Algeciras

Bajarse al moro

La Razón
La RazónLa Razón

Leía el domingo un gran reportaje del novelista Lorenzo Silva sobre el narcotráfico en el Estrecho. Nos cuenta una noche en una patrullera de la Guardia Civil en la que califica como «grieta del mundo» al estrecho de Gibraltar, que ha terminado convirtiéndose en una ancha autopista para el trafico de drogas proveniente de Marruecos. Acaba de emitirse, con éxito, una buena serie televisiva, «Fariña», la serie sobre los grandes traficantes gallegos: Sito Miñanco, Oubiña, los Charlines... Basándose en la «Operación Nécora», nos contaban el fin de una época que terminó con la mayoría de los citados en la cárcel. Estos delincuentes eran los dueños de amplias zonas gallegas. La ingente cantidad de dinero que manejaban les facilitaba la compra de policías, magistrados e incluso de las más altas autoridades de la Junta se Galicia –siempre según la
serie–. «Cruzar al moro» se llamaba en los años 70 al viaje desde Algeciras a los pueblos cercanos a Tánger para comprar «costo» para pequeñas ventas en ciudades españolas, incluso para consumo particular. Siempre existió lo de fumar grifa, hachís, marihuana... Se cuenta que en la Guerra Civil, el bando nacional trajo junto a los soldados de Marruecos ingentes cantidades de estas drogas para mantener el ánimo de los combatientes. Con el movimiento hippie las drogas en general tomaron un aire social distinguido, era casi normal el consumo de estos psicotrópicos en fiestas, discotecas o conciertos. Las grandes estrellas del rock confesaban sus adicciones, hasta convertirse en un problema gravísimo en todo el mundo y especialmente en Occidente, donde los grandes narcos tenían sus grandes mercados. Así, aquello un poco folclórico de «bajarse al moro», se ha terminado convirtiendo en una guerra abierta entre el Estado y el narcotráfico en el campo de Gibraltar, según ha reconocido el ministro del Interior, señor Zoido. En guerras como ésta, no hay terceras vías: se ganan o se pierden.