Andalucía

Antonio y Jesús

Tras un peligroso ejercicio de simplificación extrema, que es el pecado mortal de los tontos, y haciendo caso a las proclamas propagandísticas, que es directamente una estupidez, podríamos aceptar como hechos probados que el PSOE es un partido muy feminista y que VOX, bueno, pues no tanto. Una de estas dos formaciones planea incorporar a sus listas para las autonómicas andaluzas a una víctima de la violencia de género, un padre al que un novio criminal torturó y asesinó a su hija adolescente, e hizo desaparecer el cadáver como crudelísimo estrambote. La otra, por el contrario, mantuvo en su Ejecutiva nacional durante tres lustros a un chicarrón condenado en sentencia firme por apalear a su esposa, a quien (a él, no a la mujer apaleada) todas sus compañeras, lejos de afearle su conducta, trataban con mimo y miraban con arrobo, tal vez extasiadas por las ensoñaciones que les producían su viril rotundidad. Ay, Amparo... El lector no avisado podría pensar que al candidato A. lo corteja el partido-muy-feminista y que el dirigente J. pertenece al bueno-pues-no-tanto. Se equivocaría, de este modo, porque en política, más que en cualquier otro ámbito de la vida, las apariencias engañan y las proclamas se expelen sin convicción alguna, con el único propósito de alzar el volumen un ruido que ya es de proporciones ensordecedoras y la esperanza de que el signo del sufragio continúe sustentándose en prejuicios o lugares comunes, sustrayéndose a cualquier actividad cerebral compleja. Dicen sus debeladores, y lo dicen con toda la razón, que VOX emplea esta estrategia hedionda para captar este voto sensiblero e irracional; en Andalucía, le costará mucho arrebatárselo al PSOE, que lo monopoliza desde hace cuarenta años. En el (in)noble arte de la demagogia también hay maestros y aprendices.