Sevilla
Un saltimbanqui en el escaño
En política hay quienes hilan, quienes se dedican al punto y los que dan la nota. En una perenne pirueta que trata de combinar las tres suertes del político se encuentra el grupo parlamentario Podemos. El partido de Pablo Iglesias en Andalucía, cuyo ordeno y mando a la voz de «ar» embrida incluso a sus franquicias más periféricas, tiene en sus filas al diputado Juan Moreno Yagüe, acróbata del hilo, saltimbanqui del punto y flautista de la nota. Ataviado con el perfil del perfecto comunicador moderno, el propio de la izquierda postindustrial, este abogado ejerce de líder de opinión en las redes sociales, lugar más bien gaseoso desde donde mantiene debates de presunta hondura jurídica que, aunque de presunta índole elevada, se fundamenta en una hojarasca retórica hasta la flatulencia. Moreno Yagüe, además de embaucar con flautines a esa chavalada ruidosa y meningocócica, pretende hilar con telar del fino en cada cosa que hace o dice bajo los techos del Parlamento. La otra tarde el punto fue la actualidad informativa y la raya, el Pisuerga, aprovechando que no pasa por Sevilla. Moreno lo mezcló todo. Qué más da. Ruido, cuanto más mejor, y siempre confusión, mucho revuelo. En el discurso del diputado de Podemos aparecieron Falciani, el Robin Hood de los bancos suizos, los fraudes, el ingreso fiscal cesante, la extradición y su morboso eco al conflicto en Cataluña. Son así, es su modo de hacer política, mezclar el tocino con la velocidad y, de paso, con la belleza de la Victoria de Samotracia. La audacia de Podemos, la misma que la de aquellos jóvenes revolucionarios de principios del siglo XX, consiste en persuadir al votante con recortes de prensa digital salpicados sin ton ni son sobre un hilo ambiental que suena a lo mismo: propaganda de agitación. Son así.
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