Barcelona

Distintos credos

“Sarasúa es un señor la mar de razonable pese a rebautizarse como Yihad (Guerra Santa). Un mal día lo tiene cualquiera”

Yihad Sarasúa, presidente de la comunidad islámica sevillana Mezquita Ishbilia, quiso montarse en el tren barato fletado por López Obrador, el botarate que manda en México, y remitió el viernes una carta al Rey para exigirle disculpas retroactivas por la Reconquista, sin caer siquiera en la cuenta que Felipe VI, el chaval de los Borbones de Anjou de toda la vida, no está ni lejanamente emparentado con los monarcas asturleoneses que la iniciaron ni con los Trastamara que la completaron. Ha reculado como sabe hacerlo la gente de bien. Cuentan quienes lo conocen, que merecen todo el crédito del firmante, que Sarasúa es un señor la mar de razonable pese a haberse rebautizado (es un decir) como Yihad –traducción literal: Guerra Santa– cuando abrazó el Islam. Un mal día, el de elegir nombre, lo tiene cualquier y que le pregunten, si no, a esos batallones de Kevin, por Costner, o Saraya, por la esposa del Shah, que arrastran su oprobio por España. Una conversación con él, como la mantenida por esta redacción, nos transmite opiniones certeras como que el proceso iniciado en Covadonga (711) y rematado en Granada (1492) «fue un enfrentamiento entre españoles de diferente credo». Eso fue, ni más ni menos, y ganaron por suerte los que ganaron, los pertenecientes a una civilización que enfilaba ya la modernidad. En ésas continúa Occidente, pese a la oposición de mahometanos moderados como Yihad Sarasúa, tratando de integrar sin demasiada fortuna unas religiones ancladas en el pasado en el frágil sistema de valores que lo sustenta. Así, en Ceuta y en Melilla sin duda, pero también en las periferias de Bruselas, París, Londres, Berlín o Barcelona, siguen enfrentados europeos de diferente credo: los que han conseguido separar el pecado del delito y los que pretenden importar la teocracia.