LaLiga Santander
Reenganchado a la lucha por ser cuarto
El Sevilla vence con solvencia (2-0) a un Alavés al que adelanta para quedarse a un punto del Getafe en la muy apretada zona europea
El Sevilla vence con solvencia (2-0) a un Alavés al que adelanta para quedarse a un punto del Getafe en la muy apretada zona europea
Ya llueve menos. En el carrusel de emociones que es el fútbol, tocaba a los sevillistas estar grogui tras la derrota frente al Valencia, al cabo de un encuentro que no merecieron perder los de Caparrós y, justamente por eso, dejó la sensación de que este equipo no sería ya capaz de ganarle a nadie. Tres días después, se volvieron a repartir las cartas y las sensaciones, que ahora dictan, apartado del camino el Alavés sin el menor apuro, que el asalto a la cuarta plaza es más posible que nunca.
La primera palabra que se viene a la cabeza si se quiere definir al equipo de Abelardo es «rocoso» o algún sinónimo. Pues fueron todo lo contrario los vitorianos en el Sánchez-Pizjuán, donde comparecieron como un grupo con la temporada amortizada, «en chanclas», escrito sea por usar un término del léxico caparrosiano. Desde el minuto 5, cuando Franco Vázquez malogró un balón franco en el área pequeña, si marca alguna, las llegadas a los dominios de Pacheco se sucedieron sin que, por el contrario, Juan Soriano no viese su pulso alterado hasta el 85, cuando el encuentro ya estaba resuelto por el 2-0.
El suspense, así, lo podían poner los nervios de un Sevilla que amenazaban con desatarse si el reloj avanzaba con el marcador virgen, momento que se había alcanzado cuando se jugaban los últimos minutos de la primera parte. Un par de remates de Munir hubiesen podido descerrajar la alcancía de Abelardo, cuyo plan era defender con todo, pero el intermedio se acercaba entre gestos de frustración de los jugadores locales por las pérdidas de tiempo del Alavés. Tanto, que Navas y Escudero vieron sendas tarjetas que les impedirán jugar el domingo en Valladolid.
El reaparecido lateral zurdo, en esos momentos que ya eran de zozobra, centró al segundo palo, donde Sarabia controló y presentó el balón para la irrupción de Roque Mesa, que encontró la escuadra con un delicioso golpeo de interior. La manera en la que reaccionaron los banquillos al gol, euforia desbocada en uno y desazón en el otro, era una muestra de la importancia de ese tanto. Vista la nula capacidad de reacción que mostraron los vascos en la segunda mitad, el disparo del canario fue decisivo.
Sin intención de complicarse con el clásico arreón final del adversario que pierde por la mínima, el Sevilla no cambio el paso tras el descanso. Siguió con un asedio que tardó el plasmarse en gol porque Munir seguía negado y porque Pacheco le hizo una gran parada a Ben Yedder, magnífico en su peinada de espaldas a la portería. El francés no puso acercarse a los treinta goles en la temporada pero sí superó la decena de asistencia con un pase para que Sarabia, a diez minutos para el final, sentenciase con un tiro raso.
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