Pasatiempos

Qué es un hobby: actividad libre, elegida y sin exigencias externas ni objetivos de rendimiento

La frontera entre el hobby y el segundo trabajo se desdibuja bajo la presión de monetizar cada minuto de ocio, transformando el placer de crear en una nueva obligación que amenaza con vaciar de sentido nuestras aficiones

Si disfrutas de estos pasatiempos, tu mente funciona de manera diferente a la de la mayoría
Si disfrutas de estos pasatiempos, tu mente funciona de manera diferente a la de la mayoríaUnsplash

Pintar más cuadros de los que caben en la pared o tejer más jerséis de los que uno puede llegar a ponerse. En esta aparente «sobreproducción» sin sentido práctico reside la esencia más pura de una afición. Es la prueba definitiva de que el valor reside en el proceso mismo, no en el resultado o en su posible utilidad. Se trata de un refugio personal donde el tiempo se detiene, una actividad que se elige y se moldea al gusto de cada uno, lejos de cualquier expectativa externa.

De hecho, esta es la cualidad que define un hobby y lo distingue de otros conceptos cercanos. No es un pasatiempo para matar las horas, ni una pasión arrolladora que lo consume todo. Es, por encima de todo, un ejercicio de libertad personal que florece en el tiempo libre, un camino hacia el autodesarrollo que se emprende sin la obligación de rendir cuentas a nadie.

Sin embargo, este espacio de libertad no está exento de peligros. Cuando no se gestiona de forma adecuada, una afición puede desviarse hacia terrenos más oscuros y convertirse en una obsesión o incluso en un mecanismo de evasión para compensar carencias en otros ámbitos de la vida. Esta tendencia, tal y como han publicado en Newyorker, se ha visto agravada por la llegada de internet, que puede convertir un simple disfrute en una fuente de ansiedad.

Por otro lado, a esta amenaza interna se suma una cada vez más extendida tormenta externa. Las aficiones, por su propia naturaleza, parecen estar en franco retroceso, acorraladas por presiones económicas y sociales que desvirtúan su propósito original. La inflación encarece los materiales y la necesidad de generar ingresos extra empuja a muchos a buscar una rentabilidad en lo que antes era solo placer.

Cuando el ocio se convierte en una segunda jornada laboral

En este sentido, la llamada «grindificación» —esa tendencia a convertir cualquier habilidad en una fuente de ingresos— está difuminando la delgada línea que separa afición y trabajo. Plataformas como Etsy facilitan la venta de creaciones artesanales, cerrando un círculo irónico: actividades que en su día fueron trabajos esenciales, como la carpintería, se recuperaron como pasatiempos para ahora volver a mercantilizarse. El riesgo es evidente: que el placer se transforme en una obligación.

Asimismo, la red ha contribuido a una notable «complexificación» de los hobbies. Lejos de simplificar el acceso, a menudo inunda a los aficionados con un torrente de información abrumador, con tutoriales, reglas no escritas y consejos de supuestos expertos que pueden llegar a paralizar el simple disfrute y la experimentación.

En definitiva, en un mundo que exige un rendimiento constante, las aficiones se presentan como necesarios refugios personales de la productividad. Defender su carácter gratuito y desinteresado se ha convertido en un pequeño pero importante acto de resistencia frente a una sociedad que parece empeñada en ponerle precio a todo, incluso al tiempo libre.

Client Challenge