Novela
¿De qué bailan los adolescentes?
El Teatre Victoria recupera el musical “El despertar de la primavera” basado en la icónica obra de teatro de Frank Wedekind
El musical pop rock “El despertar de la primavera” vuelve al Victoria más actual y fresco que nunca
Andreu R. empezó a contar en voz alta. Uno, dos, tres... Los demás adolescentes de su clase se giraron y empezaron a reírse y cuchichear, sin entender qué estaba haciendo. Cuatro, cinco, seis... El profesor le mandó callar, pero Andreu parecía ser ajeno a cualquier cosa que estuviese pasando a este lado del mundo. Siete, ocho, nueve... “¡Quieres callarte, Andreu!”, insistió el profesor, dando un fuerte golpe a su mesa. Diez, once, doce... Pero Andreu no tenía, no sentía ninguna razón para dejar de hacer lo que estaba haciendo. Trece, catorce, quince... “¿Alguien sabe qué hace este payaso?”, preguntó indignado el profesor al resto de alumnos, que pusieron cara de no entender nada. Dieciséis, diecisiete, dieciocho... “Creo que está contando, profesor”, dijo Blanca de Tomás y todos sus compañeros volvieron a reír. Al profesor no le hizo ni una gracia. Diecinueve, veinte, veintiuno. El maestro cogió a Andreu del brazo y empezó a arrastrarlo fuera de clase. Ahora sí que nadie reía. Veintidos, veintitres, veinticuatro... El profesor lo dejó fuera y le dijo que no volviera a entrar hasta que supiese comportarse. Veinticinco, veintiseis, veintisiete... Ahora Andreu gritaba como si quisiese derribar todos los muros que sostienen la razón y la cordura. Veintiocho, veintinueve, treinta... El profesor tuvo que volver a salir, más enfadado que nunca. Treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres... El maestro, fuera de sí, levantó la mano y le advirtió al joven que o callaba o se atuviese a las consecuencias. Treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis... Los gritos eran atronadores y el profesor ya no pudo más, bajó el brazo que tenía levantado, vencido, y cayó a los pies del niño. “¡Lo siento, lo siento!”, lloró. Andreu dejó de contar en cuarenta y miró con desprecio a aquel hombre. Hubo un tiempo en que lo había admirado. Ya no. “Has necesitado verme así cuarenta veces para avergonzarte de lo que has hecho. ¡Cuarenta! Ahora todo el mundo también lo verá, eso te lo prometo, y sólo necesitará una vez”, dijo Andreu y volvió a clase. Todavía temblaba cuando sus compañeros se giraron y le preguntaron cómo estaba. “Mejor”, dijo.
La adolescencia es una época muy compleja y es fácil mal dirigir los afectos. El llamado despertar sexual no es más que la primera necesidad del individuo de conformar una identidad, o sea lo que ha de querer. Es importante, por tanto, ofrecer la mayor información posible sobre lo que significa ser y querer, y sobre todo enseñarles que en realidad es exactamente lo mismo. No es que vayan a ser lo que ellos quieran, sino que lo que ellos quieran va a ser todo lo que puedan llegar a ser. Porque la identidad siempre tiene que ver más con lo que queremos ser que con lo que hemos sido. Y lo que necesitan los adolescentes es crear identidades fuerte, ir mucho más lejos de lo que han sido hasta la fecha. Eso lo dejó muy claro el dramaturgo Frank Wedekind en su primera obra, “El despertar de la primavera”, y eso es lo que dejó todavía más claro su versión musical más de un siglo después. Nacido en el off Broadway en 2006, llegó al Teatre Gaudí en 2016 con tanto éxito que pronto voló a un teatro comercial como el Victoria. Y tanto fue el éxito también allí que ahora regresa con un elenco nuevo pero las mismas ganas de enamorar al público y abrirles los ojos de lo que le pasa a un joven antes de entender bien qué demonios es todo aquello que está sintiendo.
Después de recibir múltiples galardones, como dos premios de la Crítica, el Victoria relanza este “El despertar de la primavera” del 28 de marzo al 12 de mayo con dirección de Marc Vilavella, Gustavo Llull como director musical y coreografías de Ariadna Peya, En total son 15 actores y ocho músicos en el escenario para contar esta historia de unos jóvenes que se rebelarán contra una sociedad controladora e hipócrita que busca mantenerlos en la ignorancia para poder moldearlos a su imagen y semejanza. Berta Butinyà y Víctor Gómez dan vida a Wendla y Melchor, la joven pareja protagonista que tendrán que aceptar que están solos para aprender que ser y querer son lo mismo. Quien ya viese la obra en sus pases anteriores puede volver con toda tranquilidad porque con el nuevo elenco se ha revitalizado un montaje más fresco y actual que nunca. Habrán pases escolares para reforzar su lado pedagógico, pero lo mejor es que padres e hijos vayan juntos para ver hasta qué punto pueden aprender unos de otros.
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