Andalucía

Otro masaje para don Fernando

Como las juergas regadas y/o esnifadas de antaño, el fornicio de hogaño es un árbol hábilmente plantado por el poder juntero para ocultar el bosque de la corrupción sistémica, tendente a la cleptomanía, que caracteriza a todo régimen prolongado en el tiempo. Lo que Fernando Villén hiciese con la tarjeta «black» del chiringuito que le tocó en la pedrea de los cargos deberá acaso explicárselo a su familia, si es que en su casa se le pone algún reparo moral al sexo mercenario, ahora tan denostado. Ayer también fue amorosamente masajeado por las preguntas comprensivas de la jueza sustituta, siempre tan considerada con los imputados por corrupción, y encima gratis. En lo que al contribuyente atañe, peor que gastarse 30.000 euros en burdeles es contratar a ochocientos «nullafacenti», que es exactamente lo que hizo la Faffe y lo que sigue haciendo, a la enésima escala, la administración autonómica hasta llegarse a la categórica certeza de que el primer destino de los cien mil millones de euros que la Unión Europea ha entregado en Andalucía desde 1986 ha sido el bolsillo de los amigos del PSOE. Villén, como Guerrero en su día, es un cortafuego, un primo más descarado de la cuenta que se lanza como carnaza a una opinión pública ñoña que pide el frasco de sales en cuanto oye palabras como «cocaína» o «putas» pero que asimila como lógica la ocupación cortijera de las instituciones. No es, quede dicho una vez, el huevo del Don Angelo’s (ese dinero se repone y punto, como habrían de reponerse otros muchos gastos espurios), sino el fuero de los casi mil enchufados. Y, claro, Susana Díaz presume de que sus paniaguados no van a bares de valientes, o sí aunque aún no se sepa, pero olvida que durante su mandato, la región ha regresado al pelotón de las más pobres de Europa.