Elecciones andaluzas
Suspenso en gobernanza
No es buena época para ponderar el rigor de ningún estudio académico pero habrá que concederle al estricto luteranismo de los profesores e investigadores suecos, al menos, el beneficio de una duda que no cabe entre los tunantes de la Cosa Nostra docente que padecemos por aquí. La Universidad de Gotemburgo, o sea, elabora anualmente un «Índice de Calidad de Gobierno» por cuenta de la Unión Europea que valora a ejecutivos nacionales y regionales. Entre los dieciocho españoles, el central y los diecisiete autonómicos, el que peor puntuación registra es el andaluz. ¡Oh, qué sorpresa!, habrá exclamado el ingenuo lector. Basado en distintos parámetros como la corrupción (humm) o la imparcialidad en la prestación de los servicios (ejem), el estudio otorga a Susana Díaz y a sus cuates una puntuación de 33,2 sobre 100, muy por debajo del aprobado y sólo por encima de potencias de alta calidad democrática como la Hungría del neofascista Viktor Orban (24,9) o la Eslovaquia (31,6) de Robert Fico, donde acaban de aparecer torturados y muertos Jan Kuciak, un periodista que destapó una oscura trama político-financiera, y su novia. Con semejantes joyitas anda emparejada nuestra muchachada de San Telmo, que en los días del dinero pergeñaron el lema «Andalucía imparable». En fin, imparable fuera tal vez en su descenso a los avernos del tercermundismo a los que una gobernanza sectaria y cleptómana condena a esta comunidad. Ochocientos millones de euros distraídos, en efecto, pero los máximos responsables del desafuero no recuerdan cómo ni quién repartió ese pastizal: he ahí el quid de un asunto que los aficionados a la politiquería pretenden analizar desde el miope punto de vista de las banderías partidarias. Como si una insidia de Pedro Sánchez fuese a hacer que reapareciese el dinero.
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