Política

Andalucía

«It’s now or never»

«Moreno adelanta que si no se logra el cambio de color la región se quedará descolgada de las regiones más prósperas de España y él mantendrá el apoyo de la dirección»

El presidente del PP-A, Juanma Moreno (i) y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, cerraron ayer en Málaga la 24 Unión Intermunicipal Popular / Foto: Efe
El presidente del PP-A, Juanma Moreno (i) y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, cerraron ayer en Málaga la 24 Unión Intermunicipal Popular / Foto: Efelarazon

«Moreno adelanta que si no se logra el cambio de color la región se quedará descolgada de las regiones más prósperas de España y él mantendrá el apoyo de la dirección»

El mensaje que no se cansa de lanzar el PP-A es que los andaluces se encuentran ante un referéndum en el que tienen que decidir si quieren acabar con los 40 años de socialismo en Andalucía o no. Dicho así, tan frontalmente, parece que se toma a los ciudadanos por rehenes en una situación de batalla final, como escudos humanos, para que sean ellos los que apechuguen con los resultados de las próximas elecciones andaluzas. Realmente debe ser así, porque la decisión última depende de la voluntad de quien coge o deja de coger la dichosa papeleta. Sin embargo, un partido que opta a la presidencia de la Junta de Andalucía debe ser consciente de la responsabilidad que ostenta ante los ciudadanos a los que pide su confianza.

Juanma Moreno, en la entrevista que hoy publica LA RAZÓN, defiende la tesis del todo o nada para que la fecha del 2D se convierta en un plebiscito después de 40 años de gobiernos socialistas. O ganan los populares o comenzamos la cuenta atrás hacia el medio siglo monocolor en San Telmo, que se dice fácilmente, pero también saben en el PP-A que se la juegan si no logran un buen resultado. El único que les admite el marcador es la victoria y en Madrid son conscientes de que si no logran batir a Susana Díaz –con todo el rosario de casos de corrupción que rodea la gestión socialista– les será todavía más difícil frenar la pérdida de apoyos que el partido sufre a nivel nacional. En ese tono, Moreno Bonilla adelanta que si no se logra el cambio de color la región se quedará descolgada de las regiones más prósperas de España y él mantendrá el apoyo de la dirección de su partido, pero se habrá perdido el primer round de la etapa Pablo Casado, que no se va de Andalucía porque sabe lo que se juega, y esa es una espina difícil de sacar. El susurro, cada vez más grande, señala que es «ahora o nunca», que si no ganan con más de 4.000 millones de euros, dilapidados supuestamente en «hacer favores políticos», bajo la lupa del juzgado es que no podrán hacerlo jamás. «It’s now or never...». Han sido los únicos que no han pactado con el PSOE, pero también pueden ser los únicos que han podido dar el golpe de timón y no hacerlo en el último segundo les costará una factura difícil de asumir en las próximas elecciones municipales.

En esta precampaña de gestos, de promesas e incluso de fotos delante de las vírgenes, Susana Díaz se deja ver lo justo, casi lo mínimo. Para los expertos se trata de unos comicios muy abiertos en los que se le puede dar la vuelta a la tortilla porque nadie las tiene todas consigo. Los mismos «expertos», en boca de todos aunque nadie sabe dónde se encuentran, aseguran que los asesores de la presidenta le aconsejan que tenga un perfil bajo, que no se exponga, porque son conscientes de que causa rechazo en ciertos sectores. Las fotos y los paseos repartiendo abrazos tienen que ser contados y participar sólo en sesiones concretas donde se sabe que el éxito está asegurado y luego a casa. Los tiempos han cambiado y las noticias de los juzgados no se pueden justificar como antes. La Fiscalía mantiene la petición de penas para los ex presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán en el que será el caso de corrupción más importante de la democracia. Pese a que fueron sus mentores, Díaz cierra filas y niega que el caso afecte a la confianza de los andaluces. Nadie le puede sacar nada negativo de sus cinco años de Gobierno. «Ni una mancha» y además sus padres pueden andar tranquilos por su barrio, según ella misma ha confesado.

En cualquier caso, el golpe en la mesa se ha dado y aunque se hayan adelantado las elecciones no las tienen todas consigo en la calle San Vicente, donde nadie quiere oír que se pierden escaños día tras día sabiendo que Cs jugará la baza de la negociación del próximo Gobierno. Juan Marín, ese señor que aparece siempre detrás de Inés Arrimadas, anunció que nunca más sería el ayudante de cámara de los socialistas, que no volvería a permitir lo que durante tres años han permitido sin inmutarse. Si Moreno Bonilla y Díaz se la juegan, el sanluqueño se queda realmente en una posición aún peor si no logra unos resultados satisfactorios. No puede volver a ser el lacayo de la actual presidenta ni puede quedarse como una estatua de sal ante un posible cambio de tercio. No se lo perdonarían sus votantes, que tienen más simpatías por Arrimadas y Rivera, que son los que hacen la campaña del partido naranja en Andalucía.