Barcelona
Barcelona en pasajes
El escritor Jorge Carrión analiza en un libro las curiosas vidas y la historia de estos espacios en la capital catalana
Barcelona ha sido contada de muchas maneras. La historia pública y privada de la ciudad protagoniza una extensísima bibliografía. Sin embargo, resulta sorprendente que no se haya estudiado con detalle los pasajes, los casi 400 pasajes que forman parte de la cartografía barcelonesa.
Barcelona ha sido contada de muchas maneras. La historia pública y privada de la ciudad protagoniza una extensísima bibliografía. Sin embargo, resulta sorprendente que no se haya estudiado con detalle los pasajes, los casi 400 pasajes que forman parte de la cartografía barcelonesa. Ese es el tema que ha explorado Jorge Carrión en un libro insólito y curioso, lleno de pequeñas historias y que invitan al lector a pasear por estos espacios. Eso es lo que podemos encontrar en las páginas de «Barcelona. Libro de pasajes», que acaba de editar simultáneamente en catalán y en castellano por Galaxia Gutenberg.
«Esta es una visión sobre Barcelona que hasta ahora no existía», explicó ayer Joan Tarrida, editor de la obra, durante la presentación de la misma. Tarrida aseguró que nos encontramos «ante el mejor libro que ha escrito Carrión hasta ahora y que marcará una época».
El autor comentó que su punto de partida fue la lectura hace años del «Libros de los pasajes» de Walter Benjamin durante un largo viaje en avión hasta Melbourne. Posteriormente, cuando en 2009 se fue a vivir cerca de la plaza Urquianona pudo descubrir el Pasaje Industria. «Aluciné que existiera un lugar como ese y que solamente había visto hasta ese momento en París. Empecé a recorrer el centro de Barcelona buscando cubiertos o no. Me di cuenta que no había nada sobre eso», apuntó Carrión.
Durante cuatro años, el autor se dedicó a recorrer la totalidad de los pasajes de Barcelona, además de buscar información sobre ellos en hemerotecas digitales o hablando con algunos de sus vecinos más conocidos, como el escritor Eduardo Mendoza o la arquitecto Benedetta Tagliabue. Igualmente ha podido recuperar pequeñas historias, como las de los pintores Joan Miró y José María Sert o la de la legendaria saga de fotógrafos Napoleón. También nos encontramos con pasajes que se convirtieron en refugios durante la Guerra Civil, como el de Méndez Vigo.
Los pasajes, dijo Carrión, «permiten pensar Barcelona desde otra lugar». Pero el autor se ha procurado mucho de no caer en los tópicos. «No hay una mirada nostálgica porque yo no nací en Barcelona. Es mi gran ventaja respecto a otros cronista de la ciudad porque nací en Tarragona. No tengo esa nostalgia del que vive en Barcelona y echa de menos una ciudad perdida», argumentó, a la par que añadía con ironía que este ensayo es «mi examen de ingreso en el barcelonismo».
Carrión recordó que para poder montar la armadura de «Barcelona. Libro de pasajes» fueron esenciales sus lecturas de Benjamin o Italo Calvino –«que han pensado en serio la ciudad», como señaló–, además de «autores urbanitas» como Josep Pla, el barón de Maldà o Josep Maria Huertas Clavería.
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