasopalabra.
–Su programa de los viernes por la noche en Onda Cero «La Cultureta», ¿seguirá viviendo la próxima temporada?
–Me temo que no es posible saberlo todavía.
–Seguro que su infancia son recuerdos de radio, de programas, de locutores... ¿Cuál es el primero que tiene?
–Fernando Onega. Los Porretas. Herrero Mingorance a la hora de comer. Una cuña de la época: «Destape, destape... ¡boom!». No me diga a qué se refería.
–¿Qué es lo más raro que llegó a grabar en aquellas famosas cintas TDK?
–A mí mismo presentando canciones o fingiendo informativos. Siendo muy enano ya estaba en la senda. Imitaciones también grababa y se me daban bastante bien. Sobre todo, las de los profesores.
–¿Alguna vez aprenderá a decir la hora o se confabulan todos para taparle los relojes? Tiene que haber una explicación para que se equivoque, aunque sea paranormal o por coquetería.
–Le daré una noticia: doy bien la hora el 97,3 por ciento de las veces. Lo hemos auditado.
–Parece que usted nunca se altere... ¿Qué logra sacarle de sus casillas?
–La mezquindad.
–Le gustaría entrevistar al Rey, imagino que a Juan Carlos I, pero ¿es consciente de que no podría salirse de un guion? Gabilondo y Del Olmo arañaban algún mensaje de su majestad cuando yo era una cría.
–Probemos a ver qué pasa, aunque le confieso que mejor el Rey ejerciente.
–Muchos dormimos con auriculares. ¿A quién oye usted?
–Soy muy de alternar antes de dormir. No me comprometa.
–Dice que sueña con que vuela. ¿No será un mensaje de su subconsciente?
–Del consciente seguro que no es porque me estrellaría.
–¿Su resumen de este curso 2016- 2017?
–Informativamente, redundante. Radiofónicamente, prometedor. Personalmente, bueno.
–Ya que ejerce de «cultureta», al menos como presentador de la misma en Onda Cero, recomiéndeme un libro, una peli y una serie.
–«La mirada de los peces», de Sergio del Molino (en cuanto salga). Una película, «Bajo la arena», de Martin Zandvliet. Y en cuanto a serie, «Fargo» en cualquier temporada.
–¿Dónde se retirará estas vacaciones? ¿Es de los que hacen deportes de riesgo, se decanta por playa y tumbona o se embarca en viajes exóticos?
–Deporte de riesgo, no. Lo otro, sí. Pero no me sonsaque. No voy a darle más pistas.
–Sus oyentes se lo preguntarán: ¿cómo es sin un micrófono delante?
–Escucho más y hablo menos. El resto, igual. Creo.
–Creo que hace una brandada muy aceptable. ¿Para quién la cocinaría?
–La brandada bien entendida empieza por uno mismo.
–Siempre quiero preguntárselo: ¿tiene algún trauma con la fruta escarchada?
–Claro, ¿y quién no?
–Yo, y no he hecho una cruzada contra ella, aunque la deteste.
–Dejémoslo correr, que me toca un punto sensible.
–El tiempo corre y no hemos hablado de Trump. ¿Tiene alguna opinión que quiera compartir?
–Es un frívolo.
–Tampoco hemos tocado el «procés». ¿Cómo lo ha vivido como periodista y cómo se nos avecina a la vuelta del «curso»?
–Dando la batalla diaria contra la burda distorsión de los hechos de un gobierno autonómico irresponsable. A la vuelta habrá follón. Ruido, ruido y más ruido.
–Se va a reír de mí, ¿pero sigue la Prensa del corazón? No conozco a ningún periodista que no la siga...
–No. Espero que se lo crea. Me interesa poco. ¿Debería?
–¿Qué Alsina hay detrás del Alsina que nadie llega a conocer, ni siquiera a intuir?
–Otros Alsina. Tenga en cuenta que somos mucha familia.
–Le agradezco su tiempo, con el poco libre que tiene, la mala calidad de mis preguntas y su paciencia para con mi «tonito» al apremiarle para esta charla.
–No sé por qué me dice lo que me dice, pero le agradezco las explicaciones. Mucho (risas).
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