Sevilla

Tensión a las puertas del juzgado por el juicio a la procesión del «coño insumiso»

Enfrentamiento entre abogados cristianos y colectivos feministas junto a una activista de Pussy Riot. Las acusadas aluden a la «libertad de expresión»

Tensión a las puertas del juzgado por el juicio a la procesión del «coño insumiso»
Tensión a las puertas del juzgado por el juicio a la procesión del «coño insumiso»larazon

Enfrentamiento entre abogados cristianos y colectivos feministas junto a una activista de Pussy Riot. Las acusadas aluden a la «libertad de expresión»

«¿Usted cree que una vulva resulta ofensiva?». Es la incógnita alrededor de la que giró el juicio a las tres activistas acusadas por un presunto delito de vulneración de los sentimientos religiosos tras sacar en procesión el pasado 1 de mayo de 2014 una vagina de plástico. Alrededor de las 13:00 comenzó el juicio a las tres activistas que asistieron al acto del conocido como «Coño Insumiso» tras la imputación por parte de la Fiscalía y la denuncia de la Asociación de Abogados Cristianos. Las tres acusadas, que se enfrentan ahora a una multa de 3.000 euros y un año de cárcel por delitos de odio y contra los sentimientos religiosos, destacaron la «reivindicación de salarios justos, el derecho a la maternidad y el derecho al aborto digno» y la denuncia a las violencias físicas que sufren las mujeres como la intencionalidad de la performance.

La acusada Antonia Ávalos declaró que con esta protesta de «ficción llaman la atención de quien tiene el poder y es una forma de reivindicar nuestros derechos» y aseguró «no haber tenido nunca el ánimo de ofender». Olga López, otra de las acusadas, explicó que la manifestación fue una forma de alzar la voz, algo que su defensa lo definió como un ejercicio amparado en el derecho a la libertad de expresión. Las tres acusadas negaron haber sido conscientes de que se estuviera celebrando ninguna ceremonia litúrgica al pasar por la Basílica de la Macarena ni que ningún feligrés presente se hubiera sentido ofendido.

Frente a las declaraciones de las acusadas, la representante de la Asociación de Abogados Cristianos, María Isabel Holgado, destacó los cánticos reproducidos por parte de las acusadas como por ejemplo: «La Virgen María también abortaría» o «Hay que quemar la conferencia episcopal» como ejemplo de vulneración de los sentimientos religiosos de sus representados y calificó de «escarnio» el acto.

Una agente de policía en calidad de testigo planteó que éstas fueron las organizadoras del acto por «ir disfrazas» y «portar instrumentos». Además destacó la posición estratégica de esta procesión frente a la Basílica de la Macarena. Ésta aseguró que en la convocatoria de la marcha no constaban requisitos de vestimenta, por lo que esto señalaría a las acusadas como organizadoras de la misma. Por otro lado, reconoció no tener constancia de que hubiera habido algun tipo de opresión hacia los feligreses durante el acto.

Otra de las cuestiones que planteó el juicio y una de las ideas clave fue la ruta de la procesión. La acusación señaló como «provocación» el pasar por delante de la Basílica mientras que la defensa no contempló intencionalidad al herir las sensibilidades siguiendo este recorrido puesto que «iban al encuentro de la manifestación del 1 de mayo en el Hospital Virgen Macarena» teniendo que pasar por este punto al partir desde la plaza del Pumarejo. La Fiscalía de Sevilla, por su parte, mantuvo su postura y pidió para cada una de ellas una multa de 3.000 euros y añadió que este tipo de tensiones «podrían haberse resuelto de una manera mucho menos llamativa». Mientras tanto, la acusación mantuvo que «la intencionalidad» de los actos fue «clave» porque «nos acaban de acosar de nuevo media hora antes». Ésta se refirió a la concentración en defensa de la libertad de expresión y de la absolución de las tres acusadas que se celebró antes de comenzar el juicio a las puertas de los directorios judiciales en el Edificio Noga, calificándolo de «provocación». Pero antes de la vista, el juicio ya había comenzado. A las puertas de los juzgados la libertad de expresión se convirtió en el reclamo donde no había diferencia entre los bandos de ofendidos y ofensores. A gritos de «comunistas y feministas» el colectivo de Abogados Cristianos con pancartas de «Respeta mi Fe» señalaba con comentarios vejatorios a la protesta feminista que cantaba a favor de la libertad de expresión. Mientras que en el centro del enfrentamiento lanzaban acusaciones como «fascista» –expresión utilizada por ambos lados– y «putas» –por parte de los contrarios a las acusadas–; y activistas de ambos colectivos discutían sobre la falta de respeto mutuo. Para mostrar su apoyo a las acusadas, Maria Alyokhina, integrante de las Pussy Riot que estuvo encarcelada por el régimen de Putin, acudió a la protesta calificando el caso de injusto y explicó que el caso «guarda similitudes con la represión rusa». Las defensas de las acusadas pidieron la sentencia absolutoria de los delitos y rechazaron que los hechos denunciados fueran un «escarnio» ya que la vagina fue un recurso utilizado como representación de lo femenino. Ahora el caso queda visto para sentencia.