Pamplona
Instinto versus Estado de derecho
Mañana jueves, a la una de la tarde, se dará lectura pública en Pamplona a la sentencia del juicio a los cinco sevillanos que, presuntamente, cometieron una violación múltiple en los sanfermines de 2016. Se advierte desde los mentideros jurídicos, con la sordina y la prudencia que exigen estas cuestiones, que los depredadores de «La manada» podrían ser absueltos o condenados a penas levísimas, hipótesis que no variaría ni en un milímetro la postura de este servidor de ustedes, probablemente compartida con la mayoría de los lectores, que nos hallamos ante una escoria subhumana a la que ennoblecería la categoría de hez que ni en su mejor hora alcanzan: la inocencia judicial puede ser compatible con la condición basurienta, mal que nos pese. Aunque el Derecho Procesal tiene razones que ni Dios entiende, uno desearía que los magistrados hallasen algún intersticio entre las líneas del Código Penal por el que dejar caer sobre esta gentuza el pesado martillo de la Ley en toda su dureza, pero cabe la posibilidad de que ocurra lo contrario. Y ello significaría, además de la confirmación de que en este mundo los malos ganan a menudo, que la Justicia española funciona impecablemente. Truena alrededor del caso un clamor exigiendo el castigo de estos, en palabras de su abogado defensor, imbéciles que confundieron a una adolescente de 18 años con una muñeca hinchable (no era la primera vez). Así, su exoneración llegaría contracorriente y como triunfo del sistema garantista sobre la alarma social, lo que dejaría en excelente lugar a unos jueces que habrían demostrado una profesionalidad ajena a los impulsos viscerales, al instintivo recurso al linchamiento. Todos los ciudadanos tienen derecho a un juicio justo, incluso quienes no lo merecen. He aquí el mayor triunfo de nuestra democracia.
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