Paz Padilla
Todo por la pasta
Los españoles estamos más que vacunados contra la plaga de la corrupción; y para el mal haumor, un poco de frivolidad.
Como una especie de remate del artículo del jueves sobre el desfile del Día de la Fiesta Nacional, quiero dejar una anécdota que ha pasado desapercibida. El Rey Felipe VI lució por primera vez la llamada bengala, que es una especie de cetro que corresponde a los capitanes generales de los ejércitos de España –en Francia y Alemania el referido cargo tiene el nombre de mariscal–. En la actualidad solamente el Rey ostenta este cargo, como jefe supremo de la Fuerzas Armadas. Aunque este honor puede ser otorgado a militares de los tres ejércitos, este cargo fue instituido precisamente por el anterior Rey que ostentó el nombre de Felipe, el primer Borbón que reinó como Felipe V. Para ser totalmente puntilloso con la anécdota de la bengala, hay que dejar constancia de que la misma está realizada en madera de cerezo con las conteras en plata vermeil –plata dorada– ha sido realizada por los orfebres de León Prieto Olite.
Ver o leer lo que ocurre en esa especie de gran centro comercial de la corrupción en la que se han convertido la salas donde se juzgan a los procesados por los casos «Gürtel» y «tarjetas black» es forzar el título de este artículo. Todo por la pasta. Estamos los españoles más que vacunados contra esta plaga. En caso contrario, oír tamañas tropelías de personas que se han tenido como ejemplares hubiese sido motivo para que el motín de Esquilache fuese una tontería. Como decía un humorista, «todos los cominos llevan aroma». Efectivamente, un fuerte aroma a podrido.
Pero al mal olor, incienso; y para el mal humor, el poquito de frivolidad de los domingos. Saben de sobra que no solo se casó Kiko Rivera, que también lo hizo Paz Padilla. La boda fue una mezcla de Circo del Sol y España cañí, pero sobre bodas nunca está todo escrito. A Paz y a su marido, de nombre Juan Vidal, les ha gustado así, perfecto. Comparto con Paz la adicción por Zahara de los Atunes. Me es básico pasear por sus playas, sumergirme en sus aguas cristalinas y bravías. En los mismos salones del hotel Atlanterra , donde se celebró la fiesta, he presentado con la novia dos años la gala para recaudar fondos para la Fundación Vicente Ferrer, donde todo tenía un marcado acento hindú. Los organizadores de las citadas galas, Terete Garrido y su marido Paco Valencia, fueron los que despertaron la pasión india en la Padilla. Por cierto, lo más gracioso de la semana ha sido la indignación de los colaboradores de «Sálvame» con la presentadora por no comunicarles la noticia, que los novios querían mantener en la intimidad. Comunicarlo a sus compañeros hubiese sido como si en el congreso mundial de espías uno da una información para que no salga de la sala de reunión.
En «Diez minutos» aparece esta semana en portada Terelu Campos con un titular de lo más sugerente: «Las Campos hablan de sexo. Madre e hija harán reuniones de tupper-sex». Me temo lo peor, porque los juguetes sexuales los carga el diablo. No hace muchos días, en el programa de Carlos Herrera, en la hora de los fósforos, contaba un oyente, que junto a sus hermanos habían regalado a su madre, para gastarle una broma, un falo de gran tamaño que se enchufaba y se iluminaba en su interior; la ingenua mama lo agradeció mucho. «Qué lamparita más ideal, la pondré en la mesilla de noche porque tiene una luz muy tenue y se puede dejar abierta toda la noche», dijo la buena señora llena de agradecimiento. Los hijos jamás se atrevieron a decirle a la buena mujer la verdadera naturaleza del objeto y el gran pene sigue iluminando las inquietas noches de la ya anciana madre. ¡Cuidado Campos, que esto del sexo puede producir más heridas que un alfanje malayo!
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