Literatura

Andalucía

Carcajadas poéticas

La revista «Litoral» dedica al humor su último número

Ilustración de Salvador Dalí, “Góndola surrealista”
Ilustración de Salvador Dalí, “Góndola surrealista”larazon

El mayor misterio que guardaba la abadía en su laberinto era el segundo libro de la «Poética» de Aristóteles en el que se hablaba de la comedia. Se había perdido en el siglo X, nade sabía de su existencia, pero en un juego detectivesco un monje, Guillermo de Baskerville, logra desentrañar lo que se esconde en «El nombre de la rosa». Umberto Eco colocó todas las piezas y ajustó los engranajes que impulsaban el corazón de una novela que envuelve entre sus páginas mucho más que una disputa entre franciscano y dominicos. A cada lectura, a cada vuelta de tuerca, a cada lector le corresponde alcanzar un significado, pero el italiano lo que realmente hizo fue sembrar el texto de pistas que llevan a diversas cuestiones filosóficas. En el centro de todo se encuentra el concepto de la risa. Nada menos. Recuerden la frase del monje ciego en la adaptación cinematográfica de Jean Jacques Annaud: «La risa es un viento del diablo».

Sin embargo, pueden sonreír tranquilos, con satisfacción, porque la revista «Litoral» ya tiene en distribución su número 265. «Humor» es el epígrafe bajo el que se apoyan Lorenzo Saval y Antonio Lafarque para sacar otra muestra más de esta luminosa publicación malagueña. Nunca se acostumbra uno a la apertura de sus páginas y menos aún a la lectura gozosa de sus textos. Siempre hay un espacio para la sorpresa al leer éste o aquel poema desconocido o al encontrar un nombre propio por primera vez. En esta ocasión, los protagonistas son la ironía, el chascarrillo, la broma, los golpes de ingenio. Es decir, las herramientas necesarias para que el ser humano no se tire por la ventana a los cinco años cuando descubre que el mundo ya no es de color rosa. Se puede vivir sin amor, pero no sin humor. Michi Panero insistió en más de una ocasión que en esta vida se puede ser de todo menos un coñazo: haga lo que tenga que hacer pero por favor, tenga un mínimo de inteligencia y ¡ríase! Los tiempos actuales no entienden esta postura básica de supervivencia para la humanidad, que se empeña en ser solemne y colocar piras expiatorias a cada broma realizada. No hay mandíbula para tanto puño de acero. Por eso viene tan bien toparse con esta nueva aventura de «Litoral» en la que participan desde Herodoto hasta Pepe Viyuelas, pasando por Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Gómez de la Serna, cómo no, Javier Salvago, Luis Alberto de Cuenca o Carlos García Gual, entre otras firmas de primer nivel.

El estudio introductorio le corresponde a Felipe Benítez Reyes, que está plenamente familiarizado con el humor en su escritura. Más aún, es una constante, sin la que no se entienden sus libros. Escribe en «La tensión de la risa floja»: «El humor, insisto, no sólo sirve para hacer reír, sino que también resulta indispensable para interpretar la condición humana desde el rigor del realismo». Nada nos hace, junto con el sexo, más cercanos a nuestra verdadera naturaleza que una buena carcajada que nos tronche hasta el delirio. Hay que estar de humor para descojonarse a chorros, para llorar incluso, para alcanzar esa suerte de orgasmo que se dispara tras una situación descacharrante. Al roteño le sigue una interesante aportación de Carlos García Gual sobre el humor en la literatura griega y romana. Los dioses se reían, las comedias se representan en las fiestas dionisíacas siempre bajo el patronazgo de Baco, mientras las esculturas esbozan una leve sonrisa. En este barco aparecen Petronio, Apuleyo, Aristófanes o Marcial. «Está claro», uno de sus epigramas, se reproduce en este número y no deja dudas: «Si a tu esclavo le duele el nabo y a ti, Névolo, el culo, no soy adivino, pero sé lo que haces».

Entre chascarillo, chiste y viñeta, algún texto para pensar la risa como los de Guillermo Busutil, Antonio Jiménez Millán, Alfredo Taján o Juan Luis Cano. La mitad de Gomaespuma defiende que el pueblo español viene de la tradición humorística. Nada, junto al cinismo y la terquedad, nos define mejor como comunidad y familia. Aquí se han hecho chistes hasta de la Guerra Civil, es más, la película que más se ha acercado a la realidad de ese conflicto, «La vaquilla», lo hace desde una perspectiva de la risa. El humor, por encima de cualquier alteridad, nos une al fin y al cabo. Como los diccionarios de chistes, «Litoral» preña este número con guiños al fútbol, a los alimentos, a los necios, a los objetos y cómo no a los epitafios, verdadero campo en el que romperse la mandíbula ante las últimas ocurrencias de la vida: «Que baje el telón, la fiesta terminó», Rabelais. «Ya decía yo que ese médico no valía mucho», Miguel Miura. Genialidades de ultratumba. Por su parte, la conservadora jefe de Pintura Moderna del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Paloma Alarcó, toma como referencia la ironía en las obras de Paul Klee y Picasso para entender con profundidad la relación entre ambos pintores y los ámbitos de creación que ambos compartieron. No podía faltar la presencia de un texto de Rafael Azcona, que se muestra cumbre buscando el verdadero sentido a algo tan español como el refrán.

En esta ocasión y manera puntual, «Litoral» presenta la novedad de incluir un suplemento coordinado por Cristóbal González Montilla dedicado al humor gráfico. Abran bien los ojos y el cerebro porque llega una antología de la viñeta con Castelao, Bagaria, Tono, Mihura, Gila, Chumy Chúmez, Summers y Mingote hasta Máximo, Forges, Mena, Ramón, Vázquez de Sola, Serafín, Perich, Núria Pompeia, Fernando Krahn, Gin, Cesc, Olmo, Elgar, Gallego&Rey, El Roto, Idígoras y Pachi, Peridis o Martínmorales. No se lo pierdan y recuerden la frase de Groucho Marx, el verdadero genio de todo esto: «El humor es la razón cuando se vuelve loca».