Sevilla
«La superación del anarquismo es la burguesía»
Albert Boadella repasa en su último montaje, «El sermón del bufón», sus pensamientos y experiencias sin perder nunca el sentido del humor
Llega Albert Boadella (Barcelona, 1943) a la entrevista vestido de tonos claros y paseándose por los pasillos del Teatro Lope de Vega de Sevilla como si fuera su casa. Delgadísimo, pone sus ojos inquietos en cada cortina, en los sofás, en los espejos, en las barandillas, en las puertas. «¡Esto es una maravilla! Está igual que cuando viene hace 40 años!», asegura asombrado mientras hace memoria sobre su trayectoria vital y profesional minutos antes de interpretar su última obra, «El sermón del bufón».
–Veo que está usted en forma, como para debutar mañana con picadores.
–Bueno, pero la procesión va por dentro. Externamente llevo una vida sensata y me cuido, siempre lo he hecho porque he vivido en el mundo rural, en campo, lo cual ayuda mucho.
–¿Cómo un eremita?
–No tanto, porque los eremitas están aislados porque de vez en cuando salgo y hago mis pinitos profesionales y en todos los sentidos. He llevado una vida que la mayor parte de la gente no podría imaginársela. Por lo equilibrada, por lo divertida, por lo familiar. Es decir, una vida que vista mi obra y mi forma de parecer no concuerdan con lo que la gente piensa.
–Pero usted escribió una vez que el desayuno como ritual era muy importante.
–Claro, porque yo he tratado siempre de dominar mi tiempo. En general he sido yo el que he dominado mi tiempo y una cosa que no he podido soportar nunca que fueran los otros los que intentasen hacerlo por mí. Eso ha sido esencial. Por lo tanto, me he tomado mi tiempo para amar a una mujer, que requiere su tiempo, para producir mi trabajo y he dormido las horas necesarias y he comido siempre a la misma hora.
–Entonces más que eremita como monje.
–Digamos que como un buen burgués...
–Bueno, Caballero Bonald mantiene que él es un anarquista que vive como un burgués.
–Porque la superación del anarquismo es la burguesía, la burguesía liberal. El liberalismo es superior al anarquismo en un plano crematístico pero va en la misma línea.
–Llegamos irremediablemente al chalet de Pablo Iglesias...
–Bueno, está bien que vayan progresando. Lo que quizá no esté también es que traten de convencernos de la austeridad y de las distintas necesidades que pasan el conjunto de los españoles. Creo que muestra que es muy mal populista, es un populista de pacotilla. Un buen populista hubiera guardado el dinero para tiempos mejores, pero ante el panorama y las posibilidades de ganar votos...
–Y encima en la sierra de Madrid.
–Es un impostor. Puedo tener un respeto profesional para los buenos populistas, pero no me merece ningún respeto. Es un hombre que no tiene ni el pulso del conjunto de los ciudadanos de este país. Se pone del lado del separatismo y eso si fuera un populista no lo haría jamás, porque sabe que el 90% de los españoles no está interesado en eso. Para mí Pablo Iglesias no tiene futuro.
–¿Cómo se le ha ocurrido dar un sermón?
–Los comediantes siempre sermoneamos. Desde Esquilo hasta lo más contemporáneo se hace con más o menos discreción, pero siempre es un sermón. Utilizo la palabra sin tapujos y lo hago incluso en ciertos momentos de la obra desde un púlpito, pero es más que eso, hay muchas cosas que pueden interesar al espectador. Cosas que han pasado en mi vida, que he hecho, otras que no me han gustado, por eso el personajes se divide en Boadella y Albert.
–¿Cuál le gusta?
–Me gusta más Boadella, porque es a dónde me han llevado los años, Albert es el que está vinculado más a la infancia y a la juventud.
–Tengo la sensación de que bajo ambos paraguas siempre se lo ha pasado bien.
–No cabe la menor duda. He practicado siempre una profesión divertida, de juego, lo he practicado con gente divertida la mayoría de las veces, y he tenido una repercusión social notable mientras me ganaba la vida. Lo principal es que he podido ser amo y propietario de mi tiempo, que es lo que realmente me gusta. En el plano personal he tenido la suerte de tener una compañía agradable y profunda desde el año 1975, he tenido unos hijos..., mi vida ha sido esencialmente feliz. Eso no quiere decir que no haya pasado momentos difíciles porque si no, no sería feliz. Si todo hubieran sido facilidades no sabría el valor de la felicidad, pero he sido un hombre suerte. Si no me llegaba la buscaba.
–Pensaba que la suerte se tenía, no se buscaba.
–Hay que tener una cierta intuición para saber dónde encontrar las cosas.
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